Cádiz CF: Un eterno minuto de silencio

Este fin de semana se cumple un año desde que el equipo amarillo disputa sus partidos en el Carranza sin espectadores

Cádiz y Almería salen al césped de un Carranza con un mosaico en las gradas. / Fito Carreto
F.J.D.

24 de febrero 2021 - 13:52

Cádiz/Cuando aquel sábado 29 de febrero de 2020 el Cádiz CF y su afición enlazaban los mejores deseos por el triunfo sobre el 'gallito' Almería (2-1), nadie se imaginaba lo que estaba por llegar. Nada menos que un año en blanco en cuanto a los espectadores; 12 meses de un vacío sin final que sigue golpeando cada fin de semana en la línea de flotación de un sentimiento que también tiene mucho de interés económico para los clubes. La pandemia del fútbol se ha cobrado a miles de personas.

Aquel segundo fin de semana de Carnaval, Cádiz se disfrazaba por encima del amarillo y azul para acudir a su ceremonial habitual en el Ramón de Carranza. Gran entrada en el estadio y mosaico para el recuerdo de un líder que al acabar esa jornada lo fue más por el pinchazo del Zaragoza en el feudo del Racing. Fueron los últimos gritos de aliento que nacieron del hoy hormigón huérfano, las bufandas al viento que ahora aguardan en percheros y en el baúl de los recuerdos.

Nadie podía imaginar lo que estaba por llegar después de aquellas risas de felicidad por una valiosa victoria entre copa y copla. Ese día, a las ocho de la tarde, se acabó para el cadismo el fútbol que se conocía hasta entonces. Fue la última vez con las gradas pobladas de pasión; fue la última vez de la fiesta de toda una ciudad y parte de su provincia desde primer hora de la mañana porque se entonaba aquello de "hoy juega el Cádiz". Las puertas del coliseo del equipo aguardan cerradas sin dejar pasar la ilusión en una Laguna que se llena de lágrimas cada vez que el Cádiz CF juega y la distancia social obliga a estar demasiado lejos de esos ídolos.

Hace un año la masa social del conjunto gaditano abandonaba el Ramón de Carranza haciendo cuentas y calculando cuántos puntos eran necesarios para alcanzar el sueño del ascenso, ése que llegó pero que sigue bajo ese estado porque la sensación de realidad sólo es posible a través de la pequeña pantalla. El Cádiz CF resiste en Primera División a pesar de no tener a su principal motor, el que le da alas y fuerza suficiente para superar situaciones adversas.

Hay un precio alto que se paga bajo este nuevo fútbol. Y es que el conjunto amarillo acumula 17 partidos sin espectadores de los cuales sólo ha ganado tres, uno la temporada pasada y dos en la actual. Después del confinamiento, el Cádiz-Oviedo (2-0) se convirtió en la única alegría el curso pasado, mientras que en el actual se ha saboreado en el Cádiz-Barcelona (2-1) y Cádiz-Alavés (3-1). El resto: nueve derrotas y cinco empates. Unos datos que ponen de relieve lo que necesita el equipo de Álvaro Cervera a su afición y que sólo los buenos registros como visitante permitieron subir el año pasado y aguantar el tirón en la campaña actual.

El cadismo se vio obligado a salir de su 'casa' en el último Carnaval, porque desde aquel 29 de febrero han cambiado demasiadas cosas en el deporte rey. La salsa del balompié aguarda vacunas que devuelvan algo de normalidad a los fines de semana futboleros por naturaleza. Los gritos y cánticos salen del corazón, que no de la boca, frente al televisor al que se ha abonado la masa social.

Aquel Cádiz CF-Almería queda en la retina como lo que conocimos hasta hace un año, ese encuentro que despedimos sin saber que sería por tiempo indefinido. Los meses han pasado y este próximo fin de semana será ya un año sin espectadores en el Ramón de Carranza, cuyo nombre es armamento para los políticos sin detenerse del vacío que hay de fondo. La luz de la afición se apagó en un año bisiesto que ha dejado a oscuras toda una vida.

Sevilla, Barcelona, Atlético de Madrid, Villarreal, Athletic de Bilbao o ahora el Betis pasan por el campo sin que los seguidores cadistas hayan disfrutado de esas citas tan exigentes como anheladas aquellas jornadas de fútbol en el pozo, cuando equipos modestos y desconocidos de Segunda B eran el alto precio a pagar por soñar que algún día saldría el sol aunque fuera a la sombra de un Carranza desierto. ¡Volveremos!

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