Los valores que atesora la Casa de los Palos de Cádiz

Arquitectura

Los vecinos de este edificio que se construyó no exento de polémica a finales de los 60 cuentan cómo se vive en esta casa llena de bondades

Las imágenes de la singular Casa de los Palos de Cádiz

El Colegio de Arquitectos de Cádiz redescubre la 'Casa de los Palos'

Vista de la Casa de los Palos de Cádiz
Vista de la Casa de los Palos de Cádiz / Julio González

María González Calbo es una de las pocas vecinas originarias que habitan la Casa de los Palos de Cádiz. A sus 93 años lleva más de media vida, desde que tenía 40, entre los muros del edificio que vino a sustituir a la Casa Palacio de los Marqueses de Angulo, cuya construcción causó un gran impacto visual no exento de polémica a finales de los 60, cuando empezó a formar parte de la cada vez más transformada fachada portuaria abierta al mar.

María González desde la terraza de su vivienda con vistas al muelle de Cádiz
María González desde la terraza de su vivienda con vistas al muelle de Cádiz / Julio González

Desde su rincón favorito de la casa, una terraza a modo de galería que prefirió no ganarle al salón como hizo la mayoría del vecindario, cuenta que llegar a este hogar junto a su marido y sus 11 hijos fue y sigue siendo un privilegio. Desde allí otea, como si una de esas torres miradores que salpican la ciudad se tratara, el trasiego de barcos, cruceros y fiestas en el muelle. “Antes vivía en el número 25 de la calle San Francisco, que mi marido tenía allí una farmacia, en una finca típica gaditana, pero nos hacía falta una casa más grande”. Su marido compró sobre plano esta vivienda de los arquitectos Luis Miquel y Antonio Viloria ubicada en el cuarto piso, “pero cuando la vio decidió comprar también la casa de al lado, porque éramos muchos”. En el otro piso, que ya vendió porque ya solo vive ella en la casa, “pasaba mucho tiempo, no era esta vista, pero era la zona más fresca, aquí me vengo en invierno”, cuenta casi sin saberlo de una solución arquitectónica que ya contemplaba entonces los valores de la eficiencia energética, gracias a la ventilación cruzada y a las galerías acristaladas que protegían al resto de la casa de las inclemencias meteorológicas de un lugar tan expuesto al mar.

“No he hecho obras, cómo hacerlo con tantos hijos, mantengo incluso los ventanales de madera originarios”, así como “los suelos primitivos de terrazo y el parqué más señorial del salón. Mi abuela es de las pocas que mantienen todo tal cual”, apunta amablemente su nieta Carmen Machuca, que también vivió en este bloque junto a sus padres en el séptimo piso, y que es nada menos que la arquitecta que ha sacado a la luz en una investigación al hilo de una beca del Colegio de Arquitectos de Cádiz, los valores de la conocida Casa de los Palos, su propia casa, la de sus padres y dos de sus tías que también compraron aquí, en el afán de contribuir “a un mayor entendimiento por parte de la ciudadanía, y ante el vacío de reconocimiento arquitectónico, siempre objeto de rechazo y debate social por el impacto que supuso la inclusión de lo nuevo en la ciudad histórica”. Asegura que “la investigación permite el análisis y la detección de los valores arquitectónicos que justifican su trascendencia y calidad proyectual".

Porque la polémica surgió cuando se levantaba entre el 68 al 70, aunque nunca le importó a María. “La casa no gustaba, ni los palos, la gente la llamó así por estos palos, ¿sabe?, pero gané mucho cuando me vine aquí”. Rememora que entonces no pudo acompañar a su marido a ver el que sería su nuevo hogar porque “impidieron el acceso por un accidente precisamente durante la construcción del edificio, cayó algo sobre un niño, que por cierto luego estudió medicina”.

También tenía esa sensación el presidente de la comunidad, Juan Bustamante, que cuando pasaba cada día camino al colegio San Felipe a sus 12 años desde su casa de Beato Diego no entendía muy bien qué estaban haciendo frente al muelle, “sin saber que mi padre había comprado aquí una vivienda”. Aquí vivió hasta que a los 18 se fue fuera a estudiar y “aunque no he dejado de venir prácticamente cada mes de mi vida, recientemente ya compré la casa de mis padres y he vuelto a mi jubilación”.

Reconoce que en cierto modo se ha reconciliado con el edificio a raíz de la investigación de Carmen Machuca, “pues llevo toda la vida escuchando que vivo en la casa más fea de Cádiz, yo siempre decía que no era fea, sino desubicada, pero ahora sé que este sí es su sitio”, sentencia desde uno de los espacios comunes de la casa, un gran vestíbulo diseñado en madera, con la mesa del portero casi intacta desde el año 70, confirma el que actualmente le sigue dando uso, Juan Zamanillo, el tercer conserje que ha tenido la casa. La mesa y una bonita bancada también repiten un diseño con listones en vertical de madera en claro homenaje a los palos de la fachada y al nombre de la casa.

Un nombre que por cierto pusieron con arte los gaditanos en alusión al sistema constructivo que luce en su fachada. Los paneles prefabricados que se usaron se interrumpen para permitir abrir las galerías al puerto, lo que precisó de una sujeción que le brindaban precisamente los palos para mantener la horizontalidad de los huecos. Una solución presente en los sistemas constructivos de su tiempo, pero que al igual que la flexibilidad tipológica en las viviendas, innovó en Cádiz, convirtiéndose en todo un referente en la arquitectura contemporánea en la provincia.

Exposición en el Colegio de Arquitectos de Cádiz

La sede del Colegio de Arquitectos de Cádiz acoge la muestra 'Casa de los Palos en Cádiz 1967-1970', fruto de la beca de investigación que ha realizado la arquitecta Carmen Machuca tutorizada por Ricardo Sánchez Lampreave, y donde se pone en valor y se contextualiza. Se levantó en medio de un proceso transformador de todo el frente portuario, que inició en los años 30 el arquitecto municipal Antonio Sánchez Esteve con la proyección del Cine Gades y el edificio de la Trasmediterránea.

El edificio proyectado por Luis Miquel y Antonio Viloria surgió en esta inercia de interpretación de los valores urbanos de la ciudad histórica pero en clave contemporánea, jugando con este doble nivel, de la ciudad histórica y moderna, y que de alguna manera también suponía una reinterpretación de las torres miradores.

El proyecto se encuadra así en un momento en que la arquitectura nacional e internacional se van distanciando de los modelos rígidos establecidos por el Movimiento Moderno, acercándose a la flexibilidad de las nuevas experiencias del Team X. Defendían las cuestiones sociales, dándole preferencia a la necesidad de convivencia. La muestra puede verse hasta el 1 de diciembre, de lunes a viernes, de 9.o0 a 14.30 y martes y jueves de 16.30 a 19.00 horas.

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