La vitalidad urbana de Cádiz

Juan Jiménez Mata y Pilar Ruiz publican una extensa obra que recorre el desarrollo urbanístico de la ciudad, con un modelo que se exportó a las colonias de América

Desde la izquierda, Juan Jiménez Mata, Pilar Ruiz, Fernando Mejías, Carlos Sambricio y Ricardo Sánchez.
Desde la izquierda, Juan Jiménez Mata, Pilar Ruiz, Fernando Mejías, Carlos Sambricio y Ricardo Sánchez.
José A. Hidalgo Cádiz

26 de junio 2016 - 01:00

La ciudad que pisamos hoy es la ciudad que ha evolucionado a lo largo de siglos y siglos; es la ciudad que ha crecido al ritmo que desde el sector público y el privado se le ha ido imprimiendo. Pero sobre todo, es la ciudad que han asumido y aceptado sus vecinos, que son los que, al fin y al cabo, "la llenan de vida".

Si hay algo que no le ha faltado nunca a Cádiz es vida, incluso en sus etapas más duras. La estrechez del espacio en la que hemos convivido y la peculiaridad de encontrarnos al final del camino y convertido en una isla desde la fundación fenicia han funcionado como columnas vitales del crecimiento urbano.

Pilar Ruiz Nieto-Guerrero y Juan José Jiménez Mata han indagado en la historia urbana de Cádiz. Lo investigado, lo descubierto y lo reflexionado ocupa dos amplios tomos. El primero, Historia Urbana de Cádiz. Génesis y formación de una ciudad moderna, estará en las librerías en los primeros días del próximo mes julio y se presenta ya como una obra de referencia a la hora de estudiar la morfología de una ciudad.

El trabajo, nacido de la tesis elaborada por Pilar Ruiz en 1997 aunque sustancialmente ampliada con nuevos planos de la ciudad localizados, fundamentalmente, en el Servicio Histórico Militar, fue presentado en la noche del pasado viernes por el catedrático Carlos Sambricio y por el editor Ricardo Sánchez Lampreave, en un acto organizado por el Colegio de Arquitectos de Cádiz y presidido por su decano, Fernando José Mejías.

En una conversación mantenida con este diario, Carlos Sambricio, considerado como uno de los mejores estudiosos del urbanismo en España, elogia el trabajo ahora publica al considerar ya al mismo como un referente nacional en este tipo de estudios de la morfología urbana. "Es un estudio morfológico del que carecen otra ciudades", afirma.

Sambricio resalta también la peculiaridad de Cádiz como exportadora de su modelo territorial a América, aprovechando los años en los que lideró el comercio con las antiguas colonias. En este caso expuso una idea escasamente oída: la falta de suelo de Cádiz le lleva a dar a las poblaciones de la Bahía un papel específico para, en común, fortalecer el desarrollo de la zona, "como se puede ver en zonas como el golfo de México".

"Hay trabajos que se basan en el 'cortar y pegar', en este caso por el contrario nos encontramos con un profundo trabajo de investigación que nos propone una lectura y un enfoque del que adolecen otras ciudades. No es una guía de monumentos ni una historia de Cádiz. Sí es, por el contrario, la historia de la construcción de un ciudad".

Y ésta se inicia tras el asalto inglés a finales del siglo XVI, cuando la ciudad estuvo a desaparecer. Se inicia entonces su reconstrucción que tendrá un impulso espectacular cuando se asiente como cabecera del comercio con América.

El libro, de esta forma, relata la expansión de la ciudad medieval en un espacio muy limitado que pronto va a estar casi monopolizado por las fortificaciones y el suelo militar. La influencia es tal que el espacio puramente ciudadano será muy limitado, llegando incluso a plantearse otro frente de tierra pero mirando a la propia ciudad o la construcción de un lienzo de la muralla que en línea recta uniese la playa de Santa María hasta el convento de Capuchinos, y que un vendaval convirtió en un proyecto fallido.

La limitaciones militares irán poniendo fronteras al crecimiento de la ciudad en lo que hoy es su casco histórico que sólo el propio crecimiento urbano logrará deshacer hasta casi el límite del mar. De Sagasta a San Antonio y de allí a los cuarteles del parque hoy sede de la Universidad.

La ciudad crece entonces con cierta armonía, con lotes que se cuadriculan, en una iniciativa privada y también un control público de lo que se construye, en lo que los autores definen como "un convenio urbanístico de corte moderno". A la vez, como en su momento pasará con extramuros, Cádiz dividirá sus barrios según las clases sociales.

El estudio analiza también el tratamiento de los bordes de la ciudad, "con operaciones de gran importancia urbanística que completan la fachada al mar", con edificios como la Aduana, la Casa de las Cinco Torres o el barrio de San Carlos, convertido en un fracaso económico por parte de los gestores públicos.

La íntima relación con la defensa provocará que sean los militares los que, incide el estudio, "creen el primer concepto moderno de Bahía como estructura territorial, superando así la vieja idea de la Bahía como 'saco de aguas', mero contenedor de navíos, para potenciar ahora la forma y ordenación del territorio". Una peculiaridad más del urbanismo de una ciudad que siempre fue adelantada al resto de España.

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