Los proyectos fracasados para recuperar el castillo de San Sebastián en Cádiz
Tras dejar de tener un uso militar, se han dado mil y una vueltas sobre el futuro de una de las grandes fortificaciones de la ciudad. Hasta hoy sigue abandonada y en mal estado
La Junta iba a hacer la gran inversión, hasta que decidió no gastar más dinero en Cádiz
Imágenes de las obras del rehabilitación del castillo de San Sebastián
Cádiz lleva más de siete décadas dándole vueltas a la cabeza para encontrar un uso adecuado al castillo de San Sebastián. Incluso antes de que la fortificación dejase de tener valor militar.
Fue en los años 50 del pasado siglo cuando el Ayuntamiento, que quería celebrar los tres mil años de Cádiz como forma de animar a la alicaída ciudad, propuso la conversión del castillo en un gran teatro al aire libre.
El diseño fue elaborado por Casto Fernández-Shaw, que propuso un teatro abierto al mar, con la construcción de la Torre de Hércules, para el estreno de La Atlántida de Manuel de Falla.
Cuando el Ministerio de Defensa abandonó la fortificación, el Ayuntamiento de Teófila Martínez comenzó a moverse para obtener su propiedad y, sobre todo, para darle un uso ciudadano. Se tenía claro el importante componente cultural y turístico, a la vez que se asumía el coste elavado de esta operación.
Se acordó una cesión temporal de los más de 40.000 metros cuadrados de este equipamiento.
El primero en llegar fue James Bond, con el castillo convertido en una clínica cubana, el espía británico interpretado por Pierce Brosnan movilizó media ciudad. Tras el final del rodaje, en el Ayuntamiento se estudió crear un pequeño parque temática sobre el rodaje.
Pendiente de cerrar un acuerdo con el Estado para la rehabilitación de toda la fortificación, el Ayuntamiento abrió el castillo en el verano de 2008 para la celebración de conciertos, bajo el nombre de Conciertos para la libertad, Cádiz 2012.
El éxito fue evidente. En alguno de estos eventos se llegaron a concentrar hasta 4.000 personas. Muchas para un recinto de complicado acceso, limitado a un estrecha puerta y conectado a la ciudad mediante el paseo igualmente estrecho de Fernando Quiñones, una circunstancia que provocó la suspensión de estos espectáculos, por una cuestión de seguridad, en 2011.
La conmemoración del bicentenario de la Constitución de 2012 fue la gran esperanza para la definitiva recuperación del castillo de San Sebastián.
Tras fracasar la Junta en la conversión el pequeño colegio de San Felipe en un Centro de Estudios Constitucionales, se optó por convertir al castillo en el epicentros de las celebraciones del Doce.
En 2008 se aprobó la entrada de la empresa pública Tragsa en las obras de reforma. El coste para el saneamiento y consolidación de toda la fortificación se fijó en 30 millones de euros. La idea era empezar los trabajos primero y después definir el uso mediante un concurso de ideas. Un mal planteamiento pues así se hizo la reforma del baluarte de Santa Catalina para su conversión en un Museo del Mar ,que fue todo un fracaso.
Ya entonces la Junta proyectaba la construcción del Faro de las Libertades.
La operación era ambiciosa, pues suponía la recuperación del edificio de control marítimo ubicado en el centro de la Avanzada. Cuando se vio que la estructura no iba a aguantar todo lo previsto, comenzó a decaer la operación.
Por una parte, la inversión de Tragsa se fue diluyendo. Y por otra la Junta comenzó a recortar gastos. Y los fastos del Doce no estaban en sus prioridades.
Así, que Cádiz llegó a 2012 con San Sebastián recuperado solo a medias. Los trabajos se habían concentrado en todas las casamatas, reconvertidas en un grane espacio para exposiciones. No se terminó la zona dedicada a hostelería mientras que la explanada central se convirtió en un gran espacio abierto sin un punto de sombra durante el verano. El resto del castillo siguió abandonado, aunque el Ayuntamiento de Teófila Martínez cerró un convenio con el Ministerio de Medio Ambiente para realizar año tras años inversiones para el arreglo de todo lo que quedaba pendiente.
Este plan se diluyó con el cambio de gobierno en Cádiz en 2015. El Ayuntamiento de José María González cortó el grifo y demandó el paso a manos de la ciudad del castillo. Eso sí, previamente el Estado, propietario del mismo, debía completar su reforma.
La apuesta de la Universidad de Cádiz
Unos meses antes la Universidad de Cádiz había desembarcado por primera vez en el castillo. De la mano del Campus de Excelencia CEI.mar se habilitaron varias dependencias en una de las naves en el acceso a la fortificación, dando cobijo al Laboratorio de Investigación Marina de la Universidad.
Este equipamiento tuvo una vida muy activa hasta que el mal estado del resto del castillo provocó su cierre. Antes, junto a estudiantes, habían pasado por el centro miles de niños y jóvenes y numerosos vecinos. Fue una de las épocas más provechosas para la fortificación.
La administración central ya dejó claro al gobierno de José María González que no iba a poner ni un euro en la reforma integral del complejo. Y el Ayuntamiento no estaba en condiciones para financiarla.
Así, poco a poco, el castillo que fue entregado por los militares dos décadas antes en un aceptable estado de conservación, fue deteriorándose. La Demarcación de Costas decidió actuar por su cuenta y riesgo para evitar el estado de ruina de algunas construcciones que estaban en muy mal estado en la Avanzada. Fue hace apenas unos meses, pero poco más se avanzó.
El penúltimo intento por encontrar una solución volvió a surgir gracias también a la UCA. Presentó un proyecto, en coordinación con el gobierno de Kichi, al Plan Next Generation. Buscaban unos 20 millones de euros para crear en el castillo un complejo dedicado a la investigación marina. Fue un segundo intento tras fracasar un primer plan de crear un Museo de la Ciencia.
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