Visita a los Depósitos de Tabaco de Cádiz: Hacer futuro desde el pasado

Infraestructuras

La ciudadanía visita las antiguas instalaciones industriales antes de que comience la obra que las convertirá en centro de innovación social y cultural

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Imagen del espacio de andenes de los Depósitos de Tabaco. / Julio González

Cádiz/Hay una pintada en la pared del fondo del Almacén 1. Bueno, hay varias. Pero es la que reza Las personas felices no tienen historia la que se nos acaba metiendo por los ojos. Desconocemos si los que, en tiempos, trabajaron, habitaron y vivieron de los Depósitos de Tabaco de Cádiz fueron más o menos felices, si a la mayor distancia (11,40 metros) del suelo al techo de las naves llegaron sus risas o sus lamentos, o si, además de mercancía, circularon por los andenes la mala o la buena vida para apearse en sus cuerpos. No, no lo sabemos, pero lo que no se puede negar es que estas paredes desnudas, esta cubierta metálica, estas reconocibles tejas a metros de distancia tienen historia. Historia de Cádiz. Tienen un pasado que no se borra, sino que, de alguna manera, se incluye en el futuro que para los Depósitos de Tabaco proyecta el Ayuntamiento de Cádiz (con mamá Europa de la mano) y que los ciudadanos han podido conocer esta semana con una serie de visitas guiadas y de jornadas en la antigua Fábrica de Tabacos, actual Palacio de Congresos.

Las personas felices no tienen historia es un lema que desaparecerá del lienzo del Almacén 1. A cambio, en las cajas de cristal desde las que el futuro de la ciudad –los jóvenes, los niños– avistarán su propio futuro –las salas de lectura o de trabajo compartido que se situarán en el piso superior de una hipotética entreplanta– llevarán caladas frases de la Premio Nobel Malala Yousafzai (“un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”) y de la poeta Gloria Fuertes (“el mejor regalo para un niño es un cuento”). Lo adelanta Yolanda García Oneto, a la sazón, el nombre detrás proyecto de reconvertir “esta vieja instalación industrial” en un centro de innovación social y cultural que estuviera a la altura de las exigencias de accesibilidad y sostenibilidad que marca la Edusi y, como hemos conocido hace apenas dos días, los Next Generation, que apoquinan lo que faltaba para que el proyecto municipal sea una realidad en 2023 (la primera fase con aportación de la Edusi) y 2024 (la segunda etapa que asume los fondos de regeneración).

“Es importante poner cara a las personas” que están detrás de proyectos tan largamente acariciados, y luchados, presenta el concejal Carlos Paradas a la arquitecta del Instituto de Fomento. Y es García Oneto quien , a continuación, toma la palabra dirigida a equipo de Gobierno casi al completo, representantes de la oposición y medios de comunicación. Pero, más importante, mucho más importante, es García Oneto quien ha tomado la palabra, y la ha adaptado a las posibilidades de cada oído, en las visitas guiadas de niños, vecinos y colectivos de mayores que se han celebrado estos días en el espacio del barrio de Loreto.

A todos ellos les ha hecho llegar el pasado y el futuro del que fue “uno de los dos únicos depósitos de tabaco” que había en España (el otro, en Santander) y de la que será una nueva infraestructura social y cultural que viene a paliar “la descompensación” de espacios culturales entre centro histórico y extramuros, además de erigirse, ya simplemente como artefacto, sin entrar en su contenido, en ejemplo de arquitectura amable con todas las personas y con el medio ambiente.

Algunos miembros de la Residencia Micaela Aramburu, en su visita a los Depósitos de Tabaco. / Julio González

En ese sentido caminan las obras, “inminentes”, dice el alcalde de Cádiz, que se acometerán en los almacenes 1, 2, 5 y en el espacio del andén y que la arquitecta enfrenta como cirujano que lleva a un paciente al quirófano. Con todas las pruebas y radiografías (estudios previos, informes...) en la mano, con más de un susto ya llevado (el encarecimiento del proyecto por problemas en la cubierta) y resuelto (Next Generation al rescate), pero con la prudencia del profesional que sabe que “hasta que no se abra” al paciente (el edificio) “no se sabe lo que hay”.

Con todo, y con toda la ilusión y ganas, García Oneto explica un futuro para los Depósitos de Tabaco donde manda afuera las barreras arquitectónicas (“pondremos una losa de hormigón para salvar los desniveles en el andén”) y donde deja pasar a la lluvia y la luz solar como recursos generadores de energía (“depósitos de recogida de agua” bajo dicha losa, “cubierta acristalada fotovoltaica” en sustitución de la actual que cuenta en su composición con el peligroso amianto). Un futuro que acerca a los Depósitos de Tabaco a “un edificio de consumo de energía casi nulo” pero que se asoma constantemente a su pasado con “ventanas de cristal en el suelo” que dejan ver los antiguos andenes que hoy recorremos en carne viva.

Un edificio con pasado (“queremos redactar el proyecto etnológico de la industria tabaquera de la ciudad porque en parte ha configurado la trama urbana, social y costumbres de Cádiz, para luego hacer una versión más divulgativa que podamos poner a disposición de la ciudadanía”) pero que saluda al futuro desde el uso cultural asociado a la formación (esas salas del almacén 1) y al ocio (Almacén 2 como espacio de unos 2.200 metros, divisibles por la mitad por un panel telescópico, y un módulo de graderío desplazable); y desde el uso social y formativo que albergará el Almacén 5 donde también caben los libros que ahora no encuentran sitio en las bibliotecas y dependencias municipales y, entonces, estarán al servicio de la ciudad.

Para ellos, para todos, para nosotros, también estará el jardín. Para las personas felices e infelices, para las que tienen historia y para la que la tienen por escribir.

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