Sara Baras: "Cádiz está muy presente en mi baile, en mi persona y en mi corazón"
"Agradecida" y en el momento en que se encuentra "más fuerte" de su carrera, la bailaora y coreógrafa gaditana celebra el VIII Premio Federico Joly que le otorga el Grupo Joly porque ‘Diario de Cádiz’ "es algo muy nuestro"
"Mi pasión con este trabajo no se limita a bailar, también a estar en la creación desde el principio hasta el final", asegura la artista que también conmemora los 25 años de su Ballet Flamenco
La bailaora que alzó el vuelo con los pies siempre en la tierra
Madrid/En poco más de una hora, Sara Baras tiene que pisar un día más el escenario del Teatro EDP Gran Vía que, un día más, estará lleno hasta la bandera y que, también un día más, verá al público, como impulsado por un resorte, levantarse de sus asientos y batir palmas hasta la extenuación. “Y eso ocurre porque nunca es un día más. El que se sienta aquí merece todo nuestro agradecimiento y nuestro respeto y eso se lo transmitimos con nuestra entrega. Es algo que tenemos grabado a fuego”, dice, antes de alzarse con Vuela, durante esta conversación que se produce en el patio de butacas del coliseo madrileño mientras su compañía continúa con el ensayo en la escena del teatro de la arteria principal de los espectáculos de la capital de España. Un enclave al que la gaditana regresará en septiembre 2025, tras una temporada donde ha agotado todas las entradas. Un teatro del que se despide triunfal el 12 de octubre para volver el año que viene, y con el VIII Premio Federico Joly bajo el brazo.
Pregunta.–Aunque su carrera no está exenta de premios, no sé si tiene cierto componente especial este Federico Joly
Respuesta.–Pues me hace mucha ilusión y lo considero importante porque es un premio muy nuestro. Ahora mismo me acuerdo mucho de mi padre, al que le llevaba siempre todos mis premios, las medallas los reconocimientos... Con este se pondría muy contento. Es que es un doble orgullo, por el premio en sí y por representar de alguna forma a la cultura, que he hecho con una carrera, yo creo, muy seria y una trayectoria tan bonita, donde el nombre de Cádiz siempre ha estado por delante. Es un premio muy bonito, me emociona mucho pensarlo y lo agradezco en el alma porque viene de un lugar (Diario de Cádiz) que es muy nuestro. Eso sí, estos reconocimientos a la trayectoria te hacen pensar en los años que vas cumpliendo aunque, como digo últimamente, creo que estoy más fuerte que nunca (ríe).
P.–Y tanto, en su último espectáculo son contadísimos los momentos en los que está fuera de escena. Por cierto, 25 años ya de compañía y otros tantos más bailando. ¿Cuál es el motor que la impulsa a seguir bailando y creando?
R.–El amor a lo que hago y el respeto al público, sin duda. Por un lado, siento que soy una privilegiada por poder dedicarme a algo que me apasiona tanto y, por otro, el respeto que le tengo al público lo tengo siempre muy presente. Con el Ballet Flamenco Sara Baras hemos pasado las 5.000 funciones y, te lo prometo, todavía sigo con una ilusión y una entrega que me sorprende a mí misma, pero es que el agradecimiento que le tengo al público es infinito. Lo mío es una compañía privada, se mantiene del público, y el público responde de tal manera que lo tengo clavado en el corazón y no me deja bajarme de ese agradecimiento. Por otro lado, y aunque la responsabilidad es dura, también me siento comprometida con todas esas chicas que empiezan y se fijan en tu trayectoria como un ejemplo. Por ello, también estoy orgullosa de que en mi carrera hay, además de trabajo, valores muy importantes, valores de equipo, personales, y siempre intentando enamorar al público sean cuales sean sus costumbres y su lengua.
P.–Una compañía donde los jóvenes mirarse, pero también de donde han salido artistas a volar solos, por nombrar uno de ellos, el cantaor Israel Fernandez.
R.–Y eso es un orgullo. Aquí se dan dos circunstancias, primero, es prueba del nivel de trabajo y de entrega que hay aquí, que no es sólo que uno sea bueno sino que en esta compañía se crece porque tienes que entregar el 100% a diario, y eso hace que el talento vaya para arriba de una manera bestial. Y, segunda cuestión, es que este proyecto es también un escaparate, recorremos todo el mundo y el público es muy listo, y cuando le gusta algo no se suele equivocar. Además, aunque funcionamos como proyecto común todos a una, como espectáculo, yo intento dar el sitio a todos los artistas, pienso que debe ser así. Y, bueno, con Isra es que me alegro tanto... Tengo una relación muy bonita con él y me siento parte de su historia porque es un artistazo y un súper compañero. Sigue igual de lindo y de compañero que cuando empezó y tiene por delante un carrerón.
P.–El público ve a la Sara Baras que baila, pero están la coreógrafa, la empresaria, la directora escénica... Dicen de usted que le gusta estar presente en cada fase de un proyecto, ¿es así?
R.–Es que mi pasión con este trabajo no sólo se limita a bailar, también a crear de principio a fin, desde que llega el germen de la idea. Cuando miro atrás, veo muchos espectáculos y, quitando dos, todos los he dirigido y todos los he coreografiado yo, estoy muy metida en todo, es verdad. Me gusta hacer el guion, formar el equipo para llevar la idea a cabo, ver vestuario, luces... Hombre, luego me rodeo de gente muy valiosa, muy talentosa, para llevarlo todo a cabo, pero es fascinante ver cómo una idea crece desde el principio. Y coreografiar, es que es algo natural en mí desde niña. Mi idea de ver la danza y el teatro viene de hace mucho tiempo y de una forma muy pegada al propio acto de bailar.
P.–Pero la energía... ¿Eso de dónde se saca?
R.–(Ríe) Mira, me acuerdo que uno de los chicos, yo creo que fue Mati (actual cantaor de su compañía), al principio de estar con nosotros hicimos una noche estupenda, luego una segunda de nuevo súper fuerte y al tercer día dijo, ¿pero esto es todos los días así?, ¿esta mujer se entrega así todos los días? “No te queda ná, le dijeron”... Y es verdad, intento que ni yo, ni nadie que trabaje conmigo, se ahorre una gotita de sudor porque creo que ahí es donde está el crecimiento. La energía, como te decía antes, la saco del propio agradecimiento y respeto al público, y que un espectáculo salga bien te tiene que dar empuje para enfrentar el siguiente. Los otros días hacíamos cuenta y hemos visto que tenemos espectáculos de los que hemos hecho 700 funciones, cosa que crees que no puedes superar, pero viene el siguiente, y lo consigues. La energía no se agota, es sumatoria. ¿Te acuerdas de Alma, la energía de Alma? Pues creo que gracias a ella he podido hacer Vuela.
P.–Durante mucho tiempo usted ha mantenido que no hay mejor motivo para bailar que ayudar, pero con ‘Alma’, dedicado a su padre, me dijo que había encontrado otro buen motivo, recordar. No sé si se refiere a eso...
R.–Exacto, eso es. Porque de Alma aprendí, a recordar bailando. El poder haberle podido bailar a mi padre, y a la memoria de mi padre –el padre de Sara Baras falleció estando de gira con ese espectáculo–, me ha enseñado a poder bailar al cielo, bailar para arriba. Evidentemente la pérdida de mi padre no es comparable, pero te aseguro que para mí fue muy importante la pérdida de Paco (de Lucía, a quien está dedicado este Vuela). Yo estaba en Londres haciendo La Pepa, justamente La Pepa, y fue un hachazo. Yo necesitaba también expresar esos sentimiento bailando, que es mi lenguaje, y te das cuenta de que es un regalazo poder recordar a las personas que han sido importantes en tu vida, no sólamente desde la pena de haberlas perdido, sino con la alegría y el agradecimiento de haberlas tenido.
P.–’La Pepa’... ¿Tiene algún recuerdo de cuando ‘Diario de Cádiz’ la convirtió unos años antes en esa alegoría de la Constitución del Doce para amadrinar el primer número de ‘El Conciso’?
R.–El recuerdo es de los más bonitos de mi vida porque yo estaba embarazada y nadie lo sabía todavía. Acababa de parar de bailar y, al nada, el médico me dijo que descansara pero hice ciertas cosas y, una de ellas, fue esa, vestirme de La Pepa, sentirme La Pepa. Ya, después de tener al peque, fue cuando hice el espectáculo de La Pepa, pero estuve todo el embarazo con ese recuerdo, con lo que le tengo un cariño especial a ese momento. ¡Y lo bien que lo pasamos ese día! ¿Qué bonito fue, verdad? Además, es que representaba más que a La Pepa, que ya de por sí es muy grande, pero la manera de maquillarme, de vestirme, de disfrazarme, era muy de la tierra, muy de Cádiz, muy del flamenco, muy de carnavales, muy de nuestra imagen y de nuestro saborcito... Fue un día precioso.
P.–Y hablando de Cádiz, en su compañía hay artistas de Cádiz, sus temáticas han sido no pocas veces gaditanas, pero ¿qué hay de Cádiz en su baile y en usted misma a nivel personal?
R.–Yo creo que a nivel profesional está clarísimo que en mi baile se nota la tierra, en mi forma de expresarme, en mi forma de montar los espectáculos, en mi colorido, siempre está presente el mar, la brisa, aunque sean profundos, no suelen ser espectáculos tristes, siempre está la alegría de la que tanto presumimos los gaditanos; y a nivel personal pues yo sigo bebiendo de la grandeza de nuestra tierra y el orgullo que sentimos los gaditanos por lo nuestro está también muy clavado en mí. Decía el maestro Paco de Lucía que, por mucho que uno viaje, nunca puede olvidarse de donde viene; y estoy totalmente de acuerdo. Cádiz está muy presente en mi baile, en mi persona y en mi corazón.
P.–¿Siempre tuvo claro que el baile era su camino?
R.–Sí, desde niña, y no tengo palabras suficientes para agradecer a Dios, al universo o a la propia vida por poder compartirlo y conectar con tantas personas diferentes. Tenía muy claro que mi vida iba a ser alrededor del baile pero nunca, nunca, me imaginé que iba a llegar tan lejos.
P.–Premio Olivier de la danza en Reino Unido, un reconocimiento que sólo tienen en España usted y la bailarina Tamara Rojo; ha llevado el flamenco a escenarios donde era impensable; ha bailado, prácticamente en todo el mundo... ¿Ha costado romper fronteras físicas y metafóricas con el flamenco?
R.–Yo es que le doy las gracias a los maestros de otra generación como Paco de Lucía, Carmen Amaya, Antonio Gades, Enrique Morente, Camarón... Ellos sí que lo tuvieron difícil y nos abrieron las puertas del mundo al flamenco. Nosotros llegamos y el público ya estaba enamorado del flamenco, ahora es más fácil cruzar el mapa, no sólo físicamente, sino con la tecnología y con todo. A nosotros, como generación, lo que nos ha tocado es profundizar en esos caminos abiertos y expandirlos. Pero es alucinante, cosas como el Olivier, un premio de danza mundial... Es un orgullo como flamenca, como gaditana, como andaluza, como española... Es lo que hablábamos antes, cada frontera rota, cada reconocimiento de este tipo, no es que lo veas como un logro, que también, sino como un impulso para querer bailar mejor todavía, llevar el flamenco a más lugares, a más sitios. Alma, por ejemplo, abrió la temporada del Sydney Opera House y con un llenazo y con un cariño la gente sobrecogedor. ¿Es difícil? Sí, claro, es tontería, es difícil, pero cuando lo consigues no hay que desperdiciar ni una oportunidad para seguir poniendo nuestro arte donde los maestros lo querían poner. Porque es un arte grande, muy grande.
P.–¿Es Sara Baras un género en sí misma?
R.–Pues lo que me parece importante es tener ya un sello propio, una marca. Si sirve de algo que se cree una escuela seria, honesta, con un estilo y, por supuesto, con mucho respeto a los maestros y sin parar de estudiar y de trabajar, pues me parecería maravilloso y también algo que nunca pensé que pudiera pasar. Yo lo que intento es que el que salga de la compañía salga con mucho aprendido, no sólo a nivel artístico, sino con valores ligados a la seriedad, a la honestidad y a la dignidad que hay que darle siempre a esta profesión y al flamenco.
P.–Habrá cumplido mil pero, ¿tiene algún sueño, alguna colaboración concreta, o reconocimiento que le hiciera ilusión ahora mismo?
R.–Podría estar hasta mañana diciéndote colaboraciones que me gustaría hacer, teatros en los que me gustaría bailar, proyectos que me gustaría abordar... Yo soy muy soñadora, sigo soñando oportunidades y llevar mi baile y el de mi gente lo más lejos posible. Lo que pasa es que también sueño en otros terrenos. Sinceramente, sueño más con que ojalá el Hospital de San Juan de Dios descubra algo para ayudar a las niñas Rett, sueño que voy a ver eso, sueño que estoy bailando para celebrar que han conseguido algo para aliviar el dolor de estas niñas. Eso me puede más que lo demás, no sé si ahora, al ser madre, me ha cambiado toda la vida. Por eso a veces digo, todavía tengo que bailar mejor porque mi voz es mi baile y con ella puedo ayudar un poco más.
P.–Casilda Varela propone que el Teatro del Parque se llame Sara Baras, ¿y eso, le haría ilusión?
R.–¡Ay, Casilda! Imagínate, eso ocurre y yo me muero. Pero ahora mismo yo tengo ya a Cádiz con el Premio Federico Joly y estoy súper contenta con él.
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