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La segunda casa de los cántabros está en Cádiz

El Centro Cántabro cumple cien años guardando el legado de los chicucos, esencia de nuestra historia

Teófila Martínez, con directivos y veteranos socios del Centro Cántadro, durante la inauguración de las nuevas instalaciones de la entidad hace algo más de una década.
J. A. Hidalgo Cádiz

15 de septiembre 2013 - 01:00

En 1913 un grupo de cántabros afincados desde hace años en Cádiz, algunos incluso pertenecientes a la segunda o tercera generación, decidieron unirse y abrir en la ciudad un Centro Cántabro con el objetivo de prestar atención social a los afiliados al gremios del comercio, casi monopolizado por vecinos procedentes del norte, una de las mayores colonias de residentes en la ciudad.

Un siglo más tarde el Centro sigue abierto, convertido en el segundo en antigüedad en España. Y sigue en marcha con más de 250 socios, una cifra muy alta teniendo en cuenta que el movimiento asociativo también está en crisis.

La entidad inicia este sábado los actos con los que pretende conmemorar este primer siglo de existencia. Una muestra fotográfica y la presentación de un libro abren una programación cuyo cierre ha estado condicionada a los efectos negativos de la crisis a la hora de encontrar financiación.

Este problema económico ha impedido celebrar en Cádiz la concentración de Casas de Cantabria que se inició en 2004 hasta que el gobierno regional cerró el grifo de las subvenciones en 2009, cuando se iba a desarrollar en Cádiz. Ahora se ha intentado de nuevo pero no han salido las cuentas.

En su lugar se mantendrá el tradicional Trofeo de Bolos Bahía de Cádiz, entre el 10 y el 12 de octubre próximo. Ya van por 29 ediciones, estando considerado como uno de los principales del circuito nacional. También se pretende homenajear a los socios más veteranos e incluso poner en marcha el galardón Chicuco del Año, premio que aún no está cerrado. Ya en noviembre se desarrollará una semana cultural mientras que en diciembre el centro de la avenida de Portugal se abrirá para la realización de diversas actividades recreativas, con la presencia de otras peñas y asociaciones de la ciudad.

En una mejor coyuntura económica la celebración podría haberse extendido en días y actos, pero junto a los recortes en las ayudas que se reciben tanto desde el Ayuntamiento de Cádiz como desde el Gobierno de Cantabria, el Centro Cántabro tiene que afrontar cada año el pago de determinadas tasas municipales que ahogan sus cuentas hasta el punto que han llegado a dejar en el aire la propia continuidad en sus históricas instalaciones de la avenida de Portugal. Félix Obregón, presidente de la entidad, destaca en este sentido los más de 9.000 euros que deben de abonar por el IBI al tener consideración como local de hostelería por parte del Ayuntamiento, y no como entidad social, como vienen reclamando sin éxito.

Lo cierto es que el Centro Cántabro dispone de unas instalaciones de dimensiones considerables levantadas en 2001 en el solar donde nació la entidad, lo que le permite la celebración de diversas actividades sociales y culturales.

Los terrenos de la avenida de Portugal, entonces Adriano, se compraron al poco de constituirse el Centro Cántabro. Fue un solar de 3.400 metros cuadrados que costó 8.500 pesetas. Años más tarde, las dependencias se redujeron tras un proceso de venta en 1948 y otro de enajenación en 1955, hasta quedarse en 1.400 metros cuadrados. Durante los primeros años se mantuvo también un local en la calle Sagasta, donde se desarrollaban las actividades culturales, aprovechando la existencia de una rica biblioteca y la edición del semanario Cantabria, que se mantuvo hasta los años treinta del pasado siglo con amplia información de la colonia montañesa tanto de la ciudad como de otras localidades de la provincia.

Hoy el viejo esplendor de la colonia cántabra en la ciudad se mantiene aunque hace ya mucho que este colectivo se integró plenamente en la ciudad hasta el punto que, también muchos, dejaron de viajar a su tierra de origen. Sin embargo, la crisis está cambiando esta dinámica. "Los descendientes de los cántabros tienen ahora otra mentalidad. Hay muchos jóvenes que se están marchando al norte porque aquí no encuentran trabajo y la vida les resulta más cara".

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