“Nos salvamos porque son ya muchas las pensiones que han cerrado”
Consecuencias del covid en el sector hotelero de Cádiz
Verónica Isaac, de la Pensión Cádiz, pronostica que el principio de año “pinta mal” sin carnavales
Hay que hacer muchas cuentas y muchos pronósticos. Y más si se trata de una empresa familiar en la que todos hacen casi de todo, incluso pagar las cuentas del negocio. No tienen estrellas como los grandes de la hotelería pero hacen magia para cubrir las necesidades que genera el negocio familiar.
Es la Pensión Cádiz, ubicada, desde hace 40 años en la calle Feduchy. Desde 2016, la gestiona, junto a la Pensión La Cantarera, la familia de Verónica Isaac.
Y junto a ella, su pareja, su cuñado “y, de vez en cuando hasta mi madre”. El otro alojamiento, el de La Cantarera, lo tienen en la calle Montañes, también muy céntrico.
En esta nueva normalidad que llegó de la mano del coronavirus tuvieron que adaptar sus instalaciones al nuevo protocolo, pero, por no tener, no tenían ni protocolo. Los hostales sí lo tienen por el hecho de ocupar un edificio entero, de manera que ellos, al estar compartiendo edificio con otros vecinos, han tenido que acoplarse al protocolo creado para campings y albergues .
Son sólo diez habitaciones, la mitad con cuarto de baño y la mitad sin él, y están muy acostumbrados a tener la pensión casi al completo durante todo el año. pero este 2020 ha venido muy distinto y les ha obligado a hacer las cosas de manera muy distinta.
Septiembre, por ejemplo, según Verónica Isaac ha sido siempre un buen mes. “Ha sido como una prolongación del verano. Siempre con muchos mochileros, gente muy joven, turistas italianos, alemanes y mucho polaco que aprovecha las buenas conexiones aéreas entre Sevilla y Polonia”. Pero Isaac afirma que ese turismo ha desaparecido. En septiembre estaban también acostumbrados a algunos erasmus que se alojaban en la pensión un par de días mientras no encontraban piso, trabajadores, gente que venía a Cádiz desde el Campo de Gibraltar o la Sierra a hacer papeles y preferían pernoctar aquí. Todo eso se ha parado”, repite.
Verónica Isaac lamenta el daño que está haciendo a su negocio la falta de turismo internacional. “Para colmo, en la Universidad ha bajado mucho el tema de los intercambios con otros países y, ahora, los papeleos ya se hacen todo online”.
Y buscan cómo salir airosos de esta quema. “Nos salvamos porque hay ya muchas pensiones que han cerrado”. Habla de la Pensión España, que no llegó a abrir después el confinamiento, o el hostal San Francisco, que cerro sus puertas hace un par de semanas. Hay otros, según Isaac, que siguen ahí a medias como el Hostal Canalejas que, “me parece que sólo abre ya los fines de semana”.
Pero esta familia que regenta la Pensíon Cádiz y, junto a su amiga, Rocío Velázquez, socia de la familia, la PensíonLa Cantarera, antigua Pensión Ceuta, no sólo no piensan cerrar sino que este año no se cogerán ni las vacaciones que suelen tomarse a finales de año. “Hay que aprovechar el goteo de clientes de última hora porque la gente no se atreve a hacer planes”
La habitación cuesta entre 15 y 18 euros por persona, así que se nutre de mucho turista andaluz y de mucha parejita de la Sierra, de Extremadura o algún que otro grupito de Madrid o del País Vasco.
Así que ahora toca hacer cuetnas y aprovechar al máximo lo que se pueda. “Sabemos que se avecina unos meses de enero, febrero y marzo que pintan muy mal. Antes aguantábamos con el concurso del Carnaval, con el propio Carnaval, el puetne de febrero y con la Semana Santa. Pero este año todo se ha parado”, se lamenta Verónica Isaac.
Y ellos, a pesar de no tener un protocolo propio, se han tenido que adaptar al de los campings y albergues. “Por ejemplo, algo tan simple como que teníamos baños comunes así que hemos tenido que quitar las toallas para intantar compartir cuanto menos mejor. Y, a partir de ahí, dosificadodres de gel y champú, hidroalcoholes en distintos puntos, pantalla protectora en la recepción, hemos tenido que quitar la mayor parte de los objetos decorativos de las habitaciones, sin olvidarnos de que, al dictado del protocolo, las maletas que suelen dejarnos en consigna hay que meterlas en bolsas de plástico o desinfectar las llaves de la habitación”.
Esta propietaria de la Pensión Cádiz recuerda que al principio reinaba la inseguridad pero “ya nos sentimos más seguros”. Tras el confinamiento no lo dudaron y abrieron del tirón, “pero nos llevamos muchos días sin clientes o con sólo dos o tres clietnes”. El buen momento les llegó más bien a partir del 25 de junio, pero afirma que, desde el 31 de agosto la cosa ha ido a peor, “a pesar de que tenemos las habitaciones casi a mitad de precio, son muchas las cancelaciones por culpa del miedo que ha llegado de la mano de esta nueva ola de contagios”.
Esta familia, y su socia, Rocío Velázquez, dice estar “dispuesta a aguantar, no nos queda otra”.
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