Baena y el Cádiz CF están de aniversario
Cádiz CF
Se cumplen 45 años de su traspaso al Atlético de Madrid, que dejó en las arcas 15 millones de pesetas.
Cádiz/Camino del medio siglo desde aquel sonado traspaso de Paco Baena del Cádiz al Atlético de Madrid. Fue en abril de 1975 cuando el delantero gaditano abandonó el club de sus amores por una irrechazable oferta rojiblanca para vestir la camiseta de uno de los mejores conjuntos del fútbol español. Se cumplen 45 años de aquella operación que antes de acabar la temporada dejó al equipo cadista sin uno de sus jugadores ‘top’. Cuando se llevó a cabo aquella operación, Baena contaba con 25 años.
Baena cumplía su sexta campaña en el primer equipo del Cádiz, la primera de ellas en Tercera (la última vez que los amarillos militaron en esa categoría) y las otras cinco en Segunda, siendo un jugador con un papel muy importante en el equipo a tenor del número de partidos disputados y de goles anotados. Un ‘9’ en toda regla 'made in Cádiz'.
A pesar de su gratitud al club gaditano y a la insustituible sensación de residir en su ciudad, a finales de marzo de 1975 empezó a tomar forma toda la operación que acabó con el jugador en las filas atléticas. Aquel curso era Sabino Barinaga el entrenador de un Cádiz con aspiraciones de ascenso a Primera, y Gutiérrez Trueba el presidente en su etapa final porque poco después de la marcha del inolvidable delantero decidió abandonar el cargo.
El adiós de Baena se produce después de un Cádiz-Racing de Santander (2-1), en el que anota el primer gol del conjunto amarillo. A la finalización de aquel duelo entre dos aspirantes al ascenso, al ariete le comunican que esa misma noche debe desplazarse a Madrid. Sin duda, era la prueba de que la negociación estaba prácticamente cerrada. Lo más curioso del caso, por cierto habitual en la época, es que el propio Baena desconocía todo lo que se fraguaba a su espalda a pesar del claro beneficio para él y para el club.
Se marchaba de Cádiz dejando al equipo en quinta posición, a tres puntos del ascenso, tras vencer a un Racing que era segundo por detrás del Sevilla. Sus goles habían ayudado al equipo a ser el tercer máximo realizador de la categoría.
Con el tiempo justo de informar a su familia y de preparar la maleta, Baena tomó un tren que llegó por la mañana a la capital de España. Allí le esperaba Gutiérrez Trueba, quien junto a Copado, como representante del Atlético, llevaron las gestiones finales para cerrar y rubricar el traspaso. Testigo de ello fue el célebre intermediario Luis Guijarro.
Las condiciones que pusieron encima de la mesa a Baena hizo que éste aceptara por lo que suponía deportiva y económicamente salir del Cádiz en Segunda para fichar por el Atlético en Primera. Todo ello dejando en las arcas del club gaditano 15 millones de las antiguas pesetas (90.151 euros), una cantidad que a una entidad modesta suponía mucho en aquel año a pesar de golpe bajo sentimental y deportivo de perder al delantero a falta de nueve jornadas para el final de Liga y con el equipo bien situado para pelear un ascenso que al final no fue posible.
Como Gutiérrez Trueba gestionaba el club cadista con la firma decisión de querer abandonar su cargo de presidente, para efectuar la venta de Baena tuvo conversaciones con tres futuribles para tomar el relevo, Vicente Alonso, José Aranda y Manuel de Diego. Sólo este último se mostró reticente a que se llevara a cabo la venta del jugador, si bien su postura no fue óbice para que al final se realizara. Prácticamente fue el prólogo de Gutiérrez Trueba al frente del club en un ciclo marcado por superar una compleja situación económica.
La exigencia de Luis Aragonés
El técnico del Atlético, que ya hacía gala de su claridad de palabra y carácter, a su llegada dejó entrever a Baena que tendría que sudar sangre para ganarse un sitio en un equipo hecho
Con más o menos voces a favor, al final el inolvidable futbolista gaditano se enfundó la elástica del Atlético de Madrid y empezó a entrenar a las órdenes de Luis Aragonés. Fue una semana, la primera como rojiblanco, en la que empezó a deslumbrar a compañeros con más experiencia y cartel en la elite, siendo inolvidable aquel partidillo del jueves en el que anotó cuatro goles. Luis Aragonés, que ya hacía gala de su claridad de palabra y carácter, a su llegada le dejó entrever a Baena que tendría que sudar sangre para ganarse un sitio en un equipo hecho. Con esos cuatro tantos en el partidillo, le abrió las puertas de la primera convocatoria, un Atlético-Valencia que acabó 5-2. La grada, como suele suceder en estos casos, estaba deseosa por ver en acción a un ariete desconocido porque entonces aquello del fútbol en televisión, sobre todo en Segunda División, era impensable. La masa social rojiblanca coreaba su nombre y Aragonés le hizo debutar en el Atlético y en Primera. Pero no todo fue gloria para este gaditano. Aragonés le colocó en el centro del campo, donde, como era de esperar, empezaban los problemas para un '9' que de por sí tenía por delante el durísimo reto de hacerse hueco en uno de los grandes del fútbol español. En esa 'lucha', Baena apenas pudo alzar la voz porque Luis, entonces y después, era mucho Luis.
Paco Baena había dado el gran salto profesional de su carrera, el soñado tras llegar al Cádiz por su persistencia y la de su padre, Rubiche, que apostó fuerte por hacer a su hijo futbolista de Primera. Casi medio siglo desde que aquel joven del Tabacalera infantil (club fundado por su padre) se ganó al ojeador Juan Bejarano, quien aconsejó a Francisco Márquez Veiga que, como presidente, hiciera lo posible para que Baena ingresara en la entidad. Era infantil y ya Julio Vilariño comprobaba su evolución en sesiones con pesas para dotar de mayor musculatura a un chico de 14 años, muy delgado, que hasta ese momento se ganaba la vida junto a su tío trabajando como redero en el muelle. Vilariño lo llamó con 19 años para ir con el primera equipo en aquel penoso año que acabó con el Cádiz descendiendo a Tercera.
Con León Lasa en el banquillo, Baena pasó por derecho a ser futbolista del primer equipo con la gran sorpresa de que Lasa contemplaba situarle como lateral derecho. De zaguero un '9' con mucho gol y un demoledor remate de cabeza. Pero el técnico reaccionó y rectificó rápido para que esa primera temporada del gaditano, como delantero letal, fuera el inicio hasta dar el salto definitivo al Atlético de Madrid, en abril de 1975. Hace 45 años.
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