El síntoma de La Roldana

enfoque de domingoEl patrimonio perdido

Dejadez, ignorancia, olvido y negocio han puesto en jaque parte del patrimonio artístico que le queda a Cádiz

Las tallas de La Roldana recuperadas esta semana tras entregarlas dos particulares.
P. Ingelmo/ V. León

08 de julio 2018 - 01:32

Cádiz/Cuando le preguntaron a Erik el Belga, el hombre que dormía con vírgenes góticas y el mayor ladrón de arte del siglo XX, por qué había decidido instalarse en España, contestó: "Había mucho arte sacro y el clero español en los 70 lo vendía todo tirado de precio". Aparte de ladrón, Erik siempre reivindicó desde su casa de Málaga el robo como una forma de preservación frente a quienes no daban valor a lo que tenían. Recordaba el caso de una talla que robó en Palencia y que, con el tiempo, ayudó a recobrar. Al regresar a contemplarla años después, se la encontró comida por la carcoma. Mientras Europa inventariaba todo su patrimonio en los 60, España no empezó a hacerlo hasta mediados de los 80.

Juan Ramón Miñán, coleccionista y anticuario ya retirado, pero cuya hija mantiene un rincón lleno de encanto en una esquina de la calle Buenos Aires, conoció a Erik el Belga y habló con él en un par de ocasiones: "No sé si lo que me contó era cierto, pero él me dijo que jamás necesitó robar en España, que todo lo compraba a precios irrisorios. Hablaba con un obispo y, a cambio de una cantidad, le abrían la puerta él metía la camioneta y se llevaba todo lo que le cabía".

3.000monedas y 20.000 piezas pudieron recuperarse en la operación dupondio de la guardia civil

Preguntado un experto en Patrimonio eclesiástico si quería participar en la elaboración de este reportaje tras la aparición de las piezas de La Roldana su respuesta fue negativa: "Es un tema delicado". ¿Por qué es delicado? Lo delicado del tema es que, tal y como decía Erik el Belga, una parte, no se sabe si importante o no, de la culpa de la extraña desaparición de parte del conjunto de la primera escultora registrada, Luisa Roldán, una de las grandes figuras del barroco español, se ha debido al desconocimiento y a la dejadez de la Iglesia.

Jesús Romero Montalbán, el empresario chiclanero que ha devuelto las piezas que durante más de una década nadie echó en falta, asegura que las acogió en su casa sin darles importancia porque se lo pidió el tallista marbellí afincado en La Isla, donde llegó a ser pregonero de la Semana Santa, José Carlos García. "Han estado arrumbadas en un cuartillo de mi casa cogiendo polvo".

"Lo que ha ocurrido con La Roldana es fruto de la cutrez que hay en Cádiz -explica otro experto que prefiere que no aparezca su nombre-. Hasta el año 2000, aproximadamente, no ha existido conciencia de conservación ni de mantenimiento del patrimonio, salvo los que se han aprovechado de ello. De hecho, la Iglesia nunca se ha interesado a efectos prácticos por su patrimonio y prueba de ello es que nunca se ha invertido en nada y lo que se ha hecho ha sido a costa de donaciones y limosna".

Los expertos coinciden en que este caso ha tenido dimensión por haber ocurrido en la Catedral, "pero imagina en una parroquia perdida de cualquier pueblo de por ahí. No es extraño el caso del cura de turno que vendiera una pieza de gran valor porque le hacía falta para comprar una ventana. Y el problema real es que el cura desconoce el valor de la pieza o simplemente le interesa más tener una ventana. Cualquier persona no puede gestionar el patrimonio y durante mucho tiempo ha estado al frente del patrimonio gente que no tiene ni idea".

Esto se solucionaría en parte si se cumpliera la Ley de Patrimonio de 1985 que obliga a inventariar el patrimonio, y los inventarios de la Catedral, por ejemplo, no están completos, nunca se acabaron. La Catedral es Bien de Interés Cultural (BIC), pero cuando se realizó su expediente, hace ya muchos años, no se adjuntó un inventario real de lo que había en aquel momento. Si bien, en última instancia es la Junta quien debe controlar este patrimonio pero no tiene ni tiempo ni recursos para hacerlo. Fuentes de la Junta aseguran que "el patrimonio está en buena parte inventariado, hay al menos un buen porcentaje cubierto, pero existe una dificultad real para controlarlo. Y por muchas leyes que existan, que existen, si no hay una actitud responsable por parte del ciudadano el tema falla. Basta con que haya un desaprensivo. Porque ahora lo que se hace es controlar las infracciones, pero, ¿cómo resarcir un daño que está hecho?".

Un experto en patrimonio consultado lo tiene claro, pero como no quiere enfrentamientos, lo dice desde el anonimato: "Si al Obispado le cayera una buena multa de una vez, otro gallo cantaría, pero con la Iglesia todo cambia. No se trata sólo de requerimientos por el mantenimiento del patrimonio en general, sino de hacerlos firmes y hacer cumplir la ley como con cualquier ciudadano".

Desde el propio Obisbapo se ha reconocido que durante muchos años el Cabildo ha sido un mundo aparte. El inventariado del patrimonio de la Catedral es algo relativamente reciente y lo que ahora se llama "puesta en valor" del principal templo de la ciudad no tiene una década. En cualquier caso, las piezas pertenecientes al conjunto de Luisa Roldán entraron en inventario en 1999, siete años antes de que, según su versión, les fueran ofrecidas a dos particulares "porque estaban en un almacén y las iban a tirar".

Pero el problema no es la Catedral. Es un problema generalizado. José Luis Cañizar, profesor de Historia Antigua de la UCA y persona muy activa del mundo cofrade, admite que la concienciación sobre el patrimonio en la provincia es reciente. "En el mundo de las cofradías se han hecho muchas barbaridades y sólo ahora se empieza a apreciar lo que tenemos y a ser conscientes de que una de nuestras tareas, precisamente, es preservarlo".

Parecido es lo que ocurre con los elementos singulares que integra nuestra arquitectura doméstica y urbana, debido a la ausencia de un inventario que facilite su control. Piezas como cierros, relojes de sol, portones, cantoneras, llamadores... de gran valor con los que se arrasan en multitud de ocasiones, "como cuando un promotor compra una finca histórica que tiene una servidumbre con la que no quiere cargar, con lo que al final no mantiene intacto el valor del edificio o del monumento", dice una fuente de la Junta.

Desde ADIP, la asociación en defensa del patrimonio, se es muy crítico tanto con las administraciones como con la Iglesia. Moisés Camacho, su presidente, ha denunciado que "nacimos porque la dejadez de las instituciones era cada vez mayor". Pero, sobre todo, los dardos los lanzan a la Iglesia: "A la propia Iglesia no le importa el mantenimiento de su patrimonio. Un claro ejemplo es la iglesia de la Pastora, cerrada desde hace unos años. Estamos luchando por ella, pero desde la Iglesia no nos dejan hacer nada. Y ahí está la capilla del Pópulo o la capilla del Hospital de Mujeres... Vamos, un desastre".

Mientras todo esto sucedía una parte del patrimonio sacro se ha perdido y no necesariamente por descuido. El negocio ha sido grande. La Policía conoce la existencia de anticuarios piratas. "Mientras que un anticuario legal, que además de cumplir con el fisco tiene que traer aquí a la Policía un registro de todo lo que compra, el anticuario ilegal hace todo su negocio en negro, compra en negro, vende en negro y, lo que es peor, su mercancía cae en un agujero negro". Felipe Benítez Reyes trata este hecho de forma magistral en su novela Azar y viceversa.

La Brigada de Investigación de Patrimonio Histórico, creada en 1977 como un pequeño grupo policial, centraliza desde Madrid la investigación de los que se consideran grandes casos. Se dan unos 50 al año y en su registro están inventariadas unas 5.000 piezas desaparecidas. Están en permanente coordinación con Interpol porque las principales piezas van al mercado internacional. En ese sentido, Cádiz destaca por el expolio del patrimonio subacuático, pero poco más.

"En Cádiz no hay grandes cosas, pese a que se partía de uno de los patrimonios privados más ricos de Europa en sus años de esplendor -reflexiona Miñán-. En el XVIII llegaban los grandes comerciantes y se traían sus obras de arte y su patrimonio. Hubo un tiempo en que dentro de las casas señoriales de Cádiz había una riqueza incalculable. Pero se dispersó. De hecho, en Cádiz no existe ninguna gran colección ni tampoco ningún gran coleccionista. Los grandes coleccionistas están en el extranjero".

El negocio de la venta de patrimonio se considera que está sólo detrás del tráfico de armas y el narcotráfico en cuanto a movimiento de dinero. De hecho, se ha creado una especie de superagentes. Es la Association for Research into Crimes against Art (ARCA, en sus siglas en inglés). El propósito es perseguir casos de sustracción y falsificación de piezas de arte, vandalismo contra el patrimonio cultural y expoliación de obras en guerras y yacimientos. Persiguen a gente como Stephan Breitweisser, considerado como el número 1 en robo de obras de arte, que en su libro Confesiones de un ladrón de arte explicaba cómo en apenas cinco años había cometido más de 200 robos con un valor superior a los mil millones de euros. Es sólo un botón de muestra de lo que supone este negocio.

La operación Dupondio, que permitió a la Guardia Civil recuperar 3.000 monedas, entre ellas trientes visigodos y otras del periodo islámico, y 20.000 piezas es nuestro particular caso Breitweisser. Un vecino de Calasparra, en Murcia, recibía las piezas que le enviaban piteros de toda España. Los piteros son los que trabajan con detectores de metales. Entre ellos se encontraba un matrimonio de San Fernando. Esta red había obtenido beneficios de más de 100.000 euros con los 5.000 lotes que consiguieron colocar. Al matrimonio isleño se le encontró en su domicilio miles de piezas arqueológicas que abarcaban de la época fenicia a la Primera República. La mujer, sin relación con el mundo de la cultura, tenía una actividad frenética en los portales de internet dedicados a la subasta de antigüedades.

Juan José Águila, responsable de la Unidad de Patrimonio de la Guardia Civil, recuerda que la utilización de detectores de metales está prohibida en Andalucía, lo que hace que muchos se desplacen a otros lugares con legislación más laxa. Según Águila, "algunos arrastran una decena de detenciones a sus espaldas, prefieren ser detenidos a la sanción administrativa que acarrea multa, prefieren pasar el mal rato, el ser fichados, la foto, las huellas, todo eso...". Pero las leyes no pueden con ellos. La Guardia Civil reconoce que en ese gran zoco que es internet "se sigue vendiendo de todo, desde piezas increíbles a cursos para dar el mejor uso a un detector de metales". El patrimonio de todos es un gran negocio de unos pocos.

Juan Ramón Miñán. Anticuario y coleccionista

"El anticuario de verdad es también coleccionista. Quien no lo es, no es anticuario; es un chamarilero y yo, ante todo, he sido coleccionista". Juan Ramón Miñán es un apasionado de las antigüedades. Se lo dio haber nacido en Úbeda y la herencia de su padre. "Mi padre era un maestro de la posguerra y la gente, en aquella época, le regalaba cosas, piezas, monedas, cerámica... y se fue haciendo con una pequeña colección. A los doce años me regaló unas monedas de Fernando VII y de Isabel II y ahí me entró el gusanillo". Miñán se ganó la vida con el trabajo para el que había estudiado: marino mercante, petroleros, muchos meses embarcado. "Me perdí ver crecer a mi hijo y también sentía que perdía el tiempo en el barco. Mientras estaba embarcado no podía trabajar en mi colección". De modo que dejó los barcos y en el año 85 se asentó en la calle Buenos Aires para dedicarse a lo que realmente le gustaba. "Mi trabajo hasta que me retiré era el de un intermediario. Me nutría de casas, patrimonio que se convertía en herencia y que los hijos no querían conservar, pero siempre he tenido como máxima comprar lo que verdaderamente me gustaba sin mirar si se iba a vender mejor o peor".

7 Comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último