¿Se puede quedar Cádiz sin Seminario?
El Papa Francisco está decidido a aplicar las nuevas directrices sobre la formación de los sacerdotes
Los centros con menos de 15 seminaristas, y Cádiz tiene 11 actualmente, pueden unirse a otros
Dos obispos uruguayos realizarán a principios de 2023 una visita a los seminarios españoles
Las últimas generaciones de sacerdotes gaditanos tienen su base de formación en el histórico edificio de la calle Compañía, cuyas sobrias fachadas no se corresponden con el enorme interior con tres patios y la riqueza patrimonial de la valiosa biblioteca u otras cuidadas estancias. El Seminario de San Bartolomé es el edificio que la Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta destina a la formación de los futuros sacerdotes, compaginada en los últimos años con la formación de los laicos. Pero el escaso número de vocaciones y los nuevos planes de estudios y criterios que emanan del Vaticano y de la Conferencia Episcopal Española puede hacer que este recurso formativo termine marchándose de Cádiz.
Decía el Papa Francisco hace unos días en un encuentro con seminaristas que “si somos cinco en la diócesis, esto no es un seminario, es un movimiento parroquial”, defendiendo que el seminario “debe ser un número moderado”, que cifraba entre 25 y 30 seminaristas. Y la Conferencia Episcopal Española ha cifrado ese mínimo de seminaristas en una quincena, dentro de los nuevos planes de formación de los futuros sacerdotes establecidos en la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis publicada en Roma en 2016 y la posterior Ratio Nationalis acordada por los obispos españoles en 2019.
Estos documentos exigen a los obispos que tengan en consideración “que exista un número suficiente de vocaciones y de formadores para garantizar una comunidad formativa y un cuerpo docente capaz de ofrecer una propuesta intelectual de calidad y que sea económicamente sustentable”; y cuando estas circunstancias (teniendo en cuenta ese mínimo de 15 seminaristas que plantea la Conferencia Episcopal y de 20 o 25 que refiere el Papa) no lo permitan, “en diálogo con los otros obispos de la Provincia Eclesiástica o de la Conferencia Episcopal, conviene buscar una solución adecuada, enviando los seminaristas al Seminario de otra Iglesia particular o erigiendo Seminarios interdiocesanos”.
En este curso, el Seminario de Cádiz cuenta con 11 seminaristas, junto a otros 11 que tiene el seminario Redemptoris Mater vinculado al Camino Neocatecumenal –una vía alternativa cuyos estudios no son del todo iguales a los del clero secular ya que sus estudiantes se forman expresamente para ser misioneros conforme al modo de vivir y trabajar pastoralmente de los neocatecumenales–.
La cifra, por tanto, es ligeramente inferior a la que proponen los estamentos eclesiásticos, lo que pone en peligro la continuidad de la institución formativa gaditana.
De hecho, recientemente se ha conocido el encargo que el Papa Francisco ha hecho a dos obispos uruguayos -Milton Luis Tróccoli y Arturo Eduardo Fajardo- para que durante los meses de enero y febrero realicen una visita a todos los seminarios españoles para conocer de primera mano su realidad y situación y, a raíz de ahí, plantear previsibles soluciones para aplicar sin demora esos nuevos planes formativos que plantea el Vaticano.
Se antoja, por tanto, vital esa próxima visita de los emisarios vaticanos para conocer si San Bartolomé tendrá continuidad o si, por el contrario, los seminaristas gaditanos pasarán en próximas fechas a estudiar en otros seminarios cercanos, como en su día el clero diocesano se formaba en Sevilla.
Sobre esta última posibilidad, hay que apuntar que la diócesis más cercana, la de Asidonia-Jerez, contaba el curso pasado con 16 seminaristas, por lo que podría plantearse una unificación de los seminarios de la provincia de Cádiz, o bien otro tipo de alianzas con diócesis cercanas (Sevilla o Huelva, a priori) para conseguir ese modelo de seminarios por el que apuesta la Iglesia actual.
Cádiz, sin seminario menor
Una figura existente en el camino de preparación y de formación de las vocaciones sacerdotales es el del seminario menor; una opción de la que carece la diócesis. Dice el Derecho Canónico sobre los seminarios menores: “Consérvense donde existen y foméntense los seminarios menores y otras instituciones semejantes en los que, con el fin de promover vocaciones, se dé una peculiar formación religiosa, junto con la enseñanza humanística y científica; e incluso es conveniente que el Obispo diocesano, donde lo considere oportuno, provea a la erección de un seminario menor o de una institución semejante”.
La finalidad del Seminario Menor es ayudar a la maduración humana y cristiana de los adolescentes que muestran algunos signos de vocación al sacerdocio ministerial, con el fin de desarrollar, conforme a su edad, la libertad interior que les haga capaces de corresponder al designio de Dios sobre su vida. Y recomienda la Iglesia actual que allí donde no exista este seminario menor “cada Iglesia local asuma la importante responsabilidad de garantizar el acompañamiento de los adolescentes, buscando nuevas estrategias y experimentando formas pastorales creativas, que fomenten y orienten el desarrollo humano y espiritual”.
Entre otras opciones, hace referencia la Iglesia a los grupos vocacionales para adolescentes, las comunidades de acogida vocacional, los colegios católicos y otras organizaciones juveniles. Recursos –estos sí– con los que cuenta la diócesis para esas incipientes vocaciones que surgen entre la gente joven y el posterior discernimiento hasta la decisión final de ingresar en el Seminario Mayor para realizar los estudios oportunos y prepararse para ser sacerdote.
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