Cádiz CF: la apuesta de Pellegrino genera desconcierto

A pesar de que el enfado más grande en el Cádiz CF apunta a la cúpula de la entidad, concretamente a Manuel Vizcaíno y Rafael Contreras, por lo que es a todas luces un proyecto que ha fallado, en las últimas jornadas el runrún del malestar también se está instalando en el banquillo local del estadio Nuevo Mirandilla.

La cuestión es que hay decisiones y apuestas de Mauricio Pellegrino que no convencen al respetable. Y no sólo es una cuestión numérica de puntos, son las sensaciones y lo que realmente se transmite desde el césped.

Hay un futbolista llamado a ser diferencial, Juanmi, que recaló en el Cádiz CF el pasado mercado de invierno, que lleva dos jornadas viviendo un papel raro, que quizás no es el que esperaba cuando regresó a España en enero para ayudar a salir de la crisis al conjunto gaditano.

El atacante malagueño ha conseguido tres goles en 12 partidos (sólo nueve como titular y nada más que en tres ha disputado el encuentro al completo), lo que quiere decir que está muy por encima de compañeros de demarcación como Maxi Gómez, con cero goles en 30 partidos, Sergi Guardiola, con cero goles en 22 encuentros, e incluso Rubén Sobrino, también con cero goles después de actuar en 29 partidos.

A buen seguro que detrás de la llegada de Juanmi hay un esfuerzo del club -bien podrían los dirigentes dosificar los esfuerzos y dejar algo para la primera ventana de incorporaciones-, por lo que gustará poco que ese delantero diferencial lleve dos partidos con un papel extraño.

En el encuentro contra el Mallorca, Juanmi salió de inicio pero cinco minutos después de conseguir el empate el Cádiz CF, Pellegrino lo mandó al banquillo cuando en el césped había que jugarse la vida para quedarse con los tres puntos. Y el pasado fin de semana en el Santiago Bernabéu, el ariete malagueño jugó 15 minutos, accediendo al campo cuando su equipo ya perdía 2-0.

No cabe duda que la apuesta de Pellegrino, por el caso de este jugador y por otros, es una incertidumbre, de ahí a que toque cruzar los dedos a la espera de lo que decida el domingo.