El siglo XVIII aparece bajo la fuente de Puerta Tierra en Cádiz
La modernización y reforma del surtidor en el acceso al caso antiguo redescubre las viejas bóvedas existentes bajo las murallas, que se quieren recuperar
Así será el espectáculo de agua y luz
La fuente de la Puerta de Tierra va a sufrir su mayor transformación en 70 años, desde que se instaló cuando se urbanizó el acceso al casco antiguo tras la apertura de los dos arcos en el lienzo de la muralla. Obra de Carlos Buhigas, como la fuente de la plaza de Sevilla, no ha tenido la relevancia de ella y, salvo los días de levante que ha permanecido encendida cubriendo de agua a coches y peatones, siempre ha pasado muy desapercibida.
Esta circunstancia, la necesidad de darle la relevancia que impone su ubicación y, vital, el precario estado en el que se encuentra toda su instalación, ha llegado a Aguas de Cádiz a ejecutar una reforma radical.
Lo cierto es que la fuente funcionaba en precario, con una de sus dos máquinas estropeadas. Diario de Cádiz ha visitado todas las instalaciones bajo la fuente y, lo cierto, es que todo el conjunto, más allá de estar cubierto por la humedad, necesita de un cambio radical.
Reconoce la presidenta de Aguas de Cádiz, Ana Fernández, que "a esta fuente le falta empaque y no se puede comparar con la de la plaza de Sevilla". Buhigas ejecutó un proyecto muy sobrio con una sola salida de agua. Pero lo que pretendía era que el chorro alcanzase los 14 metros de altura. Ese era el espectáculo, nunca conseguido por aquello de los vientos.
Por eso ahora se buscar iniciar una nueva etapa, modernizando todas las instalaciones e instalando una fuente cibernética, que permita un mayor número de chorros y juegos de colores, convirtiéndolo en un espectáculo visual que complete la fortaleza del propio frente de la muralla.
"Tras ejecutar muchas obras en la red de saneamiento muy relevantes, ahora podemos dedicarle cariño y tiempo a este proyecto", indica el gerente de Aguas, Jesús Oliden.
El nuevo equipo técnico permitirá llegará hasta 70 chorros, con juegos de música y colores y la posibilidad de realizar proyecciones sobre una pantalla de agua, ideal para las jornadas de fiestas.
"Va a ser una apuesta ganadora de forma indiscutible, no limitada al arreglo técnico".
Un proyecto que supone una importante inversión, con un equipo técnico complejo que obligará a cerrar la fuente cuando puedan producirse concentraciones de personas, como pasa con los ascensos del Cádiz.
Pero si el proyecto es relevante, la actuación tiene una segunda pata que tiene una importancia de ciudad igualmente importante.
Para sorpresa del visitante, cuando se accede a la zona de máquinas, éstas ocupan varias de las bóvedas que, hasta hace un siglo, soportaba la vía que accedía a intramuros a través de la puerta de tierra de la muralla, antes del desmonte de todos los glacis y el relleno producido.
Estas bóvedas, cargadas de humedad pero en buen estado, se convierten de esta forma en un testigos físicos de una época histórica de la ciudad, el siglo XVIII, complementando al resto del recinto de las murallas.
La intención del Ayuntamiento es sacar a la luz una parte de este legado histórico.
Hoy resulta inviable para el público acceder a estas bóvedas pues para ello hay que entrar por una trampilla existen en la planta baja del torreón.
El proyecto municipal, pendiente del visto bueno de la Consejería de Cultura y de la financiación, pues no resultará barato, supondría abrir un acceso subterráneo mediante una escalera de madera siguiendo la línea del lienzo principal de la muralla y junto a la fuente.
A la vez que se desciende, se podrá ver la parte de la muralla recuperada y que hoy está cubierta con los rellenos realizados hace cerca de un siglo, permitiendo visibilizar también el lienzo de las bóvedas.
Como se refleja en la fotografía que acompaña esta información, el paso del tranvía cruza la zona donde hoy está la fuente, y bajo ella las bóvedas hoy en uso. Durante muchos años, entre finales del siglo XIX y principios del XX, estas naves estaban habitadas. Hoy se guardan fotografías antiguas con la ropa tendida frente a la entrada a las bóvedas, hoy ocupadas por maquinaria.
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