La revolución necesaria en el barrio de El Pópulo de Cádiz para recuperar el Teatro Romano
El Paseante
El proyecto que ahora se anuncia debe tener continuidad con planes más ambiciosos
Se podría recuperar la vieja idea de excavar donde hoy están dos edificios de viviendas y la guardería municipal
Así será el nuevo recorrido del Teatro Romano tras la ampliación
El Teatro Romano de Cádiz cerrará este año con más de 200.000 visitas. Es la previsión que maneja la Junta de Andalucía, que ahora, tras cerca de una década de espera, afronta una nueva obra de recuperación del recinto. Este número será el más alto desde que se recuperó uno de los grandes referentes de nuestra historia, cuyos primeros restos se localizaron por primera vez hace cuarenta años. Por lo pronto, la cifra cerrada hace apenas unos días, con 170.000 visitantes, ya supone superar el dato alcanzado en 2023.
Si alguien tenía alguna duda del potencial cultural y turístico de este complejo histórico, estas cifras dejan clara la importancia que tiene para la ciudad la puesta en uso del Teatro Romano. Lo cierto es que la respuesta de la Junta, encargada de su gestión y de los proyectos de recuperación arqueológica, no ha sido en estas décadas la más adecuada, tanto con el PSOE como con el PP, pues desde un principio se sabía, por las crónicas históricas, de la magnitud de este teatro, oculto bajo tierra durante siglos. Hoy, la administración regional tiene ya la oportunidad de dar un giro de 180 grados a esta situación.
Frente a otros yacimientos arqueológicos ubicados en la región, las inversiones han llegado en muchos casos con cuentagotas, con parones contados en años, como ha pasado con la actuación que ahora se reactiva por fin. Ha sido, por ello, un tiempo perdido para la cultura de Cádiz y para su propia economía. Y, sobre todo, para el barrio donde se localiza el Teatro Romano, el Pópulo, que podría haberse beneficiado desde hace años del potencial turístico de este recinto. 170.000 visitantes accediendo al barrio para visitar el recinto, son 170.000 posibilidades de incrementar los recursos con el uso de tiendas de regalos y recuerdos de la época romana (u otros de nuestros 3.000 años de historia), como rodean otros equipamientos históricos en el resto del país. O la hostelería y los ultramarinos de toda la vida también como posibles beneficiados por la presencia de los turistas.
La operación que ahora se inicia va encaminada, fundamentalmente, a la ampliación de la galería subterránea, que se mete en las entrañas del propio barrio, y a la habilitación de la histórica Posada del Mesón como nuevo acceso al recinto y al centro de interpretación del Teatro. Queda también pendiente la urbanización de todo el espacio arqueológico que da al Campo del Sur, muy precario actualmente, y visualmente muy mal conectado con el espacio Entrecatedrales (ya recuperado por el Ayuntamiento), el yacimiento de la Casa del Obispo (lamentablemente cerrado desde hace años, y sin perspectiva de una pronta reapertura), la Catedral Vieja (hay que mejorar su lateral que da al Campo del Sur) y el Museo Catedralicio (perfectamente cuidado por el Cabildo).
Cabría esperar que no quedase aquí la actuación de la Junta y que una vez constatada, por la fuerza de los números, la relevancia de este complejo histórico, dé continuidad a las inversiones ahora anunciadas, con nuevos fondos que permitan seguir excavando en el teatro oculto.
Ir más allá en el proyecto arqueológico
Y aquí entra la necesidad de "ir más allá". Como debería de ser una norma a la hora de planificar una ciudad, hay que tirar por lo alto en las apuestas de desarrollo urbano. Ser ambiciosos pensando en la ciudad que queremos, y necesitamos (en todos los aspectos) de cara a las próximas décadas.
Para poder disfrutar de los espacios del Teatro Romano hoy visitables, se ha tenido que derribar numerosas construcciones. Desde la antigua factoría de Vigorito, en la primera fase de la operación, hasta la demolición del núcleo de Jabonería hace ya dos décadas. Fracasó, por su alto coste, la operación de abrir túneles con los que acceder a nuevos restos del complejo bajo los edificios del barrio. Unas obras que hace más de una década costaron mucho dinero y que acabaron abandonadas.
Hace unos años se puso sobre la mesa un ambicioso plan de actuación. El documento aún permanece guardado en algún despacho de la Consejería de Cultura de la Junta. Nunca se ha descartado, pero tampoco está ahora incluido en los planes de obras para los próximos años que maneja la Consejería de Cultura.
Este plan suponía una clara apuesta por la recuperación de nuevos espacios del histórico teatro, demoliendo para ello varias edificaciones. Afectaba a edificios vecinos al recinto a lo largo de la calle Mesón (y que concluyen en el Arco de los Blanco, pendiente de una actuación de mejora por parte de la misma Junta).
La idea era derribar estos edificios dejando únicamente en pie la fachada principal, para dar una continuidad visual al barrio. El resto se eliminaba dando paso a nuevas excavaciones.
Un paso más sería incluir en este proceso de reordenación del Pópulo la demolición del edificio de la Guardería Municipal. El centro educativo, con un reducido patio para los juegos de los niños, se levanta sobre los restos del Castillo de la Villa. Hoy de esta fortificación, que quedó abandonada (en su última etapa como escuela de los guardamarinas, antes de su traslado a San Fernando) a mediados del siglo XIX, entrando en un proceso de decadencia y degradación tan propia de esta ciudad antes su definitiva pérdida unos años más tarde), sólo es visible pequeños restos de sus cimientos. Derribar la guardería permitiría excavar y recuperar lo que aún queda bajo tierra del castillo, que hoy solo se puede recordar a través de pinturas antiguas y de su reproducción de la maqueta de Cádiz, expuesta en el Museo de las Cortes de la calle Santa Inés.
Afrontar una operación de este calibre: derribo de dos inmueble, con una treintena de viviendas, y derribo también de la guardería municipal, obligaría a una más que importante inversión económica. A la que después habría que añadir los trabajos arqueológico para ir sacando a la luz nuevas zonas del Teatro Romano y del Castillo de la Villa.
Evidentemente, todo ello no podría realizarse si antes no se produce un realojo en condiciones de las familias que hoy residen en la zona y si no se levanta una nueva guardería. Pisos y equipamiento educativo, en una nueva ubicación, mejorados en calidad y equipamientos tras la forzada mudanza. El Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo ya movió durante años a cientos de familias sin mayores problemas y sí con una mejora de su calidad habitacional, para los vecinos afectados en aquel momento.
Asumiendo el coste de una operación de este calado, hay que buscar un espacio donde poder reubicar estos edificios. La Junta ya lo tiene y a una distancia relativamente cerca al barrio del Pópulo: los terrenos de Tolosa Latour donde en su día se iba a construir la Ciudad de la Justicia.
Este inmenso solar, para los cánones gaditanos en materia de urbanismo, se integra en un nuevo convenio Ayuntamiento-Junta que se está cerrando en estas semanas. Sin definir números ni diseños interiores, ya se ha dicho que va a contar con uso residencial y equipamientos. Pues bien, ya se puede dejar una reserva de suelo para alojar a estas familias de Mesón y para la construcción de una nueva y mejor guardería pública.
Claro está odo este planteamiento es una hipótesis más en una visión a medio-largo plazo de la ciudad. Hoy ni la Junta ni el Ayuntamiento manejan esta idea como un tema prioritario (aunque se esté de acuerdo con ella, pues de la misma ya se llegó a hablar con fuerza en 2018, gobernando entonces el PSOE en la Junta y la coalición de izquierdas de Kichi en el Consistorio), pero sería importante tenerlo en cuenta pues los espacios libres en la ciudad se agotan. Y con el tiempo podíamos lamentarnos por lo no realizado. Para el Pópulo, más allá de la salida de unas decenas de familias, sería un auténtica revolución económica que, bien aprovechada, debería de favorecer a buena parte de su vecindario: nuevos comercios, nuevos restaurantes y bares, más vida en el barrio, uniendo a ello el hotel que ya se construye en la Casa del Almirante, y recuperando los edificios residenciales que aún quedan por rehabilitar. Para el conjunto de Cádiz, sería una clara apuesta por la cultura y por su patrimonio histórico.
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