Salida del 'Juan Sebastián de Elcano': Cádiz culmina su semana de Reyes

"¿Su majestad ha entrado ya?"; "En un Seiscientos ha llegado". Esta es una de las conversaciones cogidas al vuelo, no todas tan irónicas, entre las miles de personas que se han agolpado esta mañana en los alrededores del muelle de Cádiz para seguir la partida del buque escuela 'Juan Sebastián de Elcano', en una ceremonia tan apegada a Cádiz como el propio barco y su historia y que en esta ocasión ha tenido un ingrediente especial: el embarque como guardiamarina de la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, y la presencia en el recinto portuario gaditano de los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia, cuya asistencia ha servido para cerrar de alguna forma esta semana que arrancó, el lunes 6 de enero, con la también esperada de otros Reyes bien distintos.

Cualquier lugar ha servido para seguir el acto: una plaza de Sevilla atestada esperando con paciencia la siempre rauda llegada del coche de los Reyes; la primera reja del muelle que separa el recinto portuario del carril bici, inutilizado por unas horas por la movilización popular; la tradicional verja del muelle que acota la instalación de la avenida del Puerto; las aceras de esta vía tomada por los ciudadanos y por, de nuevo, un considerable despliegue policial, e, incluso, los jardines de Canalejas. Una despedida la de los gaditanos que también tuvieron la posibilidad de acceder al cantil del muelle por la terminal de cruceristas, hasta completar aforo, previo paso por los arcos de seguridad y el escáner como si fueran ellos quienes iban a embarcar en algún buque. Toda seguridad, habrán dicho los responsables, es poca ante la presencia en Cádiz del núcleo central de la Familia Real española.

Todas estas personas desplegadas por todos los rincones del muelle y sus alrededores se han sumado a quienes más tuvieron que madrugar: a las ocho de la mañana ya estaban entrando en el muelle, por el acceso principal de la plaza de Sevilla, los familiares de los guardiamarinas que realizarán este crucero de instrucción y que contaban con acreditación y pase especial. Ellos, lógicamente, pudieron ver toda la ceremonia desde las primeras posiciones, junto al buque escuela, como suele suceder en cada partida del buque escuela.

Eso sí, quienes despidieron el buque desde la lejanía, encaramados en la verja del muelle, pudieron ver con cierta perspectiva la siempre espectacular subida de la marinería por los palos del buque escuela y seguir la ceremonia a través de la megafonía de la embarcación. Momentos antes de zarpar se abrió algo más el acceso al recinto portuario y mucho público optó por acercarse algo más a la zona donde estaba atracado, ya por poco tiempo, el casi centenario buque español.

Sorprendente ha resultado en cierta forma la aglomeración de público, varios centenares, en el acceso al muelle por la plaza de Sevilla con el objetivo de ver la entrada de la comitiva real en sus coches, lo que supone esperar mucho rato para un paso de unos segundos. También hubo en ese punto momentos para la hilaridad: puesto que el puerto gaditano seguía con su actividad habitual y los camiones accedían y salían del recinto por la plaza de Sevilla, la entrada de un gran camión con productos ganaderos sirvió para amenizar la espera. "Ahí va el gobierno", dijo un hombre.

En cuanto los Reyes entraron en el muelle, en un Audi que no en un Seiscientos, una parte del público optó por buscar hueco en la ya completa verja del muelle o por entrar a través de la terminal de cruceristas para seguir algo más cerca la ceremonia. Otras personas, sin embargo, se quedaron en la plaza de Sevilla para contemplar el fugaz segundo paso de los Reyes: su salida del puerto para abandonar Cádiz.