Una realidad apuntalada
La zona clausurada del recinto parroquial evidencia que la intervención se hace necesaria y urgente
Si alguien entra en la iglesia de la Castrense se encontrará una imagen que dista mucho de la realidad por la que atraviesa el inmueble. Ante sus ojos, verá un templo recién pintado, cuidado, con altares debidamente exornados y trabajados. Nada que ver la imagen del templo con lo que se esconde detrás de las paredes de su retablo principal, donde se encuentran una serie de dependencias inaccesibles por su mal estado de conservación que ayer fueron visitadas por el director general de Infraestructuras, Eduardo Zamarripa, y por técnicos y representantes de diversos estamentos y departamentos de Defensa.
La peor cara del mal estado de conservación que actualmente presenta la Castrense se observa en la planta superior. Los salones y pasillos a los que se acceden por una amplia escalera aparecen completamente desalojados. Los puntales y refuerzos de madera han sustituido a los muebles y otros objetos que tiempo atrás decorarían paredes y suelos.
Vitrinas vacías en dos de las dependencias recuerdan que allí estaban hasta hace bien poco los enseres de la cofradía de Expiración. Pero la peor parte se la lleva la zona que tiempo atrás fuera la vivienda del párroco. El pasillo, algunos cuartos y la cocina de esa vivienda evidencian un grave riesgo de derrumbe del techo, completamente apuntalado y con vigas en alarmante estado de conservación.
Desde la Dirección General de Infraestructuras se reconoce que las cubiertas del edificio son la zona que con más urgencia reclaman las intervenciones. A priori, se plantea la sustitución de todo el forjado del edificio anexo al templo por uno nuevo, además de la reparación de las cubiertas de la iglesia (donde ha aparecido un nuevo foco de humedad en el interior ocasionado por la filtración de aguas).
A la intervención en las cubiertas tendría que unirse la rehabilitación del resto del inmueble, que ronda los 100 metros cuadrados de extensión, ya que el deterioro de la parte superior ha ido trasladándose a la planta baja, donde se evidencian grietas y otras deficiencias.
Una tercera fase de la actuación en la que ya está trabajando la Dirección General de Infraestructuras de Defensa se centraría en el campanario y el acceso a este desde la sacristía, donde los paramentos presentan un avanzado estado de deterioro.
Y en último lugar, se intervendría en la vivienda anexa al templo (que hace esquina con la plaza Fragela y la calle Benito Pérez Galdós). Este espacio ha sido recientemente recuperado para la iglesia, tras la cesión del Invied, y en principio se destinará a ampliar las dependencias parroquiales de la Castrense, para lo cual se hace necesario proseguir con la reforma que tímidamente se aprecia en las distintas estancias, aunque estructuralmente parece que este pequeño edificio no reviste de anomalías.
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