La sede del Ayuntamiento de Cádiz, símbolo de la dejadez

A nivel institucional, debería ser el edificio civil más relevante de la ciudad, que acoge a la autoridad municipal y donde se gestionan, se debaten y se aprueban las cuestiones que afectan al día a día de los gaditanos. A nivel geográfico, su ubicación supone prácticamente la bienvenida a todos los visitantes, la primera parada de aquellos que visitan la ciudad (sea por tierra o por mar) a través de la Plaza de San Juan de Dios, antes de dirigirse a otros puntos como la Catedral o el barrio del Pópulo. Visitantes que suelen detenerse ante la fachada mientras los guías dan las indicaciones correspondientes sobre Hércules, la heroicidad de 1812 y algún que otro episodio de los vividos en ese edificio.

Pese a todo esto, el Ayuntamiento gaditano presenta en la actualidad un lamentable estado exterior, a lo que se une un interior que debiera ser objeto de una reforma y de una reorganización de oficinas y servicios que quizás sería oportuno trasladar a otros espacios de la ciudad para hacer un uso más protocolario y ‘solemne’ de la sede de la Muy Noble y Muy Leal.

Varias deficiencias llaman la atención en un simple vistazo al exterior del edificio. En primer lugar, el estado de la pintura, con numerosos desconchones y pérdidas de color, visibles en cualquiera de las alturas de la fachada, ya sea entre los arcos de la planta baja, en el paramento que coincide con la primera planta del edificio, o en las cornisas.

El segundo elemento que llama la atención es el estado del balcón principal, con elementos arquitectónicos y decorativos protegidos con redes que hacen pensar que no se encuentran en muy buen estado; una medida que debiera ser provisional pero que se extiende en el tiempo sin que se hayan ejecutado obras algunas.

No menos llamativo son las hierbas que crecen a su antojo prácticamente en cualquier elemento horizontal de la fachada, en una especie de jardín que no se debe a ninguna apuesta medioambiental de los últimos gobiernos municipales, sino a esa dejadez que es palpable en la sede consistorial.

Las maderas de ventanas y balcones, afectadas por el agua y la humedad, el mal estado de los bajos de la piedra ostionera, fruto del efecto también de la humedad, el agua del baldeo y las micciones caninas (que no respetan ni el patrimonio ni la oficialidad del edificio); o el mal estado también de rejas y soportes de las características farolas completan la mala imagen que cualquier persona puede llevarse de la ciudad a poco que se acerque por San Juan de Dios.

Todo ello en un edificio cuyos arcos sirven de portería cada tarde a la chiquillería que incluso se enfada (insultos incluidos) con las personas que caminan por delante del edificio e interrumpe sus improvisados partidos.

En vías de solución

Este poco recomendable estado de revista de la sede municipal va a sufrir una variación en los próximos meses después de que el gobierno local aprobara hace unos días el proyecto de pintado de la fachada, que tiene un presupuesto de 53.907,29 euros y un período estimado de obras de dos meses.

Según informaron fuentes municipales, estos trabajos de mantenimiento incluirán el pintado general de la fachada así como el arreglo de algunas fisuras perfectamente visibles y localizables a día de hoy.

Un primer paso para que el Ayuntamiento luzca como merece la institución y la propia ciudad.