Viviendas en Cádiz para que la gente no se vaya

Que Cádiz se quede por debajo de los 100.000 habitantes, con lo que supone de recorte de fondos estatales, marca también la falta de pisos

Uno de los solares más grandes sin urbanizar, en San Severiano, está en manos de la Junta

Ni bajarán los precios ni habrá casas para todos

Solar del chalé de San Luis, donde se proyectan nuevas viviendas.
Solar del chalé de San Luis, donde se proyectan nuevas viviendas. / Miguel Gómez

Cádiz necesita más pisos por varias causas. Una es la obligación constitucional de contar con una vivienda digna, aspecto estrechamente unido a la búsqueda de alojamientos que sustituyan a las últimas infraviviendas que aún quedan en la ciudad; otra es el deseo de los jóvenes por quedarse en su localidad de nacimientos o de volver por parte de quienes se tuvieron que marcha fuera hace años. Y, también, necesidad de pisos de renta libre para los que tienen capacidad de financiación y buscan una vivienda más moderna.

Pero junto a todo ello, la necesidad de incrementar el parque inmobiliario de la ciudad está estrechamente unida a la urgente necesidad de parar la sangría de población. Se sufre desde mediados de los años 90 del pasado siglo, camino de bajar de los 100.000 habitantes.

Si nos quedamos alguna vez por debajo de los seis dígitos, la aportación que la ciudad recibe de los presupuestos del Estado bajará de forma más que notable. Serán entre 30 y 40 millones de euros menos al año para el Ayuntamiento, que es como si entrase en quiebra.

Por eso, y mientras que no se negocie con el Estado una nueva financiación especial para la capital, como la que logró en su día Teófila Martínez, Cádiz necesita construir más viviendas para romper con el éxodo. E incluso, para recuperar vecinos.

Más viviendas y más gente

Lo cierto es que la construcción de más viviendas no garantiza un aumento de la población, aunque sí una mejor calidad de la habitabilidad en la ciudad. En los últimos años tenemos ejemplos claros como la urbanización de los cuarteles de Varela y la creación de un nuevo barrio en Astilleros. Entre ambas operaciones se levantaron cerca de 3.000 nuevas viviendas, lo que no fue acompañada por un incremento del censo.

Igualmente, el Plan de Rehabilitación del Casco Antiguo, iniciado en 1999, permitió la recuperación de un importante porcentaje de viviendas en zonas muy degradadas. Hubo un movimiento de población, mejoraron los alojamientos y se rebajó el número de habitantes, en un distrito que en todo caso estaba saturado.

Hoy la ciudad tiene huecos pendientes donde edificar. En el casco antiguo están muy limitados a edificios que aún pueden rehabilitarse, con escaso número de viviendas. Puerta Tierra, por el contrario, tiene pendiente la urbanización del solar de San Severiano, propiedad de la Junta, y la actuación en las Casitas Bajas, de propiedad repartida entre el Ayuntamiento y un privado.

Hay espacio también en la zona de los Chinchorros, pues queda por terminar la plaza del Santo Ángel con un nuevo edificio. O la última fase de Matadero. Y el Ayuntamiento aún debe emprender la reforma integrar del barrio de Manuel de Falla, donde se reordenará y se crearán nuevas viviendas, según un proyecto ideado por el anterior gobierno de José María González.

Hay espacio disponible en el histórico chalé de San Luis y, sobre todo, en la treintena de casas unifamiliares que aún resisten en pie en Puerta Tierra.

Muchas promotoras gaditanas y sevillanas han reclamado a las administraciones la búsqueda de suelo para poder sacar adelante nuevos proyectos inmobiliarios en la ciudad.

stats