María Valle: "Para la supervivencia del Carola Ribed fue fundamental la constancia de los padres"

Educación

María Valle, que dará nombre al colegio por el que tanto luchó, recuerda las vicisitudes que pasaron las familias para evitar el cierre y conseguir un nuevo edificio

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El CEIP Carola Ribed: un bastión de la escuela pública en Cádiz

María Valle ante la puerta del colegio Carola Ribed. / Jesús Marín

Había muchos nombres sobre la mesa. Proposiciones de enjundia nacional como Almudena Grandes o Elvira Lindo. O gaditanas como Beatriz Cienfuegos o Adela del Moral, pero la comunidad educativa del CEIP Carola Ribed -las familias, el profesorado y el personal de administración y servicios (PAS)-, para cumplir la Ley de Memoria Democrática porque Ribed era la esposa de un franquista, Carlos María Rodríguez de Valcárcel, eligió que el colegio se llamara como una persona que fue clave en el futuro y la pervivencia del centro. María Valle (Algodonales, 1951) abanderó el movimiento de las familias de este colegio, primero para evitar su desaparición y más tarde para conseguir la construcción de un nuevo edificio, hoy enclavado en los terrenos de los antiguos cuarteles de Varela, en la confluencia de la calle Pueblo Gitano y la avenida de la Constitución de 1812. Así que cuando los cauces oficiales lo confirmen, el CEIP Carola Ribed dará paso al CEIP María Valle.

“Me ha dado mucha alegría. Esto no entraba en mis cálculos ni tampoco lo pretendía, solo quería que la enseñanza pública fuera de calidad. Es algo muy bonito y me llevo una alegría por las muestras de cariño de la comunidad educativa del Carola. Gracias a quienes han votado mi nombre”, señala María Valle.

La intranquilidad se instaló en el colegio durante una década antes de que en noviembre de 2006 se inaugurara el actual. A mediados de los 90 se inicia el activismo de María Valle para defender al Carola Ribed. Ella cuenta la azarosa vida del colegio desde entonces. “A comienzos del curso 92-93 nos dijeron que en tres días nos teníamos que ir al colegio Carmen Jiménez. Fíjese, con la vía del tren por medio. Los alumnos tendrían que desplazarse hasta San Severiano para cruzar por el puente o hasta Guillén Moreno para coger por la pasarela. No era nada seguro para ellos. También decían que el centro tenía problemas de estructuras, que habían encontrado aluminosis y tal, lo que era mentira. Me fui a la delegación de Educación y hablé con Francisco Menacho, que era entonces el delegado. El barrio se quedaba sin colegio público, pero conseguimos pararlo”, rememora.

"Esto no entraba en mis cálculos ni tampoco lo pretendía, solo quería que la enseñanza pública fuera de calidad"

Los padres empezaron a movilizarse “y gracias a ellos no cerraron el centro. Era un colegio muy familiar y era una pena que se perdiera, pues tenía buena fama”, añade.

María, que fue presidenta de la APA y luego -era de justicia- la harían presidenta honorífica de la AMPA, relata cómo hasta 1995 “se vivió un periodo de incertidumbre. Hasta entonces no tuvimos el apoyo del alcalde Carlos Díaz. Sin embargo, al llegar Teófila Martínez, y poco después de estar en el cargo, se comprometió con los padres a ceder los terrenos de Varela para construir el nuevo colegio”.

Ahí comenzó la lucha para un nuevo colegio y la pelea con todos los delegados provinciales de Educación que hubo. Recuerda María a Salvador Pagán, Pilar Sánchez y Manuel Brenes. “Todo fue a base de muchas manifestaciones, de cortar carreteras y de colarnos en cualquier acto en el que aparecía un político. Eso sí, siempre con respeto. Llegamos a meternos en la sede del PSOE en la plaza de San Antonio para hablar con el consejero de Educación de entonces, Manuel Pezzi”, explica.

Apunta que antes de que se edificara el centro actual hubo una propuesta de la Junta de hacer un colegio para alojar al Carola Ribed y al Reyes Católicos, pero no cuajó. “A nosotros nos hubiera dado igual porque necesitábamos un nuevo centro, pero Reyes Católicos quería tener uno suyo y al final lo consiguió”, destaca.

“A comienzos del curso 92-93 nos dijeron que en tres días nos teníamos que ir al colegio Carmen Jiménez"

Fue durante la gestión de Manuel Brenes como delegado provincial de Educación, cargo en el que estuvo de 2003 a 2009, cuando se consiguió sacar el proyecto adelante. “Al principio tuvimos muchos desencuentros con Manuel, pero al final entendió que el colegio era necesario y mostró interés por el colegio y puso empeño para que se hiciera”, reconoce María Valle.

María insiste en que “lo tuvimos complicado, pero para la supervivencia del Carola fue fundamental la constancia de los padres. Y la comunidad educativa del centro también apoyó desde dentro”.

Sobre el nombre del colegio actual, vigente hasta que la Consejería de Desarrollo Educativo otorgue el visto bueno al nuevo, María Valle admite que en aquella época “ni se hablaba de que fuera una mujer relacionada con el franquismo. Teníamos claro que era alguien que donó unos terrenos para que se hiciera un colegio”. Así fue en 1947, para paliar los devastadores efectos de la Explosión que sacudió a la ciudad. El colegio estuvo en esos terrenos, en calle San Juan Bosco, hasta que se edificó el nuevo en Varela.

Tres de sus cuatro hijos fueron alumnos del Carola y una hija hizo allí las prácticas como educadora. También han estado algunos de sus nietos y otra de sus hijas también fue presidenta de la AMPA. “Sigo al colegio. Me ha llenado de satisfacción ver que ha sido el único entre los públicos que ha tenido para este curso más demanda que oferta. Esto da la razón a aquellos padres que tanto luchamos. Mereció la pena lo que hicimos”, concluye con orgullo.

Tres generaciones interesadas en la cultura y en la educación

A María Valle le gusta recordar que en su familia ha habido “tres generaciones preocupadas por la enseñanza y la cultura”. Su padre, José Valle, donó un terreno en Algodonales (su pueblo natal y el de María) para que se hiciera una escuela rural que aún existe, llamada C.R.I.P.E.R. Madrigueras. “Me gustaría que se reconociera de alguna manera esa aportación de mi padre en ese colegio. Ya lo he hablado con el alcalde de Algodonales y está de acuerdo”, apunta. Luego fue María como madre de alumnos quien luchó por la supervivencia de un colegio público amenazado de cierre como el CEIP Carola Ribed. “Y mi hija, Ana Collantes, es la propietaria de Valle de Cuentos”, refiriéndose a un espacio para la infancia localizado en la calle Santa María de la Cabeza.

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