Balas de plata
Montiel de Arnáiz
El tocadiscos
Podría haber sido un verano de esos rosas de verdad. En las páginas del couché reinaba la estrecha amistad de Isabel Pantoja con María del Monte, en lo que fue prácticamente la consagración de la carrera de la tonadillera en la prensa del corazón, aunque se había iniciado mucho antes y aún alcanzaría cotas intensas en estíos posteriores. Podría haber sido de verdad rosa, si no fuera porque el mes de mayo anterior había sido, al contrario de lo que manda el calendario, el de la muerte de flores resplandecientes. Lola, la gran artista jerezana, Lola de España, se había ido a mediados de mes, y su hijo, Antonio Flores, el más atormentado de la saga, no pudo sobrevivirla más allá de una quincena. La tragedia, de nuevo más española que nunca, hizo que por contra las canciones de Antonio tuvieran un gran éxito ese verano.
Si hablamos de éxitos popular, de manera impensable se mantenía el imperio de de Los del Río, ya extendido de manera universal, pero en franco combate con de Proyecto Uno, y bien acompañados por Alejandro Sanz y su y Gloria Stefan, entre otros.
Ahora que las series son las indiscutibles reinas, no sólo de las pantallas, sino de las conversaciones de cualquier grupo de amigos que presuma de estar al día, en aquel verano del 95 la indiscutible dominadora era , de Antena 3, y el público vibraba también con los enigmas paranormales de , y con el inefable Ramón García al frente de la primera edición de Gran Prix. Todo ello en un estío que no fue especialmente recordable en las producciones cinematográficas. Bueno, eso sí, el fantasma se hizo amigo de todos los niños.
La televisión estuvo ocupada ese verano mucho tiempo en el horario de tarde. Induráin hizo historia al ganar su quinto Tour consecutivo, algo que nadie había logrado antes, y que luego se demostró que no era precisamente fácil. El Extraterrestre hizo historia, al colocarse en el Olimpo junto a Merckx, Anquetil e Hinault.
El terrorismo no fue especialmente activo esos meses, pero fue sonado el intento de atentar contra el Rey Juan Carlos I en Mallorca, y el GRAPO secuestró al empresario Publio Cordón, que supuestamente falleció al intentar escapar, pero cuyo cadáver aún no ha sido encontrado. El corazón no dejaba de encogerse con las guerras de los Balcanes, pero aquel año la presión llegó a su extremo con la matanza de Srebrenica, en la que tropas serbias al mando del general Ratko Mladic, asesinaron a más de 8.000 personas por el simple hecho de ser bosnios musulmanes.
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