El tren vuelve a ser una barrera en el último desarrollo urbano de Cádiz
La transformación del polígono de Zona Franca se topa con el muro del acceso al túnel del soterramiento, que lo separa de Cortadura
La cuestión es si ampliar el túnel es factible o hay que salvar las vías mediante pasarelas
El Ayuntamiento quiere viviendas, comercios e industrias limpias en el polígono exterior de la Zona Franca
La tantas veces esperada reurbanización del polígono exterior de la Zona Franca de Cádiz, con viviendas, comercios, espacios libres e industria limpia, puede chocar en su desarrollo con el muro de la vía férrea, que separa estos terrenos del barrio de Cortadura.
Cuando se soterró la vía del tren en Cádiz, tras décadas rompiendo en dos los extramuro de la capital, se situó el acceso al nuevo túnel ferroviario casi a pie de los terrenos de la Telegrafía sin Hilos, junto a la glorieta de la Zona Franca. Allí se inició el canal de acceso y salida de la nueva infraestructura, con una rampa al aire libre manteniendo de esta forma la ruptura de la trama urbana hasta llegar al último suelo industrial de la ciudad y a la autovía con San Fernando.
Son unos 700 metros lineales, que se convierten en un muro entre las dos partes de Cádiz en el último tramo de la ciudad. Por un lado, el polígono industrial de la Zona Franca y por otro, el barrio de Cortadura y la Avenida.
En la hipotesis que se comienza a barajar de reordenar el polígono, urbanizándolo e instalando en el mismo viviendas, junto a comercios o industria limpia (como la Zona Base y todo lo relacionado con la expansión de la ecomía azu)l, la ciudad se topa con este tramo de la vía, que impide dar una continuidad a este espacio de desarrollo en el conjunto de la trama urbana, y con ello facilitar su conexión con el resto de la capital.
Un planteamiento posible para romper este aislamiento sería ampliar el soterramiento hasta el inicio de la ciudad, y situar la "puerta" de entrada y salida del túnel a la altura de donde hoy está el apeadero de Cortadura. Ello supondría iniciar la rampa al límite de la autovía.
Teniendo en cuenta que el soterramiento se ejecutó en una zona densamente poblada de la ciudad, con edificios de altura a escasos metros de la obra, y en tramos con un nivel freático igualmente alto, y todo se realizó a la perfección, parece que a priori esta ampliación del soterramiento no tendría que suponer un problema técnico.
Otra cosa es que el Ministerio de Transportes quiera asumir el coste de esta obra, tan reticente como es en la mejora de la red ferroviaria en la provincia. Y tal vez sin deseo de invetir más en Cádiz tras los 500 millones que costó en puente de la Constitución.
El retorno de las pasarelas
La segunda alternativa, sería construir pasarelas que permitiesen atravesar peatonalmente la vía del tren. Aunque estéticamente podría salvarse con diseños modernos, es una solución que no deja de recordar los antiguos pasos elevados que funcionaban a lo largo de trazado del tren en Cádiz.
Cuando el gobierno de Teófila Martínez, recién llegado a San Juan de Dios en 1995, propuso al entonces Ministerio de Fomento la construcción del soterramiento (rechazado primero por el PSOE, aceptado por el PP con el gabinete de José María Aznar), el Ayuntamiento remitió a Madrid un amplio informe, con plan de obras incluido. Los autores de este documento reconocieron en su día a este diario que limitaron el túnel entre San Severiano y la actual glorieta dedicada a las víctimas del terrorismo. El temor era que, al aumentar el coste si el paso subterráneo era más largo, la obra no saliese adelante.
Lo cierto es que, más allá de las inmensas mejoras que en la trama urbana y en la propia convivencia ciudadana ha tenido el soterramiento del tren, tal vez una de las obras públicas de mayor relevancia e impacto en más de un siglo en Cádiz, la conclusión abrupta de esta infraestructura en la glorieta junto a la Zona Franca, siempre ha dificultado la entrada y salida a esta vía, como gran alternativa a la Avenida.
La apuesta municipal por reorganizar los suelos del polígono exterior de la Zona Franca, debe plantearse, en todo caso, como un espacio donde prime la modernidad en todo su diseño. El ejemplo puede ser la Zona Base que ya desarrolla el Consorcio, o las actuaciones privadas ya anunciadas de una residencia universitaria y los nuevos hoteles y parque comercial.
Para ello, se amplíe el soterramiento o se acondicione el actual paso superior, toda esta vía, la calle Gibraltar por el lado de la Zona Franca, necesitará de una auténtica revolución estética.
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