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El secreto mejor guardado del Teatro Romano de Cádiz: Visita a unos restos arqueológicos nunca vistos

Las caballerizas de la Posada del Mesón, que todavía no son visitables para el público, custodian la parte "más interesante" del coliseo gaditano, incluidos diez enterramientos

"Si el Teatro Romano de Cádiz está cerrado para 'Orgullos@s de Nuestra Historia sería una gran noticia"

Una imagen del yacimiento del Teatro Romano en el espacio que ocupaban las caballerizas de la Posada del Mesón. / Julio González

Cádiz/Es una puerta blanca, pequeña, corriente. Una puerta que bien podría conducir a un cuarto de limpieza (ni siquiera piensen en la categoría de puerta de oficina) custodia el secreto mejor guardado del Teatro Romano de Cádiz. Un puerta como cualquier otra puerta, ramplona, dispuesta discretamente en uno de los muros del patio de la Posada del Mesón, materizaliza, sin embargo, el umbral que separa todo lo que conocemos del coliseo construido en el siglo I a.n.e., de la punta del iceberg de todo lo que nos queda por conocer. Porque “el Teatro Romano de Cádiz no se agota”. Lo dice su director, Francisco Alarcón, cuando de su mano nos hemos plantado, subiendo y bajando restos arqueológicos nunca vistos por el público, en ese lugar especial donde se abrazan el escenario y el graderío del monumento levantado por Balbo el Menor. El lugar donde, con nuestros ojos legos, empezamos a comprender la majestuosidad de la joya de Gades. El lugar donde empezamos a comprenderlo todo.

“Cuando esto pueda ser visitable, representará un nuevo atractivo al circuito porque explica una parte del teatro hasta ahora desconocida, una parte muy interesante, la de cómo se articula el escenario y su relación con el graderío”, nos coloca Alarcón en el nivel de importancia de este espacio de unos 112 metros cuadrados que en el siglo XVII ocupaban las caballerizas de la Posada del Mesón.

También el arqueólogo se preocupa por situarnos espacialmente en el enclave, que no en vano andamos a cotas de 6 metros por debajo de nivel de suelo actual para alcanzar un punto que sería uno de los extremos del escenario del teatro, en la parte más profunda excavada hasta ahora, y desde la que podemos contemplar los principales hallazgos de este contenedor. Y ahí está, perfectamente visible, el aditus –el pasillo por donde los mandatarios accedían a las primeras gradas del teatro–; la continuación de la grada anular visitable y su arranque; y el muro desde donde partiría el que sería el imponente graderío, perdido en parte con el paso (y los saqueos) del tiempo, sí, pero que nos deja ver las artes constructivas del mundo romano. “Eso es lo bueno de tener un teatro roto, podemos llegar a un nivel de conocimiento más profundo”, se congratula el director del yacimiento que, además, se preocupa de que nunca perdamos la referencia del Cádiz de hoy.

El director del yacimiento y centro de interpretación del Teatro Romano, Francisco Alarcón. / Julio González

Ahí, a la derecha, está la Casa de Estopiñán, por donde siguen los restos del Teatro Romano, que se esperan recuperar en la próxima intervención; y sobre la continuación de la galería anular, la Casa de la Contaduría. Casi nada. Y es que estamos en pleno Pópulo, el barrio donde hay conservados (y no conservados) más inmuebles de carácter patrimonial de Cádiz.

“La galería por este tramo está rota por la medianera, así, lo que se ha conservado es la mitad de la bóveda, pero pasa por debajo de la Casa del Contaduría; por aquí, por las Caballerizas, nos faltaría toda la otra mitad. Sin embargo, la idea ahora es recuperar este tramo y dejar esa mitad de la bóveda que está en la Contaduría eclesiástica descubierta, con lo que se recupería esa parte de la galería y conectaría con la que ya se puede visitar y que ahora está cortada por una placa de pladur. Bien, pues aquí estamos en la otra cara de ese pladur, ¿ves?”, indica Alarcón que enmarca esta futura intervención dentro del proyecto de ampliación del Teatro Romano que está a la espera de una nueva licitación tras quedar desierto el primer proceso llevado a cabo, tras años y años de espera, por la Junta de Andalucía.

Unas obras que contemplan no sólo un cambio de itinerario en la visita al yacimiento y centro de interpretación, ya que se conectan los restos de Estopiñán con la actual parte del teatro visitable, sino que pone en valor los resultados en sí mismos de todas estas excavaciones llevadas a cabo en las Caballerizas de la Posada del Mesón desde el año 2000 en diferentes campañas y cuyos resultados nunca vieron la luz para el gran público.

Unas excavaciones que se suceden en diferentes campañas desde el año 2000

Otra imagen del yacimiento del Teatro Romano en las caballerizas de la Posada del Mesón. / Julio González

“Sí, prácticamente, desde principios de este siglo se viene interviniendo aquí. Comenzó Francisco Sibón El Rubio y las últimas excavaciones ya estuvieron a cargo de Juan de Dios Borrego”, agradece Alarcón a tantos compañeros el trabajo en este área que “para nada estaba como la vemos ahora”. “Para llegar a esto se han ido derribando muros de patio, podemos ver ahí los de un aljibe, se han ido derribando salientes que había de la Casa de la Contaduría hacia acá, es decir, se han realizado una serie de modificaciones estructurales importantes para recuperar este espacio”, detalla.

Y el resultado, impresiona. No sólo queda al descubierto el aditus (al que le faltaría su parte abovedada), también se contemplan los huecos en la pared (michenales) hechos para que en su tiempo fueran ocupados por las vigas de madera que llegarían al muro que se puede ver en el primer pozo de sondeo del centro de interpretación Theatrum Balbi, donde hay un entarimado de madera que, efectivamente, simula el escenario. “Pues debajo de ese entarimado de madera habría un espacio practicable con trampillas por las que aparecerían y desaparecerían los actores y donde se escondería el telón”, explica el experto que tendría que excavar “todavía a un nivel más bajo” para escudriñar su existencia.

Además, también se ha dejado al descubierto una parte del muro grande a partir del cual se desarrollaba hacia arriba el graderío que iría por encima de la bóveda de la galería. “Se ve perfectamente cómo aprovecharon la roca natural, que está ahí retallada , y como en esta parte se recoge todo el empuje del graderío, es la parte que el graderío tiene más masa y más volumen, hay un mazacote enorme de hormigón, que entonces no se vería porque iría forrado por el muro de sillería, que seguiría en alza para arriba unos cuantos metros”, explica el arqueólogo sobre “la parte más original de los teatros romanos”. “El esquema del teatro es el mismo en todo el mundo romano, hay un edificio escénico y un graderío semicircular; por ello, en el sitio en que esas dos edificaciones confluyen, es donde hay más originalidad y más variabilidad, porque las soluciones que se adoptaban dependían de la topografía y de los materiales que se utilizaban”. En Cádiz, claro, la piedra ostionera, “una piedra muy porosa” y que, por lo que se puede ver en las caballerizas del Mesón, estaría toda aplacada en mármol. “Fíjate aquí, aunque no vemos el revestimiento de mármol, sí los calzos para que las placas después quedaran perfectamente alineadas”, llama la atención el profesional.

Esa misma piedra ostionera, machada como en granito con las esquinas y fragmentos de sillares, es la que también encontramos en esos paquetes que están rellenando todavía parte del aditus y que se crearon por las labores de saqueo del teatro. “Hay casi dos metros de relleno”, calcula Alarcón que hace fijar nuestra atención sobre algunas llamativas estructuras construidas sobre el residuo. “Enterramientos del siglo V-VI”, confirma. De ellos se han recuperado “unos nueve o diez” que se dejarán, además, en la futura visita al público, y donde “no se han encontrado restos óseos, excepto en uno, y sólo parte”.

Pero todavía hay más, que las excavaciones en las Caballerizas de la Posada del Mesón han dado mucho de sí hasta, incluso, variar la idea inicial que se tenía de ciertas partes del teatro. “Si te fijas, ahí –en la pared que limita con la Casa de Estopiñán y donde se perfilan perfectamente las jambas y el arco– hay otra galería, es decir que la galería anular, al llegar a ese punto, giraba 90 grados”, descubre Alarcón que ilustra que esa galería es la que permitiría acceder desde el exterior a la galería anular. “Entonces, ya sabemos que el público que iba a las primeras gradas lo hacía por el aditus pero que las personas que iban a las catorce gradas de la misma cávea, los equites, accedían por esta galería de la que no teníamos constancia. La verdad que nosotros pensábamos que tendría que haber una galería paralela para que entraran estas personas, pero siempre creíamos que correría en paralelo de verdad, pero no de esta manera”.

Igual de soprendente que la mencionada bóveda que se conserva bajo la casa-palacio Estopiñán. “Sabíamos que existía pero no que fuera rampante, que va inclinada hacia arriba, es un poco oblicua”, revela sobre uno de los hallazgos de la última intervención que se ha hecho en las caballerizas. “Sí, fue poco antes de la redacción del proyecto arquitectónico de la ampliación porque, bueno, había que ver cómo se conservaba la otra cara de la galería, que no sabíamos, tampoco el grado de conservación debajo de la Casa de la Contaduría”, precisa.

Un proyecto arquitectónico que, como se ha dicho, contemplaría una nueva intervención para dejar a la luz dicha bóveda, pero que no es el único avance que merece el Teatro Romano que ha culminado el pasado año con un nuevo récord de visitas.

Se necesita mayor visibilidad al exterior

“El turismo es algo que depende de muchos factores pero sí, las expectativas son altas y se supone que con esta nueva puesta en valor seguirán creciendo las visitas”, valora Alarcón que opina que aunque el teatro “está muy bien situado” tiene “el inconveniente” que no tiene visibilidad al exterior y le faltaría estar “mejor señalizado dentro de lo que es la ciudad”.

Una visibilidad que mira de forma natural al Campo del Sur –uno de los balcones al mar más emblemáticos de Cádiz– y que, de hecho, está contemplada en el proyecto básico de reforma del Teatro Romano en una segunda fase. “Claro, sería ideal que se pudiera ejecutar. Yo creo que le daría al teatro otra presencia totalmente distinta”, reconoce Alarcón que, con todo, sigue viendo como una prioridad absoluta “garantizar la conservación de lo que tenemos fuera y de todas estas partes nuevas que se van a poner en valor”.

Andamos sobre nuestros pasos en la piedra milenaria, ascendemos dejando atrás tumbas, galerías y pasillos. Alcanzamos la pequeña puerta blanca. Tan humilde. Y cerramos un universo.

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