¿Qué hacemos con los turistas en Cádiz? “El visitante tiene que ser un gaditano de paso”
Enfoque
La llegada masiva de personas este verano ha sorprendido a todos en la capital
El Ayuntamiento elabora un Plan Estratégico para evitar el colapso de la ciudad y que ésta pierda su idiosincrasia
Hay un termómetro que marca si los turistas han desembarcado de forma masiva en la ciudad: la facilidad o no a la hora de ir de la plaza de la Catedral a la de las Flores atravesando Compañía. Si hay que dar empujones como si fuéramos en el metro de Madrid en hora punta, es que los visitantes han llegado. Si se cruza con tranquilidad, parándose incluso ante el escaparate de Eutimio, tomándose un café en el Brin o afilando las tijeras en Serafín, es que la ciudad está tranquila, con sus vecinos de siempre y poco más.
Las ganas de verano a pesar de estar metidos aún de lleno en la pandemia, han provocado que en multitud de días el recorrido entre Catedral y las Flores se alargase en el tiempo, plagada como ha estado de turistas. Y como Compañía buena parte del casco antiguo, el Campo del Sur, las playas, el Paseo Marítimo, las plazas, los restaurantes, la cafeterías e incluso los bares que uno raramente pisa.
Los datos, pendientes de los oficiales de agosto, marcan un verano récord para Cádiz capital (y para la costa de la provincia), con cifras superiores incluso a las de 2019, el año previo a la pandemia, porque 2020 lo tenemos que borrar de nuestra memoria.
Sólo en ocupación hoteleras han venido a Cádiz entre junio y julio 38.000 personas. Teniendo en cuenta que las plazas en las viviendas y apartamentos turísticos en uso en la ciudad (contando solo las que están legalizadas) triplican a las camas hoteleras, la cifra supera claramente las 100.000 personas. Y pendiente de agosto, claro.
Eso sí, un año récord gracias al visitante nacional, porque el extranjero aún tiene el miedo metido en el cuerpo (aunque muchos de los que se ven por nuestras calles ignoran las mascarillas sanitarias) y las limitaciones de cada estado a la hora de viajar. Sólo podemos imaginarnos cómo hubiera quedado esa ruta entre Catedral y las Flores con los visitantes internacionales en todo su apogeo. Y más, con los cruceros en el puerto (aunque el verano no sea para este sector la temporada alta).
En 2019 las crónicas hacían referencia al “descubrimiento” de la ciudad de Cádiz. Éramos noticia, en positivo por nuestras virtudes, en la gran prensa internacional, en las televisiones, en las redes sociales. Estábamos de moda y la gente se preguntaba cómo llegar hasta aquí.
Los datos estadísticos, que no mienten ni maquillan, reflejaban que la capital ya formaba parte de los referentes del turismo en la provincia, hasta entonces comandado por Jerez y las ciudades costeras de toda la vida. Cádiz llegó con fuerza entre 2018-2019 y tras el duro 2020 ha confirmado que no fue una moda pasajera, si no que llegó para quedarse.
A la presencia del visitante por nuestras calles formando parte del paisaje veraniego, pero también cada vez más del paisaje de otras épocas del año: por supuesto en el Carnaval, pero aumentando especialmente en las navidades, se le ha unido en esta ocasión aalgunas cuestión que han traído la polémica. La proliferación de las viviendas y apartamentos turísticos, la llegada en determinadas jornadas de cientos de vehículos que han colapsado o llenado nuestras vías, la dificultad del gaditano de encontrar mesa libre para comer en la calle...
De esta forma, lo que podía ser algo natural en una ciudad con tres mil años de historia y varias de las mejores playas urbanas de Europa, la presencia de turistas, se ha convertido para algunos colectivos y particulares en un problema o, al menos, en una cuestión en la que hay que estar alerta ante un desmesurado crecimiento, más notable si tenemos en cuenta algo único de esta ciudad: sus poco más de 4 kilómetros de suelo residencial, que hace que estemos más apretados.
Ante todo ello cabe pensar si es necesario diseñar un modelo de ciudad pensando también en el turismo, o bien que todo vaya por su libre albedrío como ha pasado durante décadas y acabemos como en la colapsada Costa del Sol o como una Venecia convertida en un parque temático y donde cada vez se repiten más las manifestaciones que en contra de esta forma de vivir la ciudad organizan sus cada vez más escasos habitantes.
Sentamos alrededor de una mesa, con las normas sanitarias impuestas por el Covid, a la concejala de Turismo, Monte Mures, y al teniente de alcalde de Urbanismo y Movilidad Urbana, Martín Vila.
Asume Mures que las administraciones locales tienen muy limitadas las competencias relacionadas con el turismo, centradas fundamentalmente en el fomento y la promoción de la ciudad en el exterior.
Primer debate: cómo casa 'vender' la ciudad y a la par adoptar medidas para evitar la turistificación, la presencia masiva de un turismo que puede trastocar la vida la propia ciudad.
La concejalía de Turismo está inmersa en la elaboración de un Plan Estratégico que servirá de base para gestionar el turismo en Cádiz.
Se juega con un concepto cada vez más utilizado cuando se habla de los nuevos modelos ciudadanos: la sostenibilidad, que en este caso no es otra cosa, ni más ni menos, que "ordenar el territorio para garantizar el derecho de los vecinos de la ciudad a vivir en ella con comodidad", contando a la vez con una oferta turística sostenible en la cantidad (ahí va el límite de las VFT y la defensa de nuevos hoteles en los espacios donde ya están definidos por parte del PGOU) y sostenida en el tiempo (lo que supone no concentrar el turismo en una época determinada del año, lease el verano, y sí extenderlo por los doce meses, con un reparto más equilibrado de los visitantes).
"Los gaditanos deben poder vivir bien en su ciudad. Y la avalancha de este verano ha supuesto colas para entrar en los sitios, ha supuesto la imposibilidad de comer o cenar en locales que estaban llenos con días de antelación. Este verano de éxito, del que todos nos felicitamos, puede acabar con la gallina de los huevos de oro, terminando como las ciudades que se han quemado por ser ya incómodas tanto para el que pretende visitarla como para el que vive en ella", comentan los dos ediles.
Apoyo municipal al turismo
Con todo, y en ello insistirán tanto Mures como Vila en varios momentos de la conversación, "el mensaje ese de que este gobierno está en contra del turismo es una mentira. Somos consciente de su importancia, de que genera empleo y riqueza, pero no lo puede hacer a cualquier precio".
Afirma Mures: "Cádiz debe ser un destino que sepa mantener su esencia. No debe convertirse en el cartel turístico que es ya Venecia". Y ello choca, incide Vila, "con el turismo de masas, que desnaturaliza las ciudades. Por eso es necesario esta planificación".
El Plan Estratégico va a tener un periodo de vigencia de cuatro años. Le inquiero a la edil porque esta limitación en el tiempo y si no sería más lógico una visión a más largo tiempo. "Es un plazo muy real porque en este tiempo se puede transformar mucho el sector. Un claro ejemplo lo estamos viviendo este año. Es un verano que nada tiene que ver con el de 2019 (aún cuando en éste también llegaron miles de visitantes). Si hubiéramos planteado el Plan hace dos años, se hubiera visto afectado por este cambio imprevisto de la pandemia".
¿Y qué ha cambiado?, le pregunto: "Ha habido un incremento del turismo nacional altísimo, ante la escasa presencia (como en la mayor parte del país) del visitante extranjero. Y ese turista nacional tiene un comportamiento diferente".
Uno de esos cambios de comportamiento ha tenido un efecto visual y de tranquilidad urbana que ha provocado molestias a algunos vecinos. "El turista nacional acostumbra a viajar en su propio coche por lo que la presencia de vehículos se ha triplicado en estas semanas".
Aquí Martín Vila insiste en la exigencia de potenciar, mejorar y rebajar los costes en el transporte público, tanto el tren como el autobús interurbano. "Si al final una familia tipo de cuatro miembros viene a Cádiz desde Madrid y el coche le resulta más barato que el tren, pues no usará el transporte público". Y eso es lo que hay que cambiar de forma urgente, aunque aquí se choca con lo dicho al principio: que en cuestión de turismo el papel de las restantes administraciones es vital.
El Plan Integral está también directamente relacionado con la proliferación de las viviendas y apartamentos turísticos, que el gobierno local está intentando poner límites con una norma cuya aprobación está pendiente de conseguir el apoyo del PSOE.
"El turista tiene que ser un gaditano de paso, que viene porque se dan las condiciones para pasar un tiempo agradable en una ciudad que invita a ello", afirma Monte Mures.
"Los gaditanos debemos atenderlos de la misma forma como a nosotros nos gusta ser atendidos cuando salimos, y nuestro carácter va en ese sentido, por eso hay que tener cuidado cuando el turismo de desboca y acaba provocando rechazo", mencionando en este sentido las críticas vecinales por las VFT y la pérdida de pisos residenciales en el centro urbano. Lo que corrobora Vila que advierte que en este verano se han recibido en la Policía Local quejas por los ruidos provocados por algunos de estos usuarios.
Y más cuando, además de los pisos registrados por la Junta "hay un número indeterminado de viviendas de uso turístico ilegales, que la administración regional no puede controlar porque no tiene personal suficiente para ello". Y se insiste en la mayor relevancia de los hoteles "y que encima generan más empleo y de mayor calidad".
Del cine a los cruceros
En 2019 visitaron la ciudad más de 400.000 cruceristas. Cádiz es con este dato uno de los grandes puertos del país para este tipo de turismo. La pandemia casi puso a cero el contador el año pasado y en este 2021 apenas si comienza a recuperarse.
Constata Monte Mures que “este es un turismo menos invasivo. La gran mayoría acostumbra a ir en grupos muy organizados y visitan zonas de la ciudad muy determinadas, sin salirse de las rutas programadas”. En este sentido el Plan Estratégico está trabajando en la creación de nuevas rutas que abarquen a otros puntos de la capital para diversificarlo.
Directamente unido a este modelo de visitantes está la presencia de los guías. Aquí se busca actuar sobre los que no tienen la titulación correspondiente y que cada vez abundan más “dándose casos de que llegan aportar datos erróneos de los sitios que enseñan”.
El Plan juega también con la posibilidad que da el turismo cinematográfico una vez que el número de rodajes ha aumentado de forma considerable en la ciudad, mientras que para el Ayuntamiento el turismo gastronómico está más que asentado por lo que no es novedoso. El que sí lo es, y sobre el que se quiere trabajar, es en el turista que viene a la ciudad impulsado por el teletrabajo impuesto por la pandemia. Es, dice Mures, un visitante “tranquilo y que se integra muy bien en la ciudad”, lo que es de agradecer.
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