El parqué
Caídas ligeras
Copa del rey
Nada hacía presagiar una remontada como la de hace un mes y medio en el Benito Villamarín, que sucede muy de vez en cuando pero no dos veces en tan corto espacio de tiempo. Se trataba de intentarlo y de no ser posible al menos salir del Sánchez Pizjuán con la cabeza bien alta, con la satisfacción del deber cumplido después de haber llegado más lejos de lo esperado en la Copa del Rey, de la que el Cádiz se despidió al filo de las nueve y media de la noche tras perder frente al Sevilla por 2-1. Esta vez no hubo sorpresa. El cuadro hispalense, que ya se había impuesto 0-2 en el choque de ida, cumplió en la vuelta su papel de favorito en un partido en el que necesitaba reivindicarse después del manotazo endosado por el Betis cinco días antes.
Y eso que el Cádiz tuvo opciones cuando, todavía con el marcador intacto, dispuso de dos ocasiones clarísimas que de haber traducido en gol le hubiese metido de lleno en la lucha real por el acceso a cuartos. El acierto marca la diferencia, no aprovechó su momento y su límite en la Copa llegó hasta los octavos de final.
De hecho, Vincenzo Montella, pese a que la eliminatoria estaba casi decidida, tiró de su plantilla y aunque hizo rotaciones no recurrió siquiera a un jugador del filial, al contrario que Álvaro Cervera, que se llevó a los canteranos del B Sergio, Momo y Jordi Tur -además de David Gil-, e incluso otorgó la titularidad al primero, que ya había debutado con los mayores en la última jornada de Liga de la temporada 2015/16 (victoria por 0-1en Jaén). Aunque en el B juega de central, se desenvolvió en la medular junto a Rafidine Abdullah.
El preparador cadista no quiso arriesgar. Dejó a la casi totalidad de su primera unidad en casa y a los que se llevó los dejó en el banquillo. No es que renunciara a la eliminatoria, es que la Liga tiene más valor que nunca ahora que el Cádiz camina en la segunda posición.
Atrás, muy atrás arrancaron los visitantes. Tanto que concedió dos ocasiones en apenas tres minutos, ambas de Ben Yedder, que primero se topó con brillante parada de Rubén Yáñez y después, tras un despeje defectuoso de Aitor, tiró alto con todo a su favor.
Los visitantes plantearon un partido ultraconservador, agazapados en su parcela, quizás por convicción y quién sabe si por sentirse inferiores a un Sevilla volcado, como si quisiera redimirse con rapidez del desastroso derbi hispalense. Pero no todo era de color blanco pese a la aplastante posesión de los locales -superior al 80 por ciento-. La noche adquirió ligeros tintes amarillos cuando los gaditanos dieron señales de vida en el área contraria. Barral avisó en el 9 con un cabezazo que murió en las manos de Sergio Rico y el isleño, siete minutos después, casi inaugura el marcador con un derechazo desde la frontal del área que se estrelló contra el larguero. El Cádiz se soltó, perdió el miedo y el duelo se convirtió en una ruleta rusa. El balón iba de un área a otra en cuestión de segundos y los de Cervera empezaron a hacer lo que saben: robar y a salir a la contra a toda pastilla. No enlazaron pases pero sí golpearon con servicios largos que por momentos hicieron temblar los cimientos de la endeble defensa local. En el 24 perdieron una oportunidad de oro de meterse en la eliminatoria. Moha Traoré se plantó solo delante del cancerbero, tenía tiempo para pensar, todo el palo largo para él pero se empeñó en disparar al corto y envió la pelota al lateral de la red.
Ese gol que no lo fue hubiese metido el miedo en el cuerpo a un Sevilla que no falló y puso tierra de por medio cuando Ben Yedder firmó el 1-0 al recoger un rechace de Rubén Yáñez al tiro de Correa. La balanza se podía haber inclinado hacia cualquiera de los dos lados pero se escoró hacia el bando sevillista, que se vino arriba cuando se vio con ventaja y a punto estuvo de irse al descanso con una renta mayor tras un mano a mano de Banega con Rubén Yáñez que el arquero resolvió con acierto.
La ronda estaba decidida pero el Cádiz, en una demostración de dignidad, intentó dar un paso adelante en la reanudación. Presionó la salida del balón de un rival que supo manejar una ventaja que amplió en el minuto 53 tras un saque de esquina sacado por Sarabia que Correa cabeceó al fondo de la portería. Demasiada facilidad dio la defensa en el 2-0, que dio paso a más de media hora de absoluta intrascendencia.
Con la eliminatoria más que decidida, Cervera dio la alternativa a Eugeni y concedió minutos a Carrillo. El debutante se ubicó en la media, ayudante en el engache con el delantero y Nico Hidalgo, que se había movido en tres cuartos, pasó al costado izquierdo poco antes de colocarse de lateral derecho tras la lesión de Rober Correa y la entrada de Álvaro García.
Los amarillos no querían irse del Sánchez Pizjuán sin marcar un gol que casi hizo Moha en el 72 tras una indecisión de la zaga. Tampoco entró el misil de Álvaro García que desvió Sergio Rico, ni siquiera el remate fallido de Carrillo en boca de gol, pero sí acertó el utrerano para poner el 2-1 en el 85 con una preciosa vaselina tras una excelente asistencia de Abdullah.
El Cádiz se marchó la cabeza alta, al ataque y a punto de empatar el partido. Otra vez Álvaro García, en modo revolucionario, se plantó delante del portero, lo regateó pero se escoró lo suficiente como para rematar al lateral de la red con el arco vacío.
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