Pedro M. Espinosa
¿Dónde están los tíos?
Cádiz/Este miércoles termina una temporada para enmarcar por parte del Cádiz CF. Un año deportivo brutal en casi todos los aspectos para un recién ascendido. Una campaña cerrada con una permanencia holgada que garantiza seguir entre los mejores. Un éxito con mayúscula de los jugadores que dirigió Álvaro Cervera y de un proyecto que encabezó Manuel Vizcaíno.
La temporada 2020/21 dejó al Cádiz CF en la 12ª posición y con 44 puntos, diez por encima del descenso, y con una permanencia a la que pocos apostaban cuando en septiembre del año pasado empezó a rodar el balón. Equipos como Valencia o Getafe quedaron por detrás en la tabla clasificatoria, algo que también es significativo.
La campaña fue el reflejo de lo que viene sucediendo desde la primavera de 2016, justo con la llegada de Álvaro Cervera. Esa continuidad es la base de todo lo bueno que fue viniendo desde entonces y de forma especial este último curso liguero. Esa estabilidad es el pilar más sólido que sostiene la versión deportiva del Cádiz CF.
Hay un dato que apenas tiene discusión al margen de la vistosidad. Y es que el 'estilo Cervera' ha triunfado; gustará más o menos o entretendrá en mayor o menor medida, pero si había un camino que llevara el proyecto al éxito era el que marcó el entrenador. El valor de un sistema defensivo que recibió muchos halagos durante la competición está fuera de toda duda. El primer gol del Cádiz CF siempre llegó a partir de un entramado defensivo que empezaba en el delantero. Aunque ataquen muy pocos, defienden todos; es el primer mandamiento del técnico.
No obstante, ese éxito semana a semana, jornada a jornada con un fuego lento pero constante, no hubiera llegado a buen puerto si no es por la labor psicológica. No sólo Cervera lo exponía como su estilo, sino que los resultados le daban la razón y se convertían en el mejor antídoto contra jugadores desconfiados. Al final todos estuvieron convencidos de lo que hacían; sirva aquí como mejor ejemplo Álvaro Negredo. El último en llegar y el primero en cumplir. Todos se lo aprendieron de memoria: 'La lucha no se negocia'.
La campaña dejó varias campanadas engalanadas de amarillo. La victoria en Valdebebas sobre el Real Madrid, el triunfo ante el Barcelona en el antiguo Ramón de Carranza -ahora Nuevo Mirandilla- o el zarpazo en San Mamés al tumbar al Athletic estando el Cádiz CF con dos jugadores menos. Una campanada desde la Catedral del fútbol español que escuchó toda España. Cervera nunca renunció a luchar la permanencia en esos campos y contra esos rivales tan poderosos. Ahí es donde la consiguió.
En las entrevistas que ha ido pasando el club como balance de cada futbolista, todos coinciden en la importancia del interior del vestuario. La plantilla. Un grupo. Un buen grupo. Fue otra de las claves para meter el hombro por igual sin mirar salarios ni éxitos anteriores a la llegada al Cádiz CF. Todos a una. Este equipo puede presumir de ello como ninguno.
No cabe duda que hay que apuntar la llegada de futbolistas que permitieron subir otro peldaño. Ledesma, Jonsson, Álvaro Negredo y Rubén Sobrino -éste a partir del mercado de invierno- dieron ese otro punto de calidad y fuerza a la plantilla, al equipo y a la idea. Todo ello con el compromiso de todos, unidos por una causa común.
Todos los ingredientes expuestos presentaron al Cádiz CF rocoso, antipático, feo y hasta odioso para los adversarios, pero glorioso para los que son seguidores de un modesto equipo de Primera, por segunda campaña consecutiva. Es la idea clara que llevó al éxito desde aquella primavera de 2016 en el que se produjo el primer milagro.
Si el Cádiz CF como equipo e institución ha dado un paso al frente en su historia, Álvaro Cervera lo ha hecho en su carrera como entrenador al ser la primera vez que completa una temporada en la élite. Se ha ganado ser entrenador de Primera División, poder mirar a los ojos a Koeman, Simeone o Ancelotti, y demostrar que con menos recursos que casi todos ha llegado a un destino envidiable en el que reza, como recordatorio, 'La lucha no se negocia'. Pues eso mismo.
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