"Nunca quise vivir de mi popularidad, sino de mi profesión"
Ismael Beiro. Empresario
Saltó a la fama tras ganar en el año 2000 la primera edición de 'Gran Hermano'. Es empresario, monologuista, productor y presentador de televisión.
SU victoria en la primera edición de Gran Hermano, en el año 2000, le abrió las puertas de la popularidad. Ismael Beiro Pérez (Cádiz, 1974) ha trabajado desde entonces como monologuista, actor y en televisión, donde estrenará programa en primavera. Ahora, tras abrir un bar en Cádiz, también es empresario.
-Quería ser marino mercante, pero una cámara se cruzó en su vida.
-Terminé de hacer las prácticas en el Juan J. Sister y lo siguiente era presentar el proyecto, y terminar quinto para optar al título oficial. Era 1999. Y estando en mi casa, vi un anuncio en la tele que decía: "¿Te gustaría participar en una casa, rodeado de cámaras, micrófonos, diez personas, 90 días, 20 millones de pesetas...?". Y me dio el palpitó: "Yo ahí entro". Envié un currículum y empezaron a llamarme. Me preguntaban si yo había estado dos semanas en el mar en un curso de supervivencia, si había estado en edificios ardiendo, y les dije que sí, que eran prácticas para la carrera, y les caí bien, se reían con lo que les decía. Me volvieron a llamar para decirme que me citaban a un casting en Cádiz, en el Hotel Playa, después una prueba en Sevilla y vino otro casting en Madrid, donde me acompañaba, sin quitarme ojo, la que hoy es directora del grupo Endemol en España, la persona que creyó en 'Gran Hermano' y se lo trajo a España, Pilar Blasco.
-¿Y en Madrid ya lo seleccionan?
-No, no, qué va. Tuve que ir otra vez para otras pruebas y un examen médico y, por último, vinieron a Cádiz a hacerme un reportaje que se utilizaría como vídeo de presentación en la gala inicial. Y justo en el último minuto del reportaje, me entregan un sobre con la comunicación de que estaba seleccionado para entrar en el reality. Yo la palabra reality no la entendía al principio, por eso siempre hablaba de telerrealidad.
-¿Cómo se vive sintiéndose observado?
-Es yo que no me sentí nunca observado, nunca había trabajado con una cámara. Había hecho teatro, desde los 14 años, y cuando uno ensaya habitualmente, se empieza a acostumbrar a estar delante de la gente. Entras en la casa, con cámaras y gente que desconocía, y lo asemejaba a mi paso por la marina mercante. Tenía la ventaja de haber estado en un barco, con gente que no conocía, cada uno de su padre y de su madre, y además la sala de máquinas tiene cámaras que se ven desde el puente de mando por seguridad. Estaba como quien dice entrenado. Los primeros días sí te quedas mirando las cámaras, pero luego pasan desapercibidas. Hay jarrones, hay muebles, hay sofás y hay cámaras, que eran un objeto más de la casa.
-¿Pero Ismael Beiro compitió?
-No, no, ¿sabe por qué? Porque cuando llegué el primer día a la casa de 'Gran Hermano', esa primera noche donde nos conocemos todos, y veo la energía que hay allí entre el resto de concursantes, cada uno diciendo de qué equipo era, qué equipo era el mejor, hasta que me preguntaron a mí: "Yo del Cádiz, picha", dije. Y yo pensaba: "¡Qué difícil es esto!". No sabía lo que quería ver el espectador y cuál era la intención de la productora, y me parecía muy complicado, incluso me agobié pensando que me había equivocado, así que decidí que iba a pasarlo bien el tiempo que estuviera dentro de la casa.
-¿Fue natural entonces, incluido el picha tan famoso en España?
-Pero es que eso yo no lo entendía. Salía a la calle y la gente me decía: "¡Qué pasa, picha!". En Galicia, en Santander, en Soria... "Mira el picha". No lo entendía, y no lo entiendes porque el picha y el quillo son coletillas propias de nuestra tierra que nos identifican en cualquier lugar del mundo. Usted puede reconocer a un sevillano sólo con decirle 'mi arma' o a un madrileño si le suelta un 'qué pasa, tronco'.
-¿Cuándo se dio cuenta de que podía ganar?
-Nunca pensé que podía ganar, lo juro.
-¿Incluso cuando fue finalista con Iván y Ania?
-Nada, ni siquiera en la final, porque nunca fui buscando el ganar más que el disfrutar. Recuerdo que en la presentación del musical El rey león en Madrid estuvo John de Mol, el creador de 'Gran Hermano'. Y me dijo que yo había sido el que le jodió las normas del concurso en todo el mundo, porque había que nominar a dos personas obligatoriamente. Y en la primera nominación teníamos tanta ilusión por continuar, estábamos disfrutando tanto que se me ocurrió que nos podíamos nominar entre todos para que fuéramos todos nominados, e ideé una fórmula para que saliéramos con el mismo número de votos. La productora no daba crédito, Telecinco llamó a Holanda, a John de Mol. Zeppelin pensó en echarnos a todos y poner a diez nuevos habitantes. El propio John de Mol fue el que les aconsejó que no, que llegados a esta situación podíamos dar mucho juego, si habíamos sido capaz de hacer eso se podían esperar muchas más situaciones únicas que llamarían la atención a la audiencia.
-¿Por qué ha durado tanto en España 'Gran Hermano', con 14 ediciones ya e incluso con sus degeneraciones?
-Hombre, no es tanto degenerar, es adaptarse a la sociedad que vamos encontrando día a día.
-Pero no es el mismo 'Gran Hermano' el de hoy que el del año 2000.
-Teníamos una ventaja, nadie sabía dónde nos metíamos ni qué era esto de la televisión, y la ingenuidad con la que arranca ese primer reality fue una baza a nuestro favor que nunca más se volvería a repetir. Las generaciones van cambiando a medida que va cambiando la sociedad, y el estado del mundo también ha cambiado. Vivimos en una época en la que el espectador cree que salir en televisión a toda costa supone un seguro de vida, y no es así. A veces se pierde más que gana.
-¿Y 'Gran Hermano' ha sido un reflejo de esos cambios?
-Quizás el primer programa sí. Los modelos utilizados en muchos casos representaban gran parte de la muestra de la sociedad, la emprendedora, el camarero, el estudiante, el buscavidas, el médico... Hoy en día no es un reflejo. ¿El casting? Bueno, yo voy andando por la calle y me encuentro gente como la que está en la casa de 'Gran Hermano', pero también veo a otros que no están en la casa y me gustaría que estuviesen. ¿Por qué subsiste 'Gran Hermano'? Porque la gran parte de las personas de este país es muy curiosa. Yo he visto a gente dentro del autobús que se ha pasado su parada para seguir escuchando una conversación.
-¿Ismael Beiro hubiera sobrevivido en ediciones posteriores de 'Gran Hermano', con edredoning incluido?
-No, no me veo. En nuestra época utilizábamos el edredón para taparnos... no había nada, no había ni edredón, había sábanas, comenzó en abril y terminó en julio, era una época de buen tiempo. Y no, no creo que hubiera ganado en otro 'Gran Hermano' que no fuera el auténtico y genuino. Y no por mi personalidad, mi actitud o forma de ser, porque soy una persona muy afable y toreo los problemas.
-¿Qué hay de verdad en la televisión?
- En televisión todo es verdad, pero también es verdad que todo está guionizado. Depende del programa, si es directo, si es grabado, depende de muchas cosas... En la televisión todo es verdad, pero se magnifica todo. Si en un programa del corazón dos colaboradores están medio mosqueados, se intenta magnificar para que parezcan que se odian. Se dramatiza todo. Se trata de atraer la atracción del espectador. Y se sabe que cuando menos activo está el cerebro es cuando se está viendo la tele.
-La farsa de Jordi Évole sobre el 23-F es un ejemplo.
-Un buenísimo ejemplo. Jordi es un tío tan sumamente inteligente y sabio... es un tipo que sabe hacerlo muy bien, que ha sabido encontrar ese nicho en televisión que hacía falta en este país y es lo que él transmite, sabe llevar a la persona donde él quiere.
-¿Intentó seguir en televisión?
-Sigo trabajando afortunadamente en televisión. Cuando terminé 'Gran Hermano', me di cuenta de que tenía una popularidad tal que quise canalizarla en una profesión. Nunca quise vivir de mi popularidad, sino de mi profesión. Al principio era mucha popularidad y poca profesión, y a medida que van pasando los años hay más profesión y menos popularidad. Hice un máster en dirección de empresas audiovisuales, hice una primera tesis en este país de adaptación de contenidos de televisión para móvil, que cedí a Telecinco. Me formé, estudié idiomas, vi mucha televisión del mundo, grandes comunicadores americanos, alemanes, ingleses, holandeses, turcos... Tal es así que al final monté mi productora y vendí a Canal Sur un producto que les gustó y que hemos grabado. Me asocié con una de las productoras del grupo Boomerang Televisión, sin ellos no hubiese encontrado la luz al final del camino, y vamos a presentar nuestro primer programa en televisión, que verá la luz en primavera, mi primer programa como productor y presentador. Es 'El mánager', un cazatalentos con el que damos la vuelta a Andalucía. Me he encontrado desde grupos que cantan, y muy bien, temas de los años 40, hasta bailaores que trabajan por la mañana en un mercadillo y que por la tarde están en un conservatorio formándose. Los mejores artistas del mundo nacen en Andalucía.
-¿Cómo ha sorteado Ismael Beiro la prensa rosa?
-No he dado pie, nunca he dado pie. Desde el primer momento lo dejé bastante claro.
-¿Lo intentaron?
-Muchas veces, y hoy en día. Hace poco en un concierto de un amigo mío, del Arrebato, un paparazzi me dijo que me había cazado con mi novia. Le convencí de que a nadie le interesaba mis fotos. Y al final no salí. Yo nunca me he buscado la vida vendiendo mis cosas.
-Pues hubiera sido un camino fácil, como el de otros concursantes de 'Gran Hermano'.
-Y mucho dinero que se gana. Ni estoy preparado, ni soportaría vender mi vida personal, ni que te persiga una cámara hasta la puerta de la casa de tu madre o en el aeropuerto... No, no, es que no me ha gustado. Todo aquello que tengas que exponerte para vender algo tiene que ser con tu trabajo, entreteniendo a los demás, que es como lo sé hacer, aunque muchas veces meto la pata pero también sé pedir perdón.
-La vida le cambia, es evidente, después de 'Gran Hermano', pero lo hace también después de aquel accidente de moto, ¿verdad?
-Sí, un desgraciado accidente en el que uno no tiene culpa de nada. Hay gente que monta en moto, que conduce un coche, que siempre lleva casco, que siempre se pone su cinturón, pero siempre hay alguien que se salta el semáforo, que va borracho y que no respeta nada, y que se cruza. Por eso, cuando veo a chavales que van sin el casco les digo que se lo pongan, porque a mí me salvó la vida. Se lo digo siempre. Yo he visto el sufrimiento en mi familia, en mi madre, después de despertarme del accidente, después de estar dos meses en coma. Y costarme dos años de mi vida la rehabilitación, para volver a andar, para volver a pensar bien, porque uno estaba desorganizado... Al final, te va afectando en todo, aunque vuelves a ser tú otra vez.
-Hay un momento en el que decide ser empresario y lo hace en Cádiz, donde monta su negocio. ¿Por qué en Cádiz?
-Yo he tenido la oportunidad de abrir negocios en muchos sitios de España, pero la mejor excusa para estar en Cádiz es reunirme con mi socio para ver cómo va nuestro bar. De abrir negocios, los abriré en Cádiz para seguir dando trabajo a la gente de Cádiz. Siempre, siempre, siempre. Puedo asegurar que no es nada fácil tener un negocio hoy en día. Muchas veces el éxito de un negocio es la ubicación, el personal, muy importante, y la calidad.
-Da la impresión de que no le gusta dar pasos en falso.
-Algunas veces los doy, pero la vida te va enseñando. Con 24 años vas andando por la calle, la gente te para, te pide autógrafos, se quiere hacer una foto contigo, te paga una pasta para que estés una hora en su discoteca tomando una copa, un refresco... Hay un abanico de posibilidades tal que difícilmente no se te va la cabeza.
-¿Pudo entonces coger otro camino?
-Sí, sí, sí, pero era demasiado fácil para mí, y no me fío de lo fácil.
-¿Cómo ve la ciudad de Cádiz?
-Mira, los políticos no están para dar trabajo, pero sí para facilitar las cosas a las empresas. Que tengan rápidamente un permiso, una licencia, para que pueda empezar a trabajar pronto. La labor de los políticos en esta ciudad es muy buena y se ve, y orienta su trabajo a obtener resultado pero siempre que piensen que tienen que dar mejoras a la ciudad para atraer el turismo. Estamos muy limitados por el mar. La Bahía no está explotada. En la Bahía le ganaba terrenos al mar, montaba pantalanes, hoteles, chiringuitos, hacía un paseo marítimo peatonal, un casco antiguo peatonal, que lo tiene La Habana, un casco antiguo blanco por dentro y de piedra ostionera por fuera. Yo vendía esto al mundo. Cádiz podría ser el Miami de Europa.
-Después de la experiencia de este año en el cuarteto, ¿volverá al carnaval el año que viene?
-Nunca me iré del carnaval, ya había salido en callejeras, hice el pregón que ha sido el mejor momento de mi vida con todos mis respetos a todos los autores del carnaval. Hice lo que hago habitualmente fuera de mi tierra, pregonar acerca de su gente, su forma de ver la vida que nos hace tan exclusivos. Tenía el gusanillo de salir en un cuarteto desde pequeño, era lo que se suele decir un cuartetero frustrado. Pero el cuarteto en Cádiz es otra pata de la comedia, el texto es otro y no hay cuarteto que no se valga de un picha, un quillo, un me duele aquí, un golpe...
-¿Una Carmen la nerviosa?
-Exacto, una Carmen la nerviosa, un Morera gritando...
-¿Volverá entonces al cuarteto y al Falla?
-¿Pero porqué me ha llovido tanto, si yo lo que quería era salir en un cuarteto en el Falla? Nunca dejaré los carnavales...
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