Las residencias de estudiantes de Cádiz extreman su protección frente al covid
Los colegios mayores se parapetan contra la pandemia del coronavirus
Sus responsables piden que no se “criminalice” a los jóvenes ante la proliferación de casos entre los universitarios en lugares como Granada
“Nuestros colegiales son muy prudentes”, según el director del Colegio Mayor de la UCA, Ignacio Rosety
Las residencias de estudiantes han colocado a Granada en el punto de mira del Gobierno autonómico y cabe la posibilidad de que esta capital andaluza termine convirtiéndose en la primera de Andalucía en confinarse, al igual que ha ocurrido con Madrid.
El miércoles pasado, el consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, apuntó directamente a las residencias universitarias y colegios mayores como posibles causas del repunte de casos, con jornadas en las que se superaron los 500 positivos diarios.
Al día siguiente, la propia Universidad de Granada contestó con datos: Desde el 28 de septiembre se habían registrado 176 contagios.
En aquel entonces, el origen de los contagios se localizaba en un grupo de alumnos de intercambio el programa Erasmus.
Tanto el alcalde de Granada, Luis Salvador como el consejero de Sanidad Aguirre, hablaron del caso de Granada pidiendo que “no se criminalizara” a la comunidad universitaria por el repunte de casos.
Dadas las cifras y la situación de alarma, las residencias de estudiantes y colegios mayores han endurecido, si cabía aún más, las medidas de seguridad con sus residentes y colegiales con vistas a frenar tanto los contagios como esa “criminalización” de estos colectivos de jóvenes.
En Cádiz, la situación dista mucho –o muchísimo– de lo que está ocurriendo en Granada. La capital cuenta a día de hoy con el Colegio Mayor, dependiente de manera directa de la Universidad de Cádiz, la Residencia de Estudiantes Campus y la Residencia de Estudiantes Cádiz Centro. Aparte está la Residencia Internacional La Caleta, que, dependiente de Fueca, cuenta con otro modelo de gestión más parecido a los apartamentos para estudiantes.
Así, desde el Colegio Mayor, ubicado frente al Parque Genovés, su director Ignacio Rosety, cuenta que “a veces me siento el malo de la película” porque dice estar permanentemente encima de los estudiantes en todo lo relacionado con las medidas de seguridad y con el cumplimiento de los protocolos anti covid.
Rosety afirma que con el revuelo de los últimos días se achaca la culpa a muchos colegios mayores “pero realmente la responsabilidad es de los universitarios y no de los colegios”. Sus “colegiales” como les llama Rosety son verdaderamente “ejemplares”, al menos de puertas para adentro del centro, “después no sé lo que hacen fuera porque no puedo seguirlos, pero yo al menos los veo muy prudentes y es una pena que se criminalice a todos los estudiantes por culpa de unos cuantos”. “Yo les aconsejo que extremen las precauciones porque no quiero que estén en boca de todo el mundo. Tienen que dar ejemplo y demostrar siempre que hacen las cosas bien”.
El Colegio Mayor de la UCA inició su andadura tras el confinamiento con una profunda reestructuración de sus espacios y con la adaptación de los aforos correspondientes, según Rosety. “En los comedores quedaron las mesas separadas con mamparas y con la distancia prudencial”. Aparte, las habitaciones dejaron de ser dobles para ser individuales, de manera que la capacidad del hasta hace unos años Beato Diego José de Cádiz se ha reducido a la mitad. A día de hoy sólo hay 84 colegiales y se han reservado cinco habitaciones para cualquier incidencia.
Por otra parte, Teresa Rueda es la directora de la Residencia de Estudiantes Cádiz Centro, ubicada en Candelaria. Allí han limitado su aforo sólo a 55 estudiantes universitarios. Otros años han reservado cupos para estancias cortas para investigadores o bien para personas que acuden a un curso concreto, “pero este año no ha podido ser así”.
En todo momento, según relata Teresa Rueda, se impone un estricto protocolo:“El mismo que para el resto de centros de este tipo, salvando luego las peculiaridades de cada uno”. Mascarillas, hidrogeles, señalética repartida por todo el edificio... “El comportamiento de nuestros estudiantes es perfecto, al menos aquí”.
En esta residencia privada de estudiantes de la plaza Candelaria no están permitidas las visitas externas “hasta que la cosa no mejore y los chavales se han sabido adaptar a la perfección”.
A la entrada del centro hay un control voluntario de temperatura, “y cada vez que van a sus casas y vuelven se ponen el termómetro”.
Los universitarios alojados en Cádiz se saben al dedillo la lección, “de hecho al principio les dimos una serie de charlas preparatorias y saben cómo tienen que reaccionar ante la más mínima sospecha”. “Son jóvenes pero notamos que saben que esto no es una broma y respetan el asunto”.
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