Los restos del barrio de pescadores

El PGOU de 1984 protegía el valor de algunas de sus calles; ahora se está en proceso de su reordenación radical de la zona

Los restos del barrio de pescadores
José Antonio Hidalgo

14 de enero 2018 - 02:04

Cádiz/Esta ciudad lleva décadas pensando qué hacer con los 50.000 metros cuadrados que conforman el Polígono de San Juan Bautista, mal llamado Los Chinchorros, un nombre dado a una casa que desapareció en 1993. Un barrio de pescadores y pequeñas industrias artesanales que creció junto al cementerio de la ciudad y a la parroquia de San José; una isla dentro de los extramuros ocupados por villas y pequeñas granjas, nada que ver con el urbanismo desmesurado en el que se transformó Puerta Tierra.

En este proceso expansivo iniciado especialmente tras la década de los cuarenta del pasado siglo, el barrio de San José pervivió con sus casitas bajas como ejemplo del Cádiz del XIX, frente a diversos planes municipales que tenían como objetivo su definitiva eliminación.

1.225Un plan de 1961 proyectaba construir más de un millar de viviendas en todo el barrio1984El primer PGOU de la democración defendía la historia de buena parte de San Juan Bautista1995El PGOU incluía un cambio sustancial con la construcción de un bulevar de acceso al parque

La primera operación data de 1961 cuando el Ministerio de Vivienda diseña una remodelación del barrio de San José en la que eliminaba 152 viejas casas. El plan preveía para todo el polígono 1.225 nuevas viviendas. El proyecto apenas si se ejecutó centrándose sobre todo en el entorno de la avenida de Portugal y todo el frente del colegio de Salesianos, donde se levantaron bloques de pisos y de oficinas. El Ayuntamiento de José León de Carranza dejó para más adelante la continuidad de esta operación, asumiendo la necesidad de su derribo muy directamente relacionado con la clausura del cementerio, que ya en la década de los sesenta presentaba problemas de saturación.

La llegada de la democracia trajo cambios sustanciales en el concepto del urbanismo en la ciudad. El Plan de Ordenación de 1984 cortó de lleno la destrucción de nuestro patrimonio histórico no sólo en el casco antiguo sino también puso las bases para parar el descontrol en el que se había convertido el desarrollo de extramuros.

Así, creo un área claramente proteccionista en San Juan Bautista, entre las calles Dorotea y Callejón del Blanco, Marianista Cubillo y entre la avenida de Andalucía y el cementerio. La apuesta, reconociendo "los visos de marginalidad" en las viviendas de la zona, conjugaba el uso residencial con el industrial de tipo casi artesanal y la posibilidad de crear equipamientos en la zona e incluso se consideraban a las calle Arcángel y San Miguel como vías proteger.

La primera gran operación se realizó en la manzana de Pereira y Marqués de Cropani, donde en la década de los noventa comenzaron a levantarse las primeras promociones públicas y privadas con un gran patio central. A la vez, en la avenida de Portugal y la plaza del Árbol, en el otro extremo de este barrio, comenzaron a levantarse pequeñas promociones, pendientes de una ordenación que preveía la construcción de una nueva avenida que uniese la plaza del Árbol como María Auxiliadora. Eran los tiempos en los que el soterramiento del tren era un mero sueño y había que buscar alternativas de tráfico a una colapsada Avenida.

El nuevo Plan Urbano de 1995 introducía significativos cambios en la reordenación de San Juan Bautista. Ya no había calles centenarias protegidas ni espacios para mantener la industrial artesanal propia de este barrio. Por el contrario, Arcángel San Miguel crecía hasta convertirse en un coqueto bulevar que culminaba en el gran parque que iba a sustituir al recién cerrado de San José.

La operación resultaba complicada ya que el barrio seguía siendo un microcosmo y cualquier empresa inmobiliaria que asumiese el reto debía cerrar numerosos acuerdos con los pequeños propietarios. El primero de los grandes bloques que conformaban uno de los laterales del bulevar se ejecutó sin problemas. Sin embargo, la gran operación que significaba construir cerca de dos centenares de viviendas cerrando para ello una gran manzana, chocó de llego con la crisis financiera e inmobiliaria, quejando aún a medio construir e incrementando aún más la precariedad de lo que queda del viejo barrio de pescadores, que ve también como se alarga el proceso de conversión del cementerio en una zona ajardinada.

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