La salida de Kichi: La evolución de un alcalde atípico

Política municipal

El político que entró con su idealismo en 2015 sale ocho años después con una gran carga de realismo

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En busca del cuarto alcalde de la Democracia

Kichi enseña el bastón de mando a la ciudadanía en San Juan de Dios en junio de 2015. / Julio González
Melchor Mateo

24 de noviembre 2022 - 06:00

Con el pelo revuelto, cara de circunstancias y en mangas de camisa, un joven José María González ‘Kichi’recibió el bastón de mando en un mes de junio de 2015 en plena efervescencia del movimiento del 15-M que venía, en principio, a darle la vuelta como un calcetín a la política. Aquel día ya hubo mucho del simbolismo que ha perseguido los dos mandatos del alcalde al frente de la ciudad, con un discurso de toma de posesión muy idealista y poco realista y con la famosa escena mesiánica del ofrecimiento del bastón de mando a una plaza de San Juan de Dios absoluta abarrotada para despedir al teofilismo y saludar este proyecto.

Kichi era una de las caras visibles de esos llamados ayuntamientos del cambio que bautizó el Podemos de Pablo Iglesias, entonces bien avenido con los anticapitalistas. En este sentido, el nuevo alcalde de la ciudad era un antisistema que entraba para cambiar el sistema por dentro. Aunque ha guardado parte de su esencia, Kichi al final de sus ocho años ha terminado siendo una persona que se ha adaptado al sistema.

Siendo una rara avis dentro del estereotipo político, desde el principio tuvo una exposición pública desmesurada. No había día en los que no hubiera cerca de San Juan de Dios alguna unidad móvil de las cadenas televisivas nacionales buscando declaraciones de un alcalde atípico que en esa primera época tenía una tendencia para meterse en charcos porque hablaba con la naturalidad que está muy alejada de la política convencional.

Fue un Kichi con un equipo de Gobierno salido de aquellos círculos participativos y que llevó a San Juan de Dios a mucha gente que un día estaba en las reivindicaciones y al siguiente gestionando una ciudad.

Kichi gobernaba un ayuntamiento en franca minoría con 10 concejales frente a los 17 de la oposición. Unas veces por la falta de cintura en las negociaciones por falta del equipo de Gobierno y, en otras, por la unión de todo el arco de la oposición, los primeros cuatro años fueron los del mensaje de “los palos en la ruedas de la oposición” y el llegar a perder incluso las presidencias de Onda Cádiz y de la Fundación Gaditana de la Mujer.

El Kichi abierto y lenguaraz de los inicios fue tapándose un poco más y dosificando sus apariciones públicas, a veces hasta en exceso. Eso sí, cuando llegó la hora de las siguientes elecciones municipales, la gente todavía de Podemos lo jugó todo a la figura de Kichi, sabiendo que tenían una marca muy potente entre sus huestes. Eran días de luna de miel, donde la población todavía creía en ese hombre que veían como uno de los suyos.

Eso se tradujo finalmente en 13 concejales y rozar la mayoría absoluta. Sin embargo, esos resultados le ha permitido a Kichi gobernar el segundo mandato de una manera mucho más cómoda en lo que respecta a la oposición, pero con la explosión de la pandemia y toda su gestión.

Ha sido un Kichi que poco a poco iba mostrando más su cansancio y que cada tuit que hacía no generaba esas oleadas de aplausos que tenía antes. Incluso empezó a haber contestación en algunos sectores que hasta hace poco era impensable que lo hicieran.

Con un equipo de Gobierno más potente que el anterior, ha tenido algunas crisis como la de Eléctrica de Cádiz y los roces con sus socios de Ganar Cádiz, han tratado de sacar adelante algunos proyectos ambiciosos como el de la plaza de España.

Sin embargo, pese a que mareaba la perdiz, Kichi ya se estaba yendo antes de irse. Eso sí, ha cumplido su promesa de los ocho años.

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