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Antonio Gallardo anda estos días atareado de aquí para allá con una frase, más gaditana imposible, en la boca: "Pa qué me habré metío yo en ná". Celebra por todo lo alto los 50 años del bar que regenta, el Malagueño, en pleno corazón del Pópulo. Y entre tanto trasiego, la vida sigue igual en el establecimiento. Gallardo atiende a los proveedores, Silvia limpia el expositor de tapas y Antonia Ruiz, la madre de Antonio, prepara sus guisos en la candela de su casa, arriba del bar. El auténtico 'malagueño', Francisco Gallardo, falleció en 2000 antes de ver cómo su bar se convertía en uno de los referentes gastronómicos de la ciudad, gracias al tarabjo de sus hijos Antonio y Paloma. Aquella tasca que ocupó, primero, un local donde se alquilaban carrillos de mano y luego aumentó sus metros con la carbonería colindante, fue abierta en marzo de 1963 por un hombre natural de Yunquera (Málaga), lugar de procedencia de muchas personas que buscaron entonces su futuro en Cádiz. "Los Toledo, que eran de Yunquera, abrieron en el Cerro del Moro, antes de fundar el SuperCadiz, un almacén-bar llamado 1º de Mayo. Mi padre se vino a Cádiz a trabajar con ellos. Luego trabajó aquí en El Pópulo en El Paraíso, un lugar donde paraban artistas y que hoy es el mesón La Posadilla. Luego le echó el ojo a este local y fundó el Malagueño", cuenta Gallardo tras descolgar de la pared una foto en blanco y negro con su padre rodeado de parroquianos.
El bar que vende casi cuatro kilos de albóndigas al día, una especialidad celebrada y promocionada por Javier Ruibal o Pasión Vega, tiene en la cocina casera su principal activo. En el Malagueño, "el cliente es amigo". Silvia, la encargada, defiende con orgullo que el bar está "el primero en un ránking de tapas de Cádiz en una página de Facebook". Gallardo apunta que los votantes en internet aprecian "la relación calidad-precio".
El Malagueño fue epicentro de la imparable transformación del Pópulo, carro al que se subieron "políticos de todo signo cuando llevábamos varios años trabajando". Gallardo, en su doble faceta de hostelero y dirigente vecinal, ha tenido mucho que ver en el cambio. A la par crecieron su bar y su barrio, al son del Plan Urban, con el arquitecto Pepe Ángel arremangándose por el Pópulo y una máxima que es la clave del éxito comercial y hostelero de la zona: "La competencia leal entre nosotros y la búsqueda del bien común". Gallardo no olvida el trabajo de Paco Rubio en el impulso a la unión de los comerciantes del barrio.
Antonio, Paloma, Silvia, Dani y Fátima forman el equipo de trabajo que lleva las riendas de un bar convertido en referente gastronómico de la ciudad con 50 años por detrás y el reto de llegar al siglo por delante.
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