Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
El resultado del Oviedo-Cádiz
El Cádiz CF eligió un campo maldito en los últimos años para dar un golpe de efecto y disfrutar del premio honorífico de campeón de invierno. Una victoria (0-2) de prestigio en el terreno del Real Oviedo con el método de sobra conocido que le garantiza el liderato al final de la primera vuelta con una jornada de antelación.
Llevaba dos partidos sin ganar el equipo amarillo, que salió del atasco de la mejor manera posible, con un triunfo convincente, una defensa inmaculada, la portería a cero y el acierto en momentos claves. Dos goles de cabeza, uno de Álex Fernández y otro de David Querol. Tres puntos más y nada menos 43, su cuenta más alta en una primera vuelta en la categoría de plata.
Precaución ante todo. Con esa máxima saltó el líder al maltrecho césped del estadio Carlos Tartiere. La cuestión era no dejar espacios a un adversario encabezado en ataque por un viejo conocido: Alfredo Ortuño. El ex cadista poco pudo hacer ante el eficaz entramado defensivo de un Cádiz CF más fuerte que nunca.
Los amarillos combinaron una presión alta con el repliegue. Todo lo necesario para impedir la libre circulación del esférico. Mientras apuntalaba la parte trasera, le costaba aproximarse con ciertas garantías a los dominios de Champagne.
Y es que ambos bandos coincidieron en dar prioridad a la defensa. La única vía que hallaron los visitantes fue la derecha con alguna internada de Salvi y un par de centros inocentes.
El tiempo empezó a correr sin nada más allá que la intensidad propia de un choque equilibrado. Un un auténtico tostón digno de siesta en plena sobremesa. Si alguien hubiese preguntado al cuero con qué equipo prefería estar, habría contestado que con ninguno. Iba de un lado para otro sin el más mínimo criterio, con la sensación de no poder llegar nunca a las porterías.
Los locales tuvieron más la pelota en el último tramo del primer periodo pero sin hacer daño. El Cádiz CF no existía en ataque y pero hizo la enésima demostración de que con poco le basta para golpear. Cuando por fin apareció lo hizo para adelantarse en el marcador. Eso es aprovechar el momento y lo demás son tonterías.
En el minuto 32, en una acción con apariencia inofensiva, Salvi arribó a la línea de fondo con su habitual velocidad, centró al corazón del área y allí, en boca de gol, emergió Álex Fernández completamente solo para cabecear con precisión para poner el balón en el fondo de arco. Juanjo Nieto reaccionó tarde en el marcaje y el madrileño no perdonó con un testarazo de manual para poner el 0-1.
Los gaditanos se vieron por delante gracias a un zarpazo en su único remate entre los palos en toda la primera parte. Pura efectividad.
El tanto abrió el mejor escenario posible para los de Álvaro Cervera, dedicados en cuerpo y alma a administración de la ventaja. Pero los carbayones se revolvieron y apretaron de lo lindo. En el 39, Alberto Cifuentes evitó el empate al desviar a córner un zurdazo de Tejera desde la frontal. No tiraron más de los de casa en los 45 minutos iniciales aunque sí acorralaron a los amarillos, siempre ordenados alrededor de su portería.
El intermedio llegó poco después del alboroto producido en el área oviedista, cuando los locales reclamaron la expulsión de Fali por un codazo en la cara a Bolaño, que repelió con un puñetazo en al espalda del zaguero cadista. Ocón Arráiz dejó la cosa en nada. En caso de mostrar la roja, debió ser para los dos protagonistas de la acción.
Defender, dejar correr el reloj y que no pasara nada. De eso se trataba en la reanudación. Pero sí pasó. En el 47, un disparo colocado de Álex Fernández lo repelió Champagne con la punta de los dedos para evitar un 0-2 que hubiese sido gloria bendita.
Los amarillos sacaron de esquina tres veces seguidas en al arranque de la segunda mitad. Todo un espejismo porque los asturianos se volcaron en labores ofensivas.
Poco quiso saber del balón el Cádiz. Se lo dio al rival y se centró en protegerse. Una labor colectiva a la que sólo le faltaba la guinda de un contragolpe que tarde o temprano a iba a tener. Apenas asomó la cabeza en el lado contrario.
Cervera se decidió a mover el banquillo con media hora por delante con la entrada de David Querol.
El catalán salió y marcó la primera vez que tocó el balón, el sueño de todo suplente. Fue un gol no exento de incertidumbre. Alberto Perea centró al interior del área y Querol, sin que nadie le molestase, cabeceó al fondo de la portería. Corría el minuto 66. Un gol de bella factura anulado en primera instancia por supuesto fuera de juego hasta que las cámaras del VAR validaron el tanto. Estaba en posición correcta y el 0-2 esta vez sí fue un hecho.
La ventaja era oro puro. Podía haber sido un poco mayor porque antes de la diana de Querol, Champagne hizo una gran parada como respuesta a un volea de Garrido que parecía gol.
El segundo tanto fortaleció al líder y causó un efecto demoledor sobre el Oviedo, que sólo reaccionó en los últimos minutos aunque sin acierto. Tejera mandó fuera un misil desde la frontal y el balón tomó el mismo camino tras un cabezazo de Bolaño.
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