El retrato de Hernán Cortés: Lo que se ve y lo que subyace

El conocido pintor gaditano protagoniza el acto inaugural del aniversario de la Fundación Unicaja con una conferencia sobre su intensa experiencia en el género

La Fundación Unicaja celebra a lo grande en Cádiz su décimo aniversario

Hernán Cortés junto a Bruno García, mientras explica su retrato de Felipe González
Hernán Cortés junto a Bruno García, mientras explica su retrato de Felipe González / Lourdes de Vicente

Hace 47 años que Hernán Cortés expuso por primera vez en la sala de la Caja de Ahorros de Cádiz, ahora integrada en Fundación Unicaja. Lo hizo con paisajes de la Bahía y de la provincia, y aunque su pasión por el retrato le llegó más tarde, fueron estas escenas de la ciudad que lo vio nacer, cuyos rincones conoció profundamente de la mano de su padre, las que conformaron su vocación artística y le brindaron la primera oportunidad para abrirse paso en firme en el mundo del arte. La paleta de pintor que su madre le regaló a los 6 años y el amor por la cultura heredado de su progenitor, “así como el consejo de algunos buenos amigos de la familia como Dámaso Alonso y Pedro Laín”, hicieron el resto, en la irrefrenable vocación por la pintura de un gaditano que iba para médico, como su padre, pero que definitivamente tenía alma de pintor. Nada menos que el del retratista español de los más ilustres personajes de todas las esferas de la vida pública y social del siglo XX y XXI. Ninguno se le ha resistido a su dominio técnico y artístico.

Un reconocido y también ilustre gaditano y pintor que, en la tarde de ayer, quiso generosamente compartir en este mismo espacio que lo vio nacer como artista, la Fundación Unicaja, la conferencia ‘La experiencia del retrato en la actualidad’, en el que fue el primero de los actos del décimo aniversario que celebra por todo lo alto la Fundación. Una cita en la que se acompañó de autoridades políticas como el mismo alcalde de la ciudad, Bruno García, que lo presentó, el responsable de la Fundación Unicaja, Javier Vela, así como numerosos amigos y conocidos del mundo del arte y de la cultura.

“Con Vesalio a cuestas y deslumbrado con la experiencia de pintar el paisaje de la Bahía inicié mi carrera”, introducía Hernán Cortés, antes de adentrarse en el retrato pictórico en una dinámica conferencia que ilustró con imágenes de algunas de sus obras y de otros autores consagrados.

Y lo hizo refiriéndose al retrato como un “fenómeno vivo”, descifrando la manera en que se desenvuelve en el género artístico que con tanta maestría maneja, para lo que aseguró indagar no solo en lo que vemos en el exterior, sino “en lo que subyace”.

La ciencia, la geometría y la abstracción, la anatomía, el mundo clásico y el retrato del Renacimiento también han tenido influencia en su producción, en la forma no solo de responder al reto del parecido, “sino en la búsqueda de los rasgos esenciales del modelo”, hasta desembocar en “la particularidad de cada sujeto, eligiendo los rasgos que lo convierten en algo único e irrepetible”, que es precisamente “lo que lleva a retratarlo”. Porque… “¿Puede aspirar a considerarse retrato toda obra con una figura humana como protagonista?”, lanzaba exhibiendo retratos que no considera tal, y en defensa del denominado retrato individual y de carácter. Porque cuando retrata busca justamente esas características externas que diferencian al retratado de los demás, dijo mostrando obras como las de Felipe González para Moncloa o Hugh Thomas.

Y aunque parafraseó a Paul Valéry y su sentencia de que “lo más profundo está en la piel”, Hernán Cortés ha demostrado que “el retratista atiende y representa tanto lo que el retratado muestra como lo que esconde”. Pues asomarse a uno de sus retratos es hacerlo al universo del retratado de múltiples y sutiles maneras. Ha sabido como nadie crear imágenes simbólicas, más definitivas, con esa vocación de permanencia en el tiempo a veces difícil de conseguir cuando la imagen temporal se desdibuja en la memoria.

Pero, ¿cómo logra trascender incluso más allá del parecido?, ¿cómo ha indagado en la complejidad de lo humano?. Pues con “una actitud que permita armonizar la personalidad del pintor con la del modelo, acercarse con mesura y, en la medida de lo posible, retratar sin autorretratarse”, subrayó haciendo gala de la humildad y modestia que habitualmente destilan sus palabras.

Hernán Cortés continuó desvelando que “se trata de concebir una obra a partir de una persona, con sus rasgos físicos, sus atributos y su presencia en el espacio, pues su peculiar manera de entrar en escena nos dice mucho de un sujeto”. Y “captarla”, añadió, que es “otra tarea importante del pintor”, de la que hizo gala con la exhibición de los retratos de Pedro Laín y su “forma púdica de entrar en escena” o su favorito de Dámaso Alonso, entre otros muchos.

Habló no solo del retrato, sino del papel del pintor, del retratado, y de su evolución histórica, pues “la idea de libertad creadora surge en nuestra cultura como la capacidad de superar con ingenio unos límites impuestos”. Argumentó que “la mayoría de los retratados tienen un escrupuloso respeto por la visión del pintor”.

Así, aunque un retrato sea por encargo, prevalece la opinión del pintor, “de cuya personalidad e inteligencia para llevar al terreno artístico una demanda social y cultural depende en gran parte la solución al problema”.

Trató la evolución en la pose del retratado, de los representantes del poder político, por ejemplo, “pues en una sociedad regida por el marketing ya no optan por actitudes distanciadas y vigorosas”.

Y no ha desaparecido, concluyó, “la vieja idea del retrato burgués en el salón” como signo de estatus social, “pero la perspectiva artística que defiendo no se limita a este convencionalismo”. De lo que sí está seguro el artista es que lo que no ha desaparecido en todos estos años, décadas y siglos es “el gusto por retratarse, pues en nuestra sociedad globalizada sentimos aun más, aunque sea de otra manera, la necesidad de singularizarnos”.

Bruno García: "Es un reto retratar con palabras al mejor retratista español"

El alcalde de Cádiz, Bruno García, fue el encargado de presentar al pintordel alma, de la transición, al pintor gaditano Hernán Cortés. García lo afrontó como el difícil reto de “retratar con palabras al mejor retratista español”, y se sirvió para ello de una semblanza de un artista que defiende “la máxima de que sin distanciamiento no hay retrato”. Pero con palabras de cariño y admiración esgrimió que no iba a distanciarse “cuando tengo que dirigirme a alguien tan cercano como tú”. Tras repasar su trayectoria artística, el alcalde también ensalzó el don del pintor como “observador avanzado del ser humano”, como requisito de un buen retratista, así como el amor indiscutible por su tierra, para terminar destacando su talante cercano, dialogante y humilde.

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