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Yuri Gagarin en la soledad de su cápsula

literatura

La revelación editorial del otoño llega de la mano del libro de cuentos del escritor gaditano José Moreno

José Moreno muestra su obra en la tienda La Cápsula / Julio González
Pedro Ingelmo

11 de noviembre 2024 - 07:00

Titula el escritor Alberto Olmos en El Confidencial: “No leas este libro extraordinario, mejor compra el premio Planeta. El libro de cuentos de un autor desconocido publicado por un sello diminuto nos devuelve la sensación de gran literatura”. “Y el caso es que Moreno, sea quien sea (al parecer es librero en su ciudad), ha publicado esta pasada semana el que está llamado a ser uno de los libros más sorprendentes de 2024”, escribían en The Objective.

Y sí, el autor desconocido es librero en su ciudad. Y disquero. Y ropero. José Moreno regenta la tienda La Cápsula en Cádiz, un establecimiento de referencia. Y el sello diminuto es La Navaja Suiza, que se ha atrevido a lanzar uno de los libros más desasosegantes de este otoño, 'Gagarin o la triste certeza de de viajar solo'. Diez perlas del relato corto sobre las que planea la concisión y la angustia de Raymond Carver, la sensibilidad y los demonios de Lucia Berlin o incluso la sequedad del Kentucky de Chris Offutt. Todas esas influencias, buscadas o no, están dentro de este volumen deslumbrante que convierten a Moreno en un narrador de historias mínimas que dejan poso, desde el perdedor que malvive como empleado de una gasolinera a la que no acude casi nadie a la certeza de un hombre sin ambiciones que sabe que debajo de su bañera se esconde algo que ni siquiera se supone qué es.

Todo ello y mucho más se encuentra en “Gagarin...” sin que sea necesario que aparezca el cosmonauta soviético que ganó la carrera espacial y que murió en el aire en extrañas circunstancias un año antes de que el hombre pisara la luna. “Lo normal es titular un libro de cuentos con el nombre de uno de los cuentos, pero no me convencía ninguno. Todos los relatos orbitan en torno a la soledad y a las ganas de huir, que era un poco el estado en el que yo me encontraba cuando lo estaba escribiendo. Y entonces pensé en Gagarin, que es un personaje que me fascina y que reúne precisamente esa idea. La soledad del espacio y, al mismo tiempo, la fuga. Si añades que mi tienda se llama La Cápsula, entonces está claro que el título estaba ahí para cogerlo”, comenta Moreno. 

En estos diez relatos, aparte de la soledad de sus personajes, coinciden muchos más elementos que convierten el libro en una obra compacta, no en una colección de historias sin más. Moreno dota el espacio de un universo propio. No es identificable porque si bien en muchos de ellos parecemos encontrarnos en algún lugar del Medio Oeste de Estados Unidos, en otros nos hallamos más bien en el Reino Unido o en algún otro en Sudamérica. Pero, sean cuales sean estos lugares, que no se identifican, comparten todos una misma atmósfera. Y crear esa homogeneidad en literatura no es tan sencillo. Pues Moreno, que a pesar de que ha vivido toda su vida en Cádiz no le atrae su ciudad como escenario para su imaginación, parece resolverlo con cierta facilidad porque su escritura fluye suave con una cadencia temporal, rítmica, que es la que reclaman esos “personajes faltos de coraje, gente con poca voluntad, pero que en lo más íntimo tienen esa idea de escapar, aunque luego no lo hagan. Y, de hecho, casi ninguno lo hace”.

Desde que publicó su primer libro de cuentos, “Nadadores de plomo”, Moreno ha mejorado notablemente su técnica del diálogo. Aquel libro que ya apuntaba el camino por el que quería transitar el escritor gaditano ya contaba con ese swing cuando hacía hablar a sus personajes. En “Gagarin...” alcanza aún mayor musicalidad, una lírica de la que él se excluye: “Yo dejo que los personajes hablen a su gusto. Intervengo en la creación de una pequeña intriga sobre la que mover la historia y no me pongo a escribir hasta que no tengo claro todo lo que va a suceder. Pero, a la hora de hablar, hablan ellos. Es curioso, mis personajes hablan solos, cobran su propia vida”. Y aunque él dice que en sus narraciones hay poco humor, sí existe un humor subterráneo, quizá amargo, que está precisamente en esos diálogos.

Ha conseguido desprenderse de giros ajenos, asegura. “Antes cuando leía, yo qué sé, a Manuel Rivas o Juan Bonilla se me contagiaba su estilo a la hora de escribir. Ahora creo que he conseguido dominarlo”. Yasí José Moreno -“tengo un problema con eso, con este nombre...”, bromea- ya ha encontrado su voz. Buff, Moreno, con ese nombre, es muy bueno.

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