"He sudado mucho para que me digan cantaor"
Ciudadanos de Cádiz
David Palomar es uno de los más sólidos valores del flamenco de nuestra tierra, el eslabón entre el pasado y el futuro de los cantes de Cádiz
FLamenco, carnavalero y, siempre, viñero. David Palomar no es Chano, no es el Beni, es Palomar. Y nos cuenta su historia.
-¿Se siente legatario de los cantes de Cádiz?
-Lo que siento es que esa toda corriente, vamos a decir, chanolobesca y beniniana, que la gente ve en mí, no es que yo haya querido coger ese camino, es que es natural en mí. De hecho, al principio me pesaba, porque me veía en la obligación pero al final me lo he tomado de forma natural. Yo lo que quiero es ser yo y llevar por bandera el flamenco gaditano con mi personalidad.
-Esa responsabilidad, ¿le ha condicionado en algún momento a la hora de hacer un disco o confeccionar un recital?
-Pues es cierto que Trimilenaria tira más para lo tradicional, para Cádiz, venía de los premios nacionales y me obsesionaba un poco la defensa de eso, pero La Viña cantón independiente es un disco muy gaditano donde me dejo llevar más por mi forma de componer, y me desnudo más. Y después de hacer lo de Chavela, que era otra cosa que yo tenía ahí que tenía muchas ganas, pues ahora tengo un sentimiento como que hay que estar ahí, que hay que estar con la bandera gaditana en alto porque la escuela de cante de Cádiz tiene que volver al sitio donde estaba.
-¿No lo está?
-No, es que creo que no nos toman en serio. Por ejemplo, yo siempre he escuchado de Mariana que es muy graciosa, y del Tío Chano igual, pero yo no paro de ver vídeos de ellos y yo he visto cantar en una Bienal por fandangos a Chocolate y después al Tío Chano por tanguillos y eran dos cantes grandes porque los dos eran dos monstruos. Por el hecho de que algunos palos de aquí, algunos, sean rítmicos no quiere decir que sean fáciles. Y, además, tenemos otra parte más lírica con la malagueña, los tientos, la soleá de Cádiz con sus varios estilos, nuestras seguririyas, los fandangos que hay por ahí personales... La escuela de Cádiz es una de las más amplias que hay.
-Después de sacar 'La Viña, cantón independiente', ¿notó que había incumplido las expectativas de algunos círculos ya ganados con 'Trimilenaria'?
-Pues sí... A ver, tampoco tú puedes esperar que te comprenda la gente, pero si noté que en los círculos de festivales y peñas, que son un coto cerrado y que tienen un patrón muy específico de cantaores en la cabeza, me cerraron un poco las puertas. No comprendieron mi inquietud en ese momento. Pasé de ser, uff Palomar increíble, nuestra promesa a, bah, este muchacho ya se ha perdido, con lo bien que iba... Cosas de esas. Pero con el tiempo y con la edad uno entiende que hay que aceptarlo todo. Esto es un coto privado de caza, es así, y hay que aceptarlo. Ellos prefieren escuchar a un cantaor que se parezca mucho a Caracol, Mairena, a Marchena o a Vallejo que a un cantaor personal. Y yo quiero que cuando me escuchen digan, está cantando David Palomar y no está cantando el chaval que se parece a Chano.
-Córdoba 2007, ¿fue el punto de inflexión en tu carrera?
-Sí porque por suerte o por desgracia ese tipo de concurso hace que te presten atención. Fíjate lo que ha pasado con mi compañero David Lagos, ha sido siempre un profesional como la copa de un pino y ahora que ha ganado la Lámpara todo el mundo lo quiere en sus peñas y festivales. Sin embargo, mira Camarón, fue uno de los más grandes y no tuvo ningún premio.
-Hablando de Camarón, ¿fue su peña de la calle Paraguay la que tuvo la culpa de su encuentro con el flamenco?
-Así es. Yo vengo del Carnaval y mis vivencias de infancia son de escuchar 'Los Carreros de la Alianza', 'Los Cegatos con Botas', todas esas maravillas que hicieron Paco y Emilio Rosado y el Gómez... Después de eso mi heramana bailaba con Pepín Muñoz y yo acomapañaba a mis padres a verla, pero cuando entró en la peña Camarón es cuando ya empecé a ver a más cantaores y a interesarme. También en casa se escuchaba mucho y un día le dije a mi padre que yo quería cantar como ese hombre. Camarón fue el comienzo, después ya empecé a escuchar con más detenimiento a otros cantaores. Creo que tanto para mí como para mi generación, Camarón fue la puerta para nosotros para entrar en el flamenco. Si yo no hubiera conocido a Camarón no sé si hubiera cantado flamenco...
-¿Dio clases de guitarra con José Herrera?
-Sí, en la peña antigua de Juan Villar, en la calle Pericón, que íbamos por las tardes y allí coincidimos Jesús Bienvenido, Luis Rivero... Con unos 9 o 10 añitos. Y luego iba a su casa en Enrique las Marinas por las mañanas los sábados. José decía que yotenía buenas maneras pero que era muy flojo. La guitarra es paciencia y yo tengo los dedos muy cortitos (ríe).
-¿Ha sentido alguna vez el miedo escénico?
-Al principio, claro. Pero yo ahora estoy en un punto que he descubierto que el secreto es disfrutar y hacer disfrutar. No tiene sentido subirte a un escenario cagado. De hecho, yo ya disfruto más arriba que abajo. Además, cuando uno se sube al escenario tiene que creerse su película, se tiene que sentir artista porque si tú no te lo crees nadie se lo va a creer. Así que, qué quieres que te diga, yo cuando pongo un pie en el escenario me siento el más artista del mundo. Eso me ayuda a desprenderme de gilipolladas. Es que creo que ahora estoy yo empezando a madurar.
-Para quien se dedica al flamenco, ¿es importante vivir en Sevilla?
-Creo que sí o Madrid. Yo estuve allí viviendo cuando me incorporé a la compañía de Cristina Hoyos y ya aprovechaba para hacer tablaos, sobre todo sustituciones, y trabajar con diferentes bailaores, creo que he trabajo con todos los bailaores de allí menos con Israel Galván, me he quedado con esa espina. Y es un aprendizaje, disfruté mucho. Sevilla te da la oportunidad de profesionalizarte, de ser cantaor.
-Pero se volvió a Cádiz...
-Es que todo esto va enlazado con el amor. Te explico. Mi mujer de toda la vida ha sido Anabel Rivera pero tuvimos una ruptura. Entonces yo decidí marcharme a Sevilla y partir con mis amigos de aquí porque necesitaba esa evolución a nivel personal y profesional. Y pasó el tiempo. Cada uno íbamos por nuestro lado. Pero yo volví porque me di cuenta que necesitaba respirar aquí en Cádiz ya que estaba perdiendo la identidad de mi cante. Necesitaba encontrar al Palomar salvaje y chispeante. Así que volví, me reencontré conmigo mismo, me reencontré con Anabel y fui a Córdoba y gané. Yo y mi cante nos alimentamos en Cádiz, que es quien mantiene esta picardía encendida. Necesito Cádiz.
-¿No corre el riesgo de convertirse en demasiado accesible?
-¡Eso dice un amigo mío! Y puede ser verdad... Pero a mí me da igual, si yo he estudidado 10 años en Valcárcel y he bajado toda mi vida a La Caleta, ¿qué voy a hacer ahora?, ¿qué me voy a ir al Sajorami? Yo soy de aquí y me paro con todo el mundo... Sería falso por mi parte volverme como un calcetín. Que va, yo no lo concibo... No me van las tonterías.
-¿Ha cambiado mucho La Viña?
-Yo creo que no, sigue siendo igual, antes con más necesidad y la gente estaba más unida por eso. A lo mejor ha ganado en turismo, La Caleta es un punto de visita y el árbol del Mora también. Y el Manteca, que eso sí que ha cambiado, yo lo conocí cuando era un ultramarinos... Ahí ha habido mucha solera y eso se ha perdido, ya es más turístico, es casi como un museo.
-¿Cómo ha sido la experiencia en el Concurso de Agrupaciones este año? ¿Se repetirá?
-Soy un gran aficionado y me gusta la copla en sí, un buen tango, un buen pasodoble, un buen cuplé y ya me van sobrando los popurrís y las presentaciones... Ahora, lo que es el mundo del Carnaval cada vez me parece más falso y raro. Siempre están hablando de dinero y de separaciones, se ha perdido el norte. Te hablo en plata. A mí el Concurso no me gusta, ni sus reglas, no me gusta la asociación de autores. Para que esto volviera a coger el punto de verdad que tenía, tendríamos que empezar de cero. Está amanerado hasta el público. A mí me ha sorprendido mucho la falta de respeto que hay en el Carnaval porque yo en mi disciplina veo mucho respeto. No sé, si quieren profesionalizar el Carnaval, pues vamos a juntarnos y vamos a hacerlo, todos juntos, pero no cada uno por su lado... No sé, todo es muy raro. Y lo de volver como autor, si lo hago volvería sólo porque he comprendido que el Carnaval se merece un respeto y una dedicación plena así que si vuelvo lo haré poniendo mis cincos sentidos.
-¿Cómo se conjuga la paternidad con la vida profesional?
-Es más difícil ser padre que ser artista. Pero lo llevo bien. A mí me gusta dedicarle mucho tiempo a mi hijo pero yo me siento una persona creativa, así que, inevitablamente, yo estoy con él pero me están viniendo cosas a la cabeza, ahora, por ejemplo, del disco que estoy grabando.
-Cuénteme sobre ese disco.
-Pues es el tercero y se llamará Denominación de origen. Va a ser un disco muy gaditano, pasado por la licuadora de David Palomar pero muy serio y muy tradicional. Comparto la producción con José Quevedo El Bola. Va a tocar Diego del Morao, quiero que esté Jesús Guerrero... En él vengo reivindicando mi manera de escribir, he hecho una alegría dedicada al mundo del toro, Alegrías de albero; también una bulería de Cádiz inédita de una cosa que me cantaba mi abuela de chico; también por soleá quizás haya un guiño a Ramón Jarana, por seguiriyas y fandangos los textos también son míos... Intento estar en la actualidad y escribirlo porque el flamenco también ha sido un arma de protesta, como demostró El Cabrero y Manuel Gerena.
-¿Qué paso con Levantito?
-Fue una etapa maravillosa y la recuerdo con mucho cariño pero pasó que éramos jóvenes, que fueron a Caleta Records a buscar a gente para sacar y Mario nos lo propuso, nosotros como un juego de niños compusimos canciones que resulta que conectaban con la gente y eso llegó a manos de Miguel Bosé que tenía un sello y lo editó, con tal mala suerte que a la semana nos llamó Sony pero ya habíamos firmado con Miguel... Y se hizo el primer disco, sin apenas ayuda en promoción, pero tuvo mucha aceptación. Y se grabó un segundo disco y se quedó en el cajón porque ya empezó a ir todo mal, había mucho mosqueo entre nosotros, empezaron los egos de juventud, que si yo soy más que tú que si el otro es más que otro... Total, después de hacer la versión de Killing my softly en Perversiones flamencas, decidí irme y no estancarme en un grupo de juventud, en un boom. Así que me salí de ahí y empecé de cero. Y costó porque Levantito tuvo su éxito y ese éxito de repente para alguien tan joven no es bueno. Y me costó quitarme la etiqueta porque he escuchado a gente decir, mira va a cantar el rumbero éste, y yo he sudado mucho para que me digan cantaor. Me ha costado mucho que me tomen en serio.
-¿Podría salir ese segundo disco a la luz, alguna vez?
-Pues lo que a veces me ronda la cabeza es poder volver para hacer un concierto en Cádiz y dedicarselo a toda la gente que aún se acuerda de nosotros. En el No sin Música, ¿te imaginas? Si me lo plantearan, yo hablaría con esta gente...
EL PERFIL | Del Carnaval al flamenco y, siempre, viñero
Jesús David García Palomar (Cádiz, 1977), hijo de Jesús y Manuela y hermano de Mari Ángeles y Vanessa, es uno de esos jóvenes de nuestra tierra que vive con un pie en el pasado y otro en el futuro. Amante de la solera, de lo auténtico, del respeto por los que vinieron a allanarnos el camino y a alimentar nuestros sueños con su arte, Palomar se ha esforzado por ser un eslabón entre el pasado y el futuro del flamenco de nuestra tierra. Pero antes de que el jondo lo encontrara, Palomar, nacido en la calle Trinidad, 20 ya era una cara conocida del Carnaval gaditano, una afición que lo ha llevado a participar en el COAC tanto como integrante como coautor, justo el pasado año,en la comparsa ‘Patio de las malvas’). Tras una pequeña pero inolvidable etapa en el grupo de fusión Levantito, Palomar se dedicó al cante de atrás participando con diferentes compañías flamencas, su enlace más duradero fue con Cristina Hoyos, compañía con la que trabajó 5 años. Tras regresar a Cádiz, a vivir en la plaza de Abastos y, después, en Diego Arias, conquistó los premios Caracol y Camarón del Concurso Nacional de Córdoba en 2007, lo que supuso su salto adelante. Tiene dos discos editados, Trimilenaria y La Viña cantón independiente, el espectáculo La Dama del Poncho Rojo y está grabando su tercer disco. Cartero Real, conductor del programa de radio El rincón del Palomar, David se casó hace unos años con su mujer de toda la vida, la cantaora Anabel Rivera y tienen un hijo llamado Jesús. Viven, cómo no, en La Viña, en la calle Venezuela.
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