El sueño de las cuevas María Moco
Un joven gaditano explora las antiguas grutas que recorren el casco histórico de Cádiz y parte de extramuros con la finalidad de darle un uso turístico y beneficioso para la capital gaditana
Una ciudad como Cádiz, con tantos años de historia, posee infinidad de leyendas y sueños enterrados bajo la superficie terrenal donde los gaditanos dan sus primeros pasos cada mañana. Uno de los casos más peculiares de misterios y mitos por descubrir es el de las cuevas de María Moco, un paraje desconocido para la ciudadanía en el subsuelo de la capital trimilinearia. Las grutas recorren todo el casco antiguo y los alrededores de las Puertas de Tierra.
La investigación sobre la utilidad de estas cuevas y su posible uso para fines ciudadanos está siendo llevada a cabo por un joven ciudadano, Óscar Antonio Castaño Veguilla. La ilusión por recuperar estas galerías subterrráneas "se convirtieron en una pasión y a la vez en una angustia que a día de hoy me ha quitado el sueño muchas noches". Sueños robados, enterrados, en uno de los lugares más remotos de la geografía gaditana. Por ello, Óscar no dudó en descender al subsuelo y recuperar los sueños robados en las profundidades de María Moco.
En la ciudad existen tres tipos de galerías diferentes, las más antiguas pertenecen a pasadizos que unían las estructuras arquitectónicas más relevantes del antiguo Gades, otra de las rutas es la que sirve de escape del castillo de la Villa. Aunque, en este caso, las galerías más trascendentes son las que se encuentran en extramuros, las minas y contraminas a las que se le otorga el nombre de María Moco.
Las cuevas de María Moco llevan el nombre de una mujer infeliz que allí habitó . La creación de minas y contraminas para hacer retroceder a tropas enemigas posibilitó establecer este sistema de galerías subterráneas. Las contraminas acababan en pozos que contenían pólvora para hacer saltar por los aires a los enemigos que acamparan en los glacis. Aunque, "nunca se llegó a utilizar para la guerra, solo para la guardia", afirma Óscar.
Las minas y contraminas forman parte de la historia de los gaditanos, "su uso fue clave en la guerra civil y, obviamente, en las guerras napoleónicas". Las galerías sirvieron de refugio para muchas de las víctimas de la explosión que sufrió la ciudad en el año 1947. Anteriormente, ya existían "antiguas cuevas que se aprovecharon posteriormente para elaborar las minas y contraminas", declara Óscar.
El estado de las cuevas, pese a los años de antigüedad, es bueno, incidiendo en que "no hay peligro real y hay bastante profundidad". Una de las claves que Óscar considera un problema para su apertura al público es que los respiraderos permanezcan tapiados e impidan la respiración en el interior de las contraminas. "Es necesario explorar las grutas con bombonas de oxígeno, ya que las condiciones ahí abajo no son aún del todo idóneas para pasear tranquilamente, pese a que no hay peligro de derrumbe alguno", afirma el joven explorador.
Otro de los usos peculiares que han tenido estas cuevas a lo largo del tiempo ha sido el contrabando , "era común el contrabando de la sal, que era robada del muelle. La vida útil de los túneles ,una vez finaliza , recibe la invasión de vagabundos, niños juguetones..."
Alrededor de cinco kilómetros de galerías formadas por pasadizos, minas y contraminas conforman este entramado de túneles. El tramo más largo es el localizado en la playa Santa María del Mar.
"La administración no termina de poner en valor este patrimonio, pese al gran potencial turístico que poseen estas galerías", además, reclama tomar ejemplo de otras localidades que han potenciado el uso de galerías subterráneas, como es el caso del castillo de San Fernando en Figueres (Girona).
Los costes de una posible restauración rondarían un coste elevado, debido a la amplitud de los túneles, pero se vería recompensado por el beneficio económico que a largo plazo obtendría la capital gaditana.
"La mejor zona para acceder a las cuevas y que podría ser explotada para su uso turístico es la que se encuentra a la altura del Instituto Hidrográfico, con cerca de 400 ó 500 metros de recorrido perfectamente transitable" , afirma el incansable joven explorador que no desiste en la idea de poner en valor estas galerías.
"Me gustaría colaborar mostrando toda la información gráfica y audiovisual que poseo, aportar mi granito de arena, y por supuesto crear una asociación sin ánimo de lucro alguno que se dedique a poner en marcha el proyecto de recuperación de estas cuevas para todos los gaditanos", afirma con entusiasmo Óscar, que aprovecha para dar un ligero toque a la administración, en unos momentos en los que la ciudad precisa de proyectos turísticos beneficiosos.
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