Brindis por un feliz 2020

Cádiz CF

El cadismo anhela en el nuevo año que ahora comienza el ascenso a Primera División, la continuidad en el banquillo de Álvaro Cervera y, lo más improbable de todo, la paz institucional

Cervera, Vizcaíno y Arias brindaron juntos en Navidad. / Cádiz Cf
Carlos A. Díaz

01 de enero 2020 - 16:00

Cádiz/El año 2019 concluyó con el cadismo ilusionado por la marcha deportiva del equipo, que empieza 2020 como líder solvente de la Segunda División y firme candidato a todo y más en concreto al anhelado ascenso a Primera.

En efecto, la trayectoria de los pupilos de Álvaro Cervera invita al optimismo como no se había respirado en las tres temporadas anteriores. Con 43 puntos, siete de vetaja sobre el segundo clasificado, el Almería, ocho sobre el tercero, el Huesca, y nada menos que 11 sobre el séptimo, la UD Las Palmas, aunque hoy por hoy a nadie se le ocurre pensar en la frontera del play-off, la situación no puede ser más favorable.

El regreso a la élite del fútbol español, por tanto, se antoja en este nuevo año que ahora comienza como un reto para el titular de la Tacita de Plata y como un sueño más cercano que lejano para la afición, cuya comunión con los que visten de corto y con el entrenador parece absoluta. Los seguidores cadistas son más incondicionales que nunca.

Curiosamente, esa felicidad real de la grada contrasta con el discreto juego sobre el césped, entendiendo ese juego, el espectáculo en sí mismo, como algo estético más que pragmático. Al final, la filosofía del técnico ha calado hasta el punto de inculcar a todos, y no le falta razón, que el fútbol más bonito es aquel que te lleva a la victoria.

El Cádiz vence y convence. Acaso no lo hace con acciones de tiralíneas, ni con una posesión del balón que acabe desesperando al rival, ni con una apuesta ofensiva que deleite a los presentes. No, no es el caso. Lo hace con derroche de entrega, de amor propio, de pundonor, con disciplina defensiva, con concentración. Lo hace, en suma, siguiendo a rajatabla las indicaciones de Cervera, que no es poco.

Por ello, además de subir a la máxima categoría, el cadismo desea fervientemente en 2020 la continuidad del técnico, desde hace meses a la espera de una renovación que no llega y que el propio presidente, Manuel Vizcaíno, ha anunciado que se hará efectiva porque las dos partes quieren. Bueno, más que las dos partes habría que hablar de las tres, porque el cadismo también la quiere y es parte importante en éste y todos los asuntos que atañen a sus colores.

Además, la presencia del entrenador que sacó al Cádiz del pozo de Segunda B es igualmente una garantía de oportunidades para los canteranos, por más que pueda parecer que no mira al filial.

Nada más distante de la verdad. Lo sucedido la pasada campaña con Manu Vallejo, gran descubrimiento para bien y protagonista de un traspaso al Valencia que dejó suculentos beneficios en las arcas de la entidad, ha tenido continuidad este curso con jóvenes que trabajan en el día a día con la primera plantilla, entran en convocatorias y disfrutan de minutos, casos de Javi Navarro, Sergio González, Saturday, Seth Vega, Moi y Duarte.

Sin duda, el hecho de que el conjunto B que dirige Juanma Pavón milite en la división de bronce contribuye a que resulte más viable el salto de los valores del futuro, al margen del éxito que por sí mismo representa que el filial se haya instalado en la tercera categoría nacional, un hito histórico para el club, muy celebrado en la primavera de 2019 y que puede consolidarse en este recién estrenado 2020 con una permanencia que va por buen camino.

Finalmente, el cadismo anhela del nuevo año algo que no está en sus manos, quizás menos incluso que el plano deportivo porque no requiere en absoluto de su aliento. La paz institucional, esa normalidad que se transmite cuando todo va sobre ruedas, cuando no sucede nada anormal, se echa en falta.

Pese a que la gestión de los últimos tiempos ha permitido afrontar con éxito las deudas del pasado y mirar al horizonte con ambición, lo cierto es que los dimes y diretes entre los responsables de la mayoría del paquete accionarial otorgan demasiada inestabilidad al entorno.

Vizcaíno y el ex consejero delegado, Quique Pina, andan enfrentados en procesos judiciales que vienen a empañar la marcha del equipo y, en el fondo, generan incertidumbre e inquietud. Uno y otro harían bien en plantearse la forma de satisfacer sus intereses personales sin perjudicar un ápice a un escudo centenario y a una masa social que tiene todo el derecho del mundo a soñar con el mejor año posible.

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