"Si no sales fuera, es imposible dar a conocer tu música"
Manolo Carrasco Tubío. Pianista
El músico gaditano dice sentirse querido en una tierra en la que se inspira y en la que ha bebido las fuentes de su cultura y de su música: el flamenco.
Recibe Manolo Carrasco (Cádiz, 1971) en el patio de su casa del casco histórico, con sus paredes atiborradas de diplomas, títulos, fotografías y carteles de sus actuaciones por medio mundo. Y en el centro, todo en torno a él, un piano centenario -"una pieza de museo", advierte- que le acompañó durante mucho tiempo en sus conciertos y que ahora descansa presidiendo uno de sus rincones favoritos. Desde ahí repasa su carrera.
-¿Cómo nació su afición por la música?
-En mi familia siempre ha habido mucha. Mi madre cantaba, también cantaba mi tío Juan, Juan Tubío; mi abuelo por parte de mi padre tocaba la guitarra, mi tío bailaba, mi primo baila también.
-¿Hablamos de flamenco?
-Sí, aunque por parte de mi madre más canción melódica, canción popular, aunque también le gustaba mucho el flamenco y las canciones de la época. Mi familia siempre ha estado muy unida a la música. Recuerdo las Navidades, nos reuníamos toda la familia y en este patio precisamente se formaban unas fiestas tremendas. Mi tío tocaba la guitarra, bailaba, yo con el piano; la verdad es que son unos recuerdos muy bonitos.
-¿Y de sus hermanos sólo ha salido músico usted?
-Los cinco hermanos empezamos a estudiar música. El único que ha seguido he sido yo.
-¿Era una imposición familiar?
-No, era casi una tradición. Mis hermanos empezaron todos música, solfeo, guitarra... La educación musical iba con los Carrasco Tubío (ríe).
-¿Y el piano por qué?
-Mi padre compró un piano cuando yo tenía seis años y empecé a tocarlo. Tuve una profesora de música, Rosario, que era una mujer muy cariñosa y vio mis facultades. Ya me gustaba escuchar música de Falla siendo tan pequeño. Es muy importante en los niños tener muy buenos profesores al principio. Tuve mucha suerte. Con ella estuve dos años, y luego tuve la suerte de conocer a Rafael Prieto, que fue verdaderamente mi maestro y la técnica que tengo hoy en día se la debo a él. Luego he tenido otros muchos profesores en Sevilla, Barcelona y Austria. Aquí en Cádiz empecé en el Conservatorio y luego me fui a Sevilla, allí conocí a otro profesor que se llamaba Ramón Coll. Era muy buen pianista, había estudiado en Moscú. Me fui con él al Liceo de Barcelona y terminé mi carrera de piano en Madrid, en el Conservatorio Superior de Música, con Manuel Carra. Y luego hice cursos de perfeccionamiento con Vlado Perlemuter, que fue alumno de Ravel. Y estuve estudiando también en el Reina Sofía con Anatoli Povzoun, con Bashkirov, ya de la escuela rusa, una escuela muy fuerte. Recuerdo que fue una época con mucho sacrificio.
-¿Todo muy joven, no?
-Sí, terminé la carrera de piano con 19 años. Era todo el día tocando. Luego tuve una época en la fui a concursos. Gané diferentes concursos por España y Francia. Fue una época de trabajo y de estudio muy dura. Y luego, cuando terminé la carrera de piano, empecé la de composición, y tuve mucha suerte porque ahí conocí a Antón García Abril, mi profesor de composición. Fue un gran maestro para mí.
-Y al mismo tiempo llegaron los escenarios.
-Sí, desde que era muy jovencito.
-¿Y por qué se lanza uno tan temprano a las actuaciones?
-Porque empecé a componer desde muy pequeñito, desde los ocho años, y a los doce años di mi primer concierto. Fue en Rota. Y aquí, en el Mentidero, en la plaza, el segundo. Empecé interpretando mi música. Después empecé a dar conciertos con mis temas y también de música clásica. Profesores como Ramón Coll querían que me dedicara al principio sólo a música clásica. A mí me encantaban sobre todos los autores clásicos rusos, como Rachmaninov, Prokofiev, Tchaikovsky. Eran mis favoritos. De hecho, en broma, los amigos me llamaban Manolov (ríe) porque en los concursos tocaba a estos autores. Pero he llevado dos carreras, la música clásica y mi música, el flamenco.
-Pronto hubo conciertos en el Teatro Falla.
-He dado muchos conciertos en el Falla. Me sentido muy querido en mi tierra siempre. En el Falla, creo que el primer concierto lo di con 16 o 17 años.
-Eso es muy difícil hoy en día. ¿Se siente privilegiado por haberlo conseguido?
-Hombre, sí, la verdad es que sentirte querido en tu tierra desde tan pequeñito... Además fue muy bonito. Me acuerdo también de un concierto muy especial que di en el Pemán con Felipe Campuzano, con 14 años. Recuerdo que hicimos un cartel con el sol en su máximo esplendor, con la foto de Felipe, y un sol naciente, con una fotito mía. Fue como una alternativa.
-¿Se le llegó a considerar el continuador de Felipe Campuzano?
-Bueno, en Cádiz yo creo que en cierta manera sí. En aquella época, Felipe estaba en todo su esplendor. A mí siempre me ha gustado la música de Felipe y lo he admirado siempre mucho.
-¿Cómo surge la colaboración con un violinista de la talla de Ara Malikian?
-Es un fenómeno, un musicazo. Tengo una gran amistad con él. Empezamos haciendo programas para televisión, coincidimos dos o tres veces, y la verdad es que a mí se me da muy bien improvisar y a él también, y cuando nos veíamos ya decíamos que íbamos a improvisar. Luego decidimos hacer un concierto especial para televisión, con su orquesta, que hicimos en Madrid, hice un disco con él, que se llama Live, un concierto de música en directo, y ya empecé a trabajar con su orquesta. Ahora tenemos otro disco, Spain.
-¿Y trabajando con Ara Malikian no dan ganas de hacer piruetas en el piano?
-(Ríe) Tenemos un tema que se llama Pirueta, precisamente lo grabamos en la Diputación de Cádiz. Pero es imposible hacer en el piano las cosas que él hace con el violín. Creo que somos buena pareja tocando porque yo también soy muy emotivo y me muevo mucho, aunque no puedo saltar tanto como él (ríe).
-¿Qué le aportan las actuaciones que se ofrecen en televisión en horario nocturno?
-Los conciertos en televisión han sido y son ahora mismo una ventana para muchísimos autores y artistas. De hecho, hay casi mil autores trabajando en esos programas. Es algo que mucha gente desconoce. Es, además, la única ventana que tiene en televisión el flamenco, que tiene el jazz, la música clásica, la única ventana. Ojalá hubiera más ventanas y en otros horarios. Pero ahora mismo es una ventana para muchos artistas, mucha gente joven. Y he podido trabajar gracias a esos programas con muchísimos artistas, como José Mercé, Diego Cigala, Materia Prima.... Abre puertas, sí, y es una cosa curiosa porque desgraciadamente tenemos una guerra con las multinacionales porque ellos tienen otra ventana, como es el prime time, y están intentando perjudicar, desde hace dos o tres años, estos programas de por la noche, y eso no lo entiende mucha gente. Es una ventana que, pienso y opino, debería apoyarse mucho más. Incluso por parte de la Sociedad General de Autores (SGAE), que desgraciadamente también está en contra de estos programas desde hace unos años, algo inexplicable para muchos músicos.
-¿Usted formó parte de una candidatura de la SGAE?
-Sí, hace unos años. Por desgracia, últimamente la SGAE está muy mal llevada, es un desastre, porque las multinacionales han cogido el poder y están haciendo mucho daño, un auténtico desastre. Muchos autores se están planteando irse. Deberían apoyar a los autores y a los músicos y no perjudicarlos como están haciendo.
-Hace unos meses acabó giras por Rusia y China.
-Sí, tuve la suerte de tocar el año pasado en la Plaza Roja de Moscú, el primer artista que lo hacía, también en el Kremlin, y además China que es un gran mercado. Ya había estado antes, pero esta vez hemos hecho una gira por el sur y la verdad es que ha funcionado muy bien. Estamos preparando una gira para junio por China y también Hong Kong, Corea del Sur, Taiwan... Vuelvo a estar en Japón, donde he estado otras veces y donde gusta mucho el flamenco y nuestra música. Estamos preparando una gira a nivel mundial muy importante. En septiembre, Estados Unidos y Canadá. Después volvemos a Rusia otra vez.
-¿Son giras con el flamenco como pieza fundamental?
-En Rusia fue flamenco y en China hemos mezclado más lo que es la música clásica española con el flamenco. Estoy muy contento y es un proyecto de futuro muy bueno. China es un mercado que está empezando ahora con el flamenco.
-¿Y cuando en China y en Rusia se escucha el nombre de Cádiz...?
-Imagínate, en la Plaza Roja sonando los tanguillos. Allí fui con la Real Escuela de Arte Ecuestre, a la que compuse la música hace ya algunos años, y he tenido la suerte de ir con ellos a muchos sitios.
-¿Cómo suenan los tanguillos en la Plaza Roja?
-Increíble, con una alegría. Había además gente de España y se le saltaban las lágrimas. Los tanguillos y las alegrías.
-¿Considera que, en general, los artistas de Cádiz son profetas en su tierra?
-Yo creo que sí, que en general Cádiz siempre ha cuidado mucho a su gente, a sus artistas. Yo siempre me he sentido muy querido en mi tierra, y cada vez que vengo aquí procuro traer grandes espectáculos; siempre me he sentido muy querido en mi tierra. En ese aspecto, cuidamos mucho a la gente.
-No cree entonces que falte fe en los artistas. O apoyo.
-¿Apoyo...? Yo, desde siempre me he sentido muy querido y muy apoyado en Cádiz. En mi caso, no.
-¿Pero al final siempre hay que salir de Cádiz?
-Sí, eso sí. La cultura, sobre todo en España, se mueve mucho en Madrid. Es muy importante estar en Madrid, para muchas cosas. Por lo menos en mi caso me ha venido muy bien, y evidentemente en Cádiz es donde te inspiras, donde has bebido las fuentes de nuestra cultura, de nuestra música, del flamenco, pero si no sales fuera es imposible dar a conocer tu música, que se divulgue tu música. Es importante salir, sí, pero no sólo por ser gaditano, cualquier artista que quiera que su música sea conocida en otros sitios tiene que salir de su tierra. No es un caso único de Cádiz.
-Ya que sale usted tanto, ¿somos tan universales como se dice?
-No tanto como me gustaría, ojalá fuéramos tan universales. Afortunadamente, el flamenco ha abierto muchas puertas, ahora que se ha fusionado con el jazz ha abierto muchísimas puertas en todo el mundo. Se valora muchísimo nuestro arte fuera de nuestras fronteras. Se valora mucho nuestra música y eso nos abre puertas, y lo que tenemos que hacer es aprovechar esas puertas para divulgar aún más nuestra música.
-¿Sería usted capaz de componer para el carnaval?
-(Ríe) Eso es un arte, es muy difícil, y hay autores que se han especializado en ese arte y los admiro muchísimo. Para mí sería hasta difícil.
-¿Sin su familia habría llegado Manolo Carrasco donde está?
-Sin el apoyo, sobre todo de mi padre, imposible. Mi padre siempre ha estado al lado mío, ha sido mi apoyo. Cada vez que iba a estudiar al Conservatorio de Sevilla, me llevaba todas las semanas. Esperaba a que terminara las clases. A Barcelona. Él era comerciante y montó allí una tienda (ríe), yo creo que como excusa para estar cerca mía. Siempre me ha apoyado mucho, sin mi padre hubiera sido imposible.
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