Las pronunciaciones que colorearon las pantallas

IX CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA

Los estereotipos de la ficción relacionaron los acentos andaluces con sirvientes y ‘graciosos’ durante décadas. La normalización de acentos en las cadenas, a través de la proximidad de Canal Sur, contribuyó a que presentadores y actores se expresaran en su acento original

Triunfadores con acento: el andaluz en lo audiovisual

María Galiana, doña Herminia en 'Cuéntame cómo pasó' / RTVE
F.a. Gallardo

23 de marzo 2023 - 06:00

La miniserie de Benito Zambrano Padre Coraje, en 2004, antecedida por la película Solas, en 1999 de donde María Galiana fue fichada directamente para ser la abuela de Cuéntame, marcaron un punto de inflexión en la percepción y presencia del acento andaluz, los acentos andaluces, como visión de la realidad de Andalucía. Estamos hablando del nuevo siglo. Hasta entonces un acento andaluz parecía dirigirse instintivamente al chiste, a la expresión espontánea de alguien que está por debajo.

Ese cliché del andaluz fue difícil de superar. Mientras TVE fue cadena única entre los espectadores, hasta 1989 con la inauguración de Canal Sur, el llamado castellano neutro inundaba la pantalla. Destacados actores andaluces de los dramáticos de décadas anteriores como Paco Valladares o Juan Diego eran admirados por su dicción ‘perfecta’, ocultando sus respectivos acentos sevillano.

Hubo un sevillano que sí llevó su acento rotundo para dotar de verosimilitud, sin forzar, Antonio Martelo, quien dio vida a El Séneca, con guiones de José María Pemán, a finales de los 60. En los llamados ‘Teatro Breve’ de los años 70, con adaptaciones de los entremeses de los hermanos Quintero y Pedro Muñoz Seca, actores de otros puntos de España parodiaban el ‘acento andaluz’, exagerado y sobreactuado, de las chachas de los escenarios y de personajes secundarios de obras, películas y series de soporte cómico y folclórico. Ojú, como diría en reacción irónica Lolita Sevilla en Bienvenido, Mr. Marshall. España se disfrazaba de Andalucía cuando le convenía.

Fue la política la que primero vino a normalizar los acentos andaluces ante la opinión pública y de ahí el valor añadido de figuras como Felipe González y Alfonso Guerra. La pluralidad política trajo bajo el brazo la pluralidad de los acentos, del Sur y del resto de puntos cardinales y una televisión más diversas y unos medios audiovisuales más próximos trajeron otros acentos y también llevaron a la pantalla las palabras (y hasta palabrotas) de la calle. Así sucedía con la radio desde los años 70, cuando los locutores fueron relajando la prosodia y a partir de los 80 con las cadenas locales y la autonómica, Canal Sur, nacida para vertebrar Andalucía desde su propia diversidad.

La canaria Cristina García Ramos, con su reconocible dicción canaria (de aire sudamericano cuando la empezaron a oír los espectadores de los Telediarios a finales de los 70) fue de las pioneras en expresarse en su deje de origen, como la meteoróloga gallega Pilar Sanjurjo. Fueron los hombres y las mujeres del tiempo, como Paco Montesdeoca o José Antonio Maldonado, los que se expresaban en sus acentos maternos. No hay nada más genere más credibilidad que la información meteorológica, los grados centígrados no admiten discusión, así que desde El Tiempo los acentos se afianzaron con naturalidad.

La empatía que despiertan los andaluces en el trato cercano, una tierra hospitalaria y abierta y unos esforzados trabajadores allá donde hayan ido a prosperar, parece arrastrar a esa parodia fácil del chiste. Los profesionales de todo tipo, analistas y expertos de cualquier materia, intérpretes, reporteros o presentadores, transmiten verdad y realidad a través de sus pronunciaciones. Los acentos de todos los rincones son una muestra de la diversidad que nos hace diferentes y a la vez nos igualan.

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