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El reinventado ocio de los jóvenes

Las restricciones horarias condicionan los estudios, las relaciones y la forma de divertirse de la juventud, que ha adelantado su hora de salida los fines de semana

Cuatro jóvenes caminan por una calle de Cádiz. / Jesús Marín

“Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”. Valga el lamento poético de Rubén Darío para ilustrar el hastío que padecen los adolescentes y los jóvenes desde aquel nefasto mes de marzo en el que el coronavirus dijo hola qué tal. De los mejores años de sus vidas –efímero tiempo que solo se vive una vez– uno de ellos va camino de fastidiarse íntegramente. La epidemia ha condicionado sus estudios, sus relaciones, sus formas de divertirse… Hemos hablado con ellas y ellos. ¿Qué hacen ahora que deben estar en casa antes de las diez y cierra la hostelería a las seis? ¿Cómo se divierten? Resignados, buscan la fórmula de verse. Y han vuelto a tener horario fijo de recogida como cuando eran más pequeños.

Dice Antonio que ha variado el horario de salida con sus amigos. “Donde antes salía a cenar sobre las 21.00, ahora voy a almorzar sobre las 14.30. Los planes a partir de las 18.00 se ha convertido en juegos online con mis amigos o a reunirnos algunos en una casa a ver películas, jugar a juegos de mesa o simplemente charlar, hasta una cierta hora donde nos de tiempo para volver a nuestra casa”. Miguel suele salir “al aire libre por la calle o en un parque con un número de personas permitido”. Ahora se va a la calle sobre las seis y media “y aprovechando y apurando el tiempo”. Miguel es comprensivo: “Realmente, la situación podría ser mucho peor y al menos se puede salir a la calle, así que hay que valorarlo”.

Explica Paula que “ahora salimos a la hora de comer o justo después para poder coger sitio en un bar. Es bastante difícil ya que casi todos los jóvenes hacemos lo mismo y en la misma zona”. Cuando los bares cierran sobre las 17.45 o incluso antes para tener todo recogido a las 18.00 y poder cerrar, “fastidia bastante porque no podemos hacer nada que no sea sentarnos en un banco o en un parque y no más de seis personas, ya que todo está cerrado y tampoco podemos tomar nada en la calle”. Afirma que considerándose una persona “bastante callejera”, le agobia mucho “el hecho de tener que recogernos en casa tan temprano porque es algo nuevo y es raro llegar a casa a la hora que normalmente salía”. “No estamos disfrutando nada y todos los fines de semana se hacen iguales, incluso muchos días entre semana. Ojalá pronto mejore todo y se puedan barajar otras medidas”, expone.

Lucía. Estudiante.

"Ahora, todos los grupos generacionales coinciden a la misma hora y hay más aglomeraciones”

Julio habla de “reinventarse”. Él y sus amigos salen ahora a comer o a desayunar. “Aprovechamos más las mañanas jugando al fútbol o al pádel, y cuando quedamos por la tarde intentamos hacerlo lo antes posible, y aún así se nos hace corta. Intentamos aprovechar el máximo tiempo cuando vamos a un bar”. Cuando en el reloj dan las diez “tiramos de Play Station o de WhatsApp porque otra cosa no podemos hacer. Al final, se nota mucho que podemos pasar menos tiempo juntos, y que al tener la referencia de este verano, con Covid pero sin restricción de hora, se ha notado mucho el cambio”.

El día a día de Lucía ha sufrido con las restricciones horarias un cambio “bastante radical”. Los jóvenes de su edad “no estamos acostumbrados a tener que estar en casa a las 10 de la noche, y esto hace que cambiemos totalmente nuestra rutina. Si estudiábamos antes de salir, ahora tenemos que hacerlo cuando llegamos a casa por la noche, por ejemplo”. Apunta que deben organizarse “de tal modo que nos dé tiempo a hacerlo todo, porque el estudio es importante, pero igual de importante es el poder despejarse y pasar tiempo con tus amigos, en la medida que las restricciones lo permitan”. Asegura tener a menudo “la sensación de que vivimos simplemente para estudiar y estudiar, y este sentimiento se intensifica con estas medidas, pues no nos dejan opción alguna a olvidarnos de nuestra vida académica”.

Añade Lucía un dato interesante. “Algo que hemos comentado entre nosotros es que, aunque nos parece que las medidas son necesarias, creemos que quizás deberían de darle alguna vuelta que otra, puesto que ahora, todos los grupos generacionales coinciden en la misma franja horaria. Los jóvenes, que antes salíamos más tarde, y por tanto no coincidíamos con niños o personas mayores, ahora sí lo hacemos, por lo que la concurrencia de gente aumenta y, por ende, las aglomeraciones”.

Esther. Estudiante.

"Las clases online no nos permiten vivir la experiencia de la Universidad tal como nos la habían contando”

“Está siendo una situación difícil de llevar, los fines de semana se han vuelto aburridos y las semanas en sí son muy monótonas”, lamenta Esther. Por un lado “casi no tenemos vida universitaria debido a que la mayoría de las clases son online, por no decir todas, y esto no nos permite vivir la experiencia de la Universidad tal como nos habían contando”. Y el ocio se complica puesto que “cuando salimos a pasar el rato a un bar, apenas nos da tiempo de nada ya que, entre las colas que hay que esperar para poder sentarte, el tiempo que tardan en servirte... dan las seis y sin darte cuenta, ni siquiera ha dado tiempo de empezar una conversación”.

Según Esther “el espacio entre las seis y las diez nos desanima y cansa puesto que, la poca fiesta que tenemos se para y el único plan que se puede hacer en ese horario es sentarte en un parque como cuando éramos pequeños”. En su opinión “está siendo un tiempo difícil y que además nos tiene con los ánimos muy bajos; a pesar de esto, debemos ser responsables y cuidadosos para que podamos salir antes de esta y recobrar un poco de normalidad”.

“Cuesta mucho adaptarse al horario y me resulta un poco agobiante pero entiendo que es por el bien de todos y sé que lo hacen porque las cosas están poniéndose regular, al menos en este último mes”, dice Nacho. Le parece “un poco excesivo” que todo cierre a las seis “por mucho que se haga por mejorar, ya que creo que es demasiado pronto, pero no queda otra que aguantar y esperar que pase esto lo más rápido posible”. Nacho intenta salir siempre que puede “para despejarme y ver a mis amigos, cumpliendo, claro está, la normativa. Cuesta un poco pero es lo que toca. Hay que apechugar y seguir, y pienso que si todos ponemos de nuestra parte esto pasará más rápido”.

Los no tan jóvenes también buscan la forma de divertirse

No solo los jóvenes se han tenido que readaptar a los horarios. Los que ya no lo son tanto y también gustaban de salir de noche, optan ahora por almorzar temprano para poder tener una sobremesa más larga. A las seis, en lo mejor del querer, llega el bajón. ¿Cómo podemos tomarnos otra copa? Siempre queda alguien que ofrece su casa. Hay bares que a esa hora ofrecen un vaso de plástico por si alguien quiere seguir bebiendo o no le ha dado tiempo a acabar la copa.

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