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El sustento invisible

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Miles de familias gaditanas siguen sobreviviendo sin apenas recursos. La callada labor de decenas de asociaciones les ayuda a sobrellevar una situación límite.

El sustento invisible
Pilar Hernández Mateo, Virginia León, Pablo–Manuel Durio Y José Antonio López

12 de abril 2015 - 01:00

Hay un Cádiz invisible, un Cádiz que se intuye pero al que pocos ponen cara, nombre y apellidos. Es el Cádiz que integran las personas sin recursos, familias para quienes todos los días son fin de mes y que la crisis ha situado en la frontera de la exclusión social. Sobreviven gracias al sustento invisible de múltiples asociaciones. Los testimonios que siguen son sólo cuatro ejemplos de los muchos con que cuenta la ciudad.

Asociación Amigas del Sur

La asociación Amigas al Sur reparte comida caliente a familias sin recursos de la ciudad, y el aumento de demanda le ha llevado a incrementar de dos a tres los días que cocina para ellas. Así, ahora son lunes, miércoles y viernes las jornadas que las personas necesitadas acuden al local que tiene la entidad en la calle Sor Cristina López García, en el Cerro del Moro, con sus fiambreras para llenarlas con los guisos que elaboran las voluntarias de Amigas al Sur.

Desde el año pasado, además de repartir comida, los viernes por la tarde entregan alimentos para que 86 niños puedan desayunar durante toda una semana.

La responsable de Amigas al Sur, Pepa Fernández, cuenta que empezaron cocinando para seis personas y el número ha ido aumentando hasta 146, que son las que atienden actualmente.

Recuerda que esta iniciativa comenzó hace unos diez años. Al principio, en la entidad se impartían talleres de costura y cocina a mujeres, y los vecinos más necesitados, que olían la comida que allí se cocinaba, iban a pedir las sobras. Entonces, decidieron repartir lo que cocinaban en el taller.

La materia prima de los guisos la obtienen gracias al Banco de Alimentos, Cruz Roja y algún particular que les ayuda. Pepa Fernández asegura que cada vez más ciudadanos acuden a darles comida. "Gracias a la ayuda de la gente podemos seguir adelante. El pueblo es el más solidario", señala la representante de Amigas al Sur.

Los alimentos frescos los consiguen la mayoría de las veces a través de algún voluntario que se recorre las lonjas de la provincia para recoger la fruta y verdura que no se vende. "Pero ahora conseguimos menos, porque cada vez son más personas las que acuden a las lonjas, igual que nosotros, pidiendo productos frescos", indica Pepa Fernández.

Como todo esto no es suficiente para atender la demanda que tienen, las voluntarias de Amigas al Sur se ponen una vez al mes en la puerta del supermercado Mercadona para pedir, sobre todo, productos para los desayunos de los niños. "Cuando vemos que se van agotando, si nos hace falta, nos ponemos algún día más en otro supermercado", explica. En esta recogida de alimentos se involucran también los padres de los pequeños a los que se les reparten los productos de desayuno. Pepa Fernández cuenta que también muchas de las familias que recogen sus guisos al mediodía se acercan antes a la asociación para ayudar a cortar verdura y a fregar. "Hemos hecho un grupo muy ameno entre todos, hay muy buen ambiente", manifiesta la responsable de Amigas al Sur, quien afirma que entre las voluntarias y las familias que se han integrado en la asociación han hecho un cuadrante de trabajo y en total son entre 15 y 20 personas al mes las que colaboran en las labores de la cocina.

Señala que lo que más necesitan actualmente son productos frescos y alimentos para los desayunos de los niños. Recuerda que en verano, cuando acaba el periodo escolar, reparten comida todos los días para los menores de las familias más necesitadas. "Con ellos tenemos que cuidar más la alimentación y elaborarles un menú variado", apunta Pepa Fernández. Por eso, hace un llamamiento "a la gente solidaria de toda la provincia para que se brinden, porque nosotros estamos abiertos a cualquier donación de comida, ya que hasta julio no nos llegan los productos del Banco de Alimentos y ahora dependemos de la gente solidaria de Cádiz, porque las administraciones no nos dan nada y ya hemos desistido de pedirles".

Asociación de vecinos gaditano Juman

Hace ya cinco años que la Asociación de Vecinos Gaditano Juman está implicada en los problemas de los vecinos que no llegan a final de mes, que no tienen qué llevarse a la boca. Una decisión que tomó la junta directiva en 2010 ante esta llamada de auxilio y de dignidad. Cada tres meses, aproximadamente, promueven esta campaña entre los demás vecinos del barrio, cuya solidaridad se hace patente entre los kilos y kilos de comida que entregan y que ya comienza a amontonarse en algunas de las salas de esta sede sita en la calle Escalzo, en el barrio de San José. Pero el grueso llega de Cruz Roja y cada navidad, también de Supermercados Día, que aporta los productos típicos la fecha. Así lo narra el presidente de esta asociación, Salvador García García, quien asegura que continuamente recibe la llamada de la gente. "Empezamos ayudando a 60 personas y ya van por 240", comenta de esta labor tan necesaria, que recala más allá de los límites del propio barrio. "Cómo decir que no", asevera Salvador, porque así lo conocen todos en el barrio. Es la cara visible de una entidad que emprendió este camino solidario de forma contundente, sin titubeos. "Nos aconsejó el Ayuntamiento de Cádiz y Cruz Roja que lo hiciéramos con requisitos". Por eso piden el certificado de empadronamiento y las rentas que perciben, en función de los miembros de la unidad familiar y el certificado laboral de personas de más de 18 años.

Los que cumplen estas 'desafortunadas' condiciones se ponen en esa tremenda cola, una estampa que ya parece habitual. Un reguero de personas en busca de los alrededor de los 30 o 40 kilos con que llenan sus carros. "Esta sala entera se llena de cajas con kilos y kilos de comida", comenta desde la espaciosa sala de juntas, mientras muestra una fotografía que corrobora el dato. Kilos de pasta, legumbres, leche, azúcar, conservas, aceite... Kilos de solidaridad, que está previsto recalen de nuevo en la sede antes de junio. Precisamente hace dos días Salvador García se puso en contacto con Cruz Roja, "que habitualmente recibe los alimentos desde Europa. Pero ahora es el Gobierno por lo visto el que debe hacerlo". En medio de la incertidumbre de la actual campaña siguen recogiendo bolsas. "Lo que cada uno pueda en la medida de sus posibilidades. Hay que agradecer la gran solidaridad de los vecinos, de algunos colaboradores de la asociación que aportan mucho, de Cruz Roja, de Día, de todos", finaliza.

Cáritas de la Parroquia De La Palma

En el barrio de La Viña la situación no mejora en absoluto; más bien al contrario. Allí, las familias que peor lo están pasando cuentan con el apoyo de Cáritas de la parroquia de La Palma, donde están "bajo mínimos", según apunta su responsable, María del Carmen Gámez. Tanto es así, que el donativo de 1.000 euros que recibieron el pasado Lunes Santo de manos de la cofradía de La Palma, antes de realizar su salida procesional, lo han tenido que invertir al completo en la compra de alimentos. 300 litros de leche, 150 kilos de azúcar, otros 150 kilos de alubias, 240 botes de cacao en polvo, pañales, tomate, café... Una larga lista de la compra, en definitiva, para poder seguir atendiendo a las 160 familias que sobreviven gracias a estas ayudas.

"Unos noventa y tantos son fijos cada mes; y luego hay otros sesenta, más o menos, que no vienen todos los meses. Por ejemplo, si alguno ha trabajado en Semana Santa, pues ahora se llevan dos o tres meses sin venir", explica Gámez, que comenta que la principal necesidad de ayuda sigue siendo la de alimentos, seguido del pago de recibos de luz y agua y de recibos del alquiler.

Para atender una demanda que sigue aumentando -en lo que va de este año se han incorporado 17 familias nuevas a la Cáritas de La Palma- los voluntarios atienden las necesidades un día a la semana de seis de la tarde en adelante. Esta última semana finalizaron pasadas las diez y media de la noche. "Ya lo que hacemos es que damos cita previa para el mes próximo, para repartir un poco las semanas y dar a basto", explica la responsable de Cáritas, que gestiona todas estas ayudas con otros diez voluntarios que junto a ella trabajan a diario por los más necesitados del barrio. "Y trabajando los once", reafirma Carmen Gámez. Junto a ellos, reciben la ayuda de la cofradía de La Palma, de la asociación Mujeres de Acero, del restaurante El Faro y de algún comercio más, contando también con la colecta del primer domingo de cada mes en la iglesia y donaciones esporádicas.

Fundación Dora Reyes

En la entrada de la Fundación Dora Reyes, en la frontera del barrio de San Juan con el Campo del Sur, un cartel advierte de que no se pueden atender a más familias necesitadas. Pero es una advertencia que se convierte en papel mojado cuando la realidad se impone y las personas sin recursos siguen llamando desesperadamente a una puerta en la que no hay pestillos y por la que entran ya 2.039 familias, una considerable cifra que se convierte en foto fija de una ciudad que a veces no conoce ni su propia realidad.

"Nos siguen llegando familias, las escuchamos y si su necesidad supera la media de las que ya atendemos, las incorporamos a nuestro fichero y las ayudamos. No queda otra". Así lo explica Pepe Cuadrado, vicepresidente de la fundación, quien enumera con detalle parte de la memoria asistencial del pasado año, aún no colgada en una página web donde se puede seguir la inestimable labor de este grupo de voluntarios que crearon la fundación con el dinero de la indemnización del accidente de tráfico en el que falleció, en 1996, la incansable altruista Dora Reyes que les da nombre.

De todo el listado de ayudas, Cuadrado hace especial hincapié en el pago de recibos de luz y agua, una emergencia a la que hay que dar respuesta para que las familias no sufran los temidos cortes: "Esto es canallesco, no se puede dejar a nadie sin agua porque no pueda pagar. El año pasado ayudamos al abono de 309 recibos de agua y 294 de luz. Es un tema que nos trae a maltraer, porque al corte del suministro se une después los 48,97 que cuesta el reenganche del agua y los 22,50 de la luz. Esto demuestra que la ley está hecha contra el pobre".

Una de las partidas más elevadas de las ayudas que da esta fundación es la familiar, con la entrega de cheques nominativos por valor de 62.736 euros, un buen pellizco del presupuesto anual. También se entregan ayudas para alquileres, gastos farmacéuticos o para comprar muebles y electrodomésticos, que las familias adquieren de segunda mano a través de Reto.

Sorprendente es también la cifra de ayudas escolares. En septiembre de 2014 se destinaron 5.385 euros a este apartado, con la entrega de 215 lotes de material escolar. Significativo aumento con respecto a 2013, cuando la fundación empleó 3.626 euros.

Pero no faltan los alimentos, lotes de comida que los voluntarios entregan según la realidad de la unidad familiar y que se convierten en un sustento vital para aquellas personas, que son muchísimas según el testimonio autorizado de Pepe Cuadrado, que no reciben ningún tipo de ingresos o que se ven obligadas a malvivir con ayudas oficiales que apenas superan los 400 euros.

La labor de los voluntarios de los Fundación Dora Reyes no sería posible sin los socios, que ya son 803, y con cuyas aportaciones, unidas a actos benéficos que organizan, sirven para sostener cada mes a miles de gaditanos a los que la crisis ha dejado sin recursos. La fundación no deja nada a la improvisación y tiene perfectamente identificadas a las familias a las que ayudan, ya que deben entregar documentos oficiales que demuestren su precaria situación.

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