¿Quién vigila a las torres miradores?
patrimonio | polémica intervención
Tras la denuncia de la ampliación en altura de una de ellas en Manuel Rancés, la Junta responde que la obra "cumple la Ley" y se abre el debate
Cádiz/En su libro La torres miradores de Cádiz, el historiador Juan Alonso de la Sierra narra que la bella costumbre de construir torres en la arquitectura civil gaditana parece remontarse al siglo XVII, aunque fue en el siglo XVIII cuando todos los comerciantes quisieron hacerse de una para controlar desde sus atalayas la entrada y salida de sus barcos, cuando Cádiz era ombligo del comercio de ultramar. Esta singularidad hace único nuestro urbanismo en sus alturas, bendecida con las alrededor de 130 de estas hermosas y variopintas construcciones, mandadas a construir por muchos comerciantes nacionales y europeos. Pero la denuncia ciudadana interpuesta hace unos días en la prensa en relación al añadido de una entreplanta y un pretil en una torre de la calle Manuel Rancés, cuyo proyecto fue aprobado por la Comisión Provincial de Patrimonio, y la construcción hace unos años de una garita de nueva planta sobre una torre mirador en la Alameda, lleva a cuestionar sobre el tipo de control al que se someten estas construcciones y nuestro propio urbanismo. ¿Quién las vigila?; ¿Qué grado de protección tienen?; ¿Es posible construirse una torre mirador?; ¿Hasta qué punto puede intervenirse en una de estas históricas torres?
Las administraciones competentes y algunos expertos responden y reflexionan sobre las posibilidades de intervenir en ellas, y sobre la salvaguarda de estas construcciones que no son BIC -salvo cuando coronan un edificio que sí lo es-, pero que tienen grado de protección monumental, según el PGOU gaditano.
En el caso de Manuel Rancés, cuyo proyecto pasó el filtro de la Comisión Provincial de Patrimonio al encontrarse en entorno BIC, pues se sitúa justo detrás de la Casa de las Cuatro Torres, fuentes de Delegación Provincial de Cultura afirman que "el proyecto de las obras que se iban a realizar fue presentado en la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico y aprobado favorablemente porque reunía todos los requisitos exigidos por la ley y posteriormente también obtuvo licencia municipal". Así, tras la denuncia en prensa y el registro oficial en Cultura, "se ha realizado una inspección técnica donde se ha podido comprobar in situ que todo se está realizando correctamente, acorde a lo establecido en la Ley".
Según los vecinos denunciantes, durante el proceso de intervención en esta torre ha habido dos procesos. El primero basado en la ejecución de obras para elevar los forjados del interior de la estructura y crear un entresuelo, cerrando el pretil, "hace un par de años", y otro que se desarrolla actualmente, por el que "sobre esta elevación se ha vuelto a elevar la torre mirador", con la construcción de un pretil "que se ya está enfoscando". Los vecinos documentan "que se ha abierto una ventana y eliminado parte de la cornisa de la torre original", catalogada como torre mirador en el PGOU.
En este punto, contrario a lo que dice el plan general, desde Delegación Provincial de Cultura consideran "que no se puede considerar torre mirador, ya que en la actualidad no presenta las características de las torres miradores. Y en caso de tratarse de una de ellas, ha sido muy transformada". De hecho, no aparece en la guía Torres Miradores que acaba de reeditarse con más información y también en inglés por Torre Tavira, ni en el libro de Alonso de la Sierra. Este último, al parecer, porque en su día tenía un añadido y porque según los estudios que realizó se utilizó como mirador, pero con un acceso externo a través de escalera -que fue cerrada en la obra anterior-.
Eso sí, si no era torre mirador, sin duda ya lo es, a juzgar por la forma en que se alza tras las atalayas de la Casa de las Cuatro Torres, en la plaza de España (puede verse en las imágenes adjuntas de su evolución).
Por eso cabe la inevitable pregunta de si ¿es posible elevar un mirador o construirnos uno nuevo, como en el caso de Alameda, 14?
Pese a la aparición de ambas construcciones, la respuesta tajante por parte de las administraciones es "no". Desde el Ayuntamiento de Cádiz, el técnico de Urbanismo Cayetano Torres afirma que este tipo de intervenciones en torres miradores se someten "a un exhaustivo control", pero matiza en cuanto a que las comisiones de patrimonio, integradas por distintos expertos de distintas áreas, se hacen "lecturas subjetivas".
En el caso de Manuel Rancés afirma que fue la Comisión Provincial de Cultura quien decidió oportuno el proyecto, que el Ayuntamiento apoyó con la oportuna licencia municipal. Destaca que "se valora cada situación y aquí se valoró la rehabilitación para darle un uso".
Claro que, esto puede crear precedente, se le cuestiona, ante lo que también se acoge a la valoración de Cultura de que no "presenta características de torre mirador".
Respecto a la actuación en estas torres, en términos generales, el historiador Juan Alonso de la Sierra señala que el debate que suscitan obras como éstas y otras "intervenciones que se realizan sin respetar plenamente la esencia de su tipología" sólo podrían contenerse con "un control más estricto que sólo puede ser viable con el apoyo legal que le otorgaría la máxima protección prevista en la actual Ley de Patrimonio". A su entender, "se trata de un conjunto arquitectónico que lo merece -dice en relación a las torres miradores-, con independencia de la protección que posee el casco antiguo, pues constituye uno de los paisajes más singulares de la ciudad y de toda Andalucía".
Más abierta se muestra Belén González, gerente de la Torre Tavira, la única que se explota turísticamente de toda la ciudad. "Soy partidaria de la intervención en las torres, siempre y cuando "se busque el equilibrio entre accesibilidad y patrimonio, dejando atrás tanto purismo". González lleva doce años "con mi particular lucha" con el fin de hacer accesible la Torre Tavira, con un proyecto que plantea instalar ascensor por el exterior con una estructura transparente, lo que le ha sido denegado por la Comisión Provincial de Cultura. "Es cuestión de adaptar nuestro patrimonio desde el respeto, la sostenibilidad, el acuerdo y el consenso".
Desecha en cualquier caso los caprichos, "como el de la torre en color rosa fucsia que veía cada día desde la cámara oscura, aunque ya está celeste", aunque aboga por una mayor permisividad.
El surgimiento de una nueva garita sobre una torre mirador que corona un edificio de la Alameda reconstruido por el prestigioso arquitecto gaditano y afincado en Sevilla Rafael Manzano también da qué hablar a quiénes la han descubierto. Resulta difícil su contemplación si no se sitúa uno estratégicamente, pero una vez ubicados, se otea esta altiva construcción que, según los expertos, presenta "diferencias reconocibles respecto a las históricas".
En este caso, no fue necesaria la supervisión de Cultura, al coronar un edificio que no tenía grado de protección especial, por lo que fue la Comisión Municipal de Patrimonio quien dio su visto bueno. Cayetano Torres afirma que de esto hace ya varios años y que ni siquiera formaba parte de esta comisión. Pero por lo que rememora, comenta que se documentó que "la torre existía originariamente, por lo que se hizo una reconstrucción de típica garita gaditana".
Previamente hay que remontarse a las primeras décadas del siglo XX, en el contexto del movimiento arquitectónico regionalista, para localizar las dos últimas torres erigidas en Cádiz en el edificio actualmente ocupado por el colegio San Rafael, "obra de uno de máximos representantes del regionalismo, Juan Talavera, cuyo proyecto, que evoca la arquitectura local del pleno barroco, se inspira en la casa de las Cuatro Torres", puntualiza Alonso de la Sierra, aparte de mencionar otras construcciones puntuales. Previamente, en 1792, el pensamiento racional propagado por el movimiento ilustrado , que tuvo en Cádiz cierto calado, terminó rechazando su construcción, y las normas urbanísticas la prohibieron, refiriéndose curiosamente a las torres como "esa parte inútil de los edificios", asevera Alonso de la Sierra.
Hoy, muy distantes de aquella percepción, son muy cotizadas, por su carácter vigilante de cuanta belleza les rodean, pero, sin duda, deben ser vigiladas.
La evolución de la torre de la calle Manuel Rancés, en imágenes
Según documentan los vecinos denunciantes, la torre de Manuel Rancés, 23 -catalogada en el PGOU como tal pero no considerada así por la Delegación Provincial de Cultura debido a sus características- originariamente estaba en muy mal estado, presentaba un añadido y sólo se accedía a ella por una escalera exterior. Así, en la primera intervención que se hizo se elevaron los forjados del interior de la estructura y se construyó una entreplanta que fue cerrada, tal y como aparece en la imagen de la izquierda. Recientemente, se ha vuelto a elevar con la construcción de un pretil que se está enfoscando, tras lo que se ha abierto una ventana y eliminado cornisas, según dichos vecinos. Ante la falta de información han solicitado en el Ayuntamiento y la Junta el acceso a todo el expediente.
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