Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
El Cádiz CF se resiste a bajar a Segunda División y lanza el mensaje diáfano de que la permanencia es posible. Mientras hay vida, hay esperanza como demostró el pasado viernes 29 de marzo en el partido contra el Granada que alzó el telón de la trigésima jornada de Liga en el estadio Nuevo Mirandilla. No sólo ganó (1-0) sino que además lo hizo con una solvencia nutridora de ilusión.
El resultado no reflejó del todo la superioridad de un equipo amarillo que mereció un marcador más abultado. Con un poco más de acierto en el remate, hubiese vencido con holgura porque no le faltaron oportunidades para hacer más goles. Quien sí dio en la diana fue Robert Navarro con un tanto tan hermoso como relevante en una acción con toneladas de calidad.
Pese al lógico empuje del oponente, el triunfo no corrió peligro y los tres puntos, vitales a estas alturas del curso, se quedaron en territorio gaditano. No había margen de error. Objetivo cumplido en esa cita y ahora que jueguen los rivales directos con la presión añadida de verse cerca de la zona de descenso. Y es que el Cádiz CF pasó de estar a cinco puntos del 17º puesto que ocupa el Celta de Vigo a sólo dos. Todo está aún por decidir.
El duelo andaluz se desarrolló por los cauces que más interesaron a los anfitriones. Quisieron y tuvieron la pelota, la movieron con inteligencia y ofrecieron momentos de buen juego ante un rival encerrado atrás y frente a la incómoda fortaleza del viento. Atacaron una y otra vez conscientes de que no cabía otro desenlace que no fuese la victoria. Fue una noche de alegría.
El Cádiz CF demostró que, a pesar de las dificultades que son evidentes, está dispuesto a luchar hasta la extenuación por conservar su plaza en la élite del fútbol español. Continúa instalado en ese 18º peldaño que conduce a Segunda (allí desde la última jornada de la primera vuelta), pero consigue apretar la lucha en la parta trasera de la clasificación.
Después del bajón que supuso la derrota (2-0) en el terreno ante la Real Sociedad para quedarse a cinco puntos del objetivo, crece la confianza tras doblegar a un Granada condenado a militar en la categoría de plata la próxima campaña. El pitido final dio paso a la celebración conjunta entre el equipo y la afición. En una temporada con escasez de victorias (la del viernes fue la cuarta en 30 capítulos), cada una de ellas merece ser festejada, y más cuando adquiere una trascendencia mucho mayor que en otra etapa del campeonato. Ganar en este tramo resolutorio de la temporada es el único camino factible para poder pugnar por la renovación del pasaporte en le élite.
Jugadores y seguidores comparten el convencimiento de que es posible continuar en Primera División. La afición disfrutó y se cargó de motivos para mantener encendida la llama del optimismo. Paso a paso, sin ocultar la complejidad de la misión pero con el mejor el ánimo y la mente puesta ya en el siguiente reto, que no es otro que tumbar a todo un Barcelona sobre el césped del antiguo Carranza el próximo 13 de abril.
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