Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz/Con el tiempo quedará para la historia la excelente temporada 2020/21 que hizo el Cádiz CF, salvado con tres jornadas de antelación sin haber pisado la zona de descenso en ningún momento. Un éxito incuestionable que poco podían imaginar hace meses.
Una cosa es el balance global, del todo brillante para un modesto recién ascendido, y otra es el día a día. Y en ese último apartado es en el que está fallando ahora un equipo amarillo que no quiere saber nada de la Liga desde el pasado 8 de mayo, cuando confirmó de manera matemática la permanencia en Primera División tras vencer al Huesca.
La balanza se inclina con claridad hacia la consecución del objetivo, que es lo que cuenta de verdad. Pesa mucho más la gesta que supone la continuidad en la élite, labrada durante 35 partidos en ocho meses, que el desprecio a la competición en dos de los tres capítulos a falta del desarrollo del último.
Pero no se puede ocultar la realidad del presente. El Cádiz CF parece haber olvidado que el aficionado quiere ver competir a su equipo semana a semana, que los profesionales tienen la obligación de defender el escudo con dignidad cuando están sobre el césped. No fue lo que hicieron en Pamplona ante el Osasuna (3-2) y menos aún en el reciente duelo frente al Elche (1-3).
El cuadro ilicitano llevaba tres encuentros seguidos sin ver puerta y había marcado sólo dos goles en las últimas seis citas, hasta que llegó a Carranza para hacer tres tantos. No es casualidad. El Cádiz CF pasó de todo, sobre todo en una segunda parte que adquirió tintes sonrojantes.
Lo habitual era que cuando los amarillos recibían un saco de goles fuese contra rivales de peso. Cuatro les hizo el Atlético de Madrid en dos ocasiones y una vez el Celta de Vigo, la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao. Tres tantos les marcó el Sevilla en cada una de las dos citas y en una el Real Madrid.
Nunca había recibido tres goles el Cádiz CF ante adversarios de la zona de su Liga. Hasta que llegaron esos partidos intrascendentes ante el Osasuna y el Elche. Es como si el equipo amarillo se hubiese retirado de la Liga. Se presenta a los partidos porque las normas no le permiten escaquearse, pero lo que no mide el reglamento es la intensidad.
La pregunta es si el Cádiz CF viaja el viernes a Valencia a hacer turismo o a buscar de verdad un buen resultado en el terreno del Levante (tampoco se juega nada) con el que acabar la temporada con la cabeza alta.
Esto no sólo va de ganar, sino de la obligación de intentarlo. Competir más allá del marcador y no defraudar a una hinchada que tiene rotulado en el calendario cada partido de su equipo, del que siempre espera lo mejor.
El club, en constante crecimiento desde hace varios años, debe cuidar todos los aspectos y no permitir el aroma de abandono que desprende el equipo en los últimos días. Si una vez cumplido el objetivo hay más partidos, no está de más fijar nuevos retos para mantener el espíritu competitivo. Hacer la mejor temporada de la historia en Primera no era un mal desafío con el que seguir despierto en la Liga. De hecho, aún esta a tiempo.
Y a la vista está que los experimentos no dan frutos. Si las rotaciones no funcionan, Álvaro Cervera debería plantearse si más allá de repartir minutos para buscar el equilibrio dentro del vestuario apuesta por alinear a los mejores. Las pruebas, para los amistosos. A estas alturas de la película ya se sabe lo que puede dar cada jugador.
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