Un remate, un punto

CÁDIZ – MALLORCA | LA CRÓNICA

Un voluntarioso equipo amarillo, que acaba con nueve jugadores, abraza un milagroso empate en la recta final en el único tiro a puerta

Foto: Joaquín Hernández 'Kiki' / Joaquín Hernández 'Kiki'

Un solo remate a portería, cerca del final, le bastó al Cádiz para empatar (1-1) en casa contra el Mallorca en un partido que los locales afrontaron con diez jugadores durante casi una hora por la expulsión de Jairo en la primera mitad y que acabaron nueve tras la roja que vio Marco Mauro cuando las tablas ya imperaban en el marcador.

La voluntad, más que el acierto, salvó al Cádiz de una derrota que parecía segura hasta que Garrido apareció en el minuto 85 para aprovechar un saque de esquina de Aketxe. Dadas las circunstancias, el punto milagroso se convierte en oro para un equipo que al menos evitó que el Mallorca le superara en la clasificación. Las cosas siguen como estaban, con los gaditanos por encima de los insulares.

Cervera tiró de lógica y dio entrada a Salvi como parte del habitual 4-4-2. El sanluqueño recuperó la titularidad dos meses después de su última aparición en el once y no quiso perder el tiempo. Por su banda fueron las primeras aproximaciones en un arranque parejo, con dominio alterno y todas las precauciones defensivas desplegadas sobre el césped.

El ataque posicional de los locales derivó en un enredo de difícil salida. No se sintieron cómodos con el balón pese a que Álex Fernández trató de darle sentido a la circulación. Demasiado complicado frente a un adversario replegado con orden milimétrico en su parcela.

Desde los compases iniciales el partido desprendió un intenso aroma de equilibrio que si alguno estuvo cerca de romper fue el Mallorca en el ecuador del primer acto con un peligroso centro de Lago Junior que no encontró aliado.

Los bermellones no sintieron inquietud en su área hasta que a la media hora por llegaron de verdad los gaditanos, que reclamaron dos penaltis en la misma jugada, primero por una supuesta mano de Raíllo y después por una caída de Manu Vallejo que el chiclanero reclamó con las manos en la cabeza.

La balanza empezó a inclinarse de manera clara del lado visitante con dos acciones determinantes. En apenas dos minutos. En el 36, Lago Junior penetró como una bala por la izquierda -no había fuera de juego, que deshizo Rober Correa- y sirvió en bandeja al sanroqueño Stoichkov, que definió con precisión desde el corazón del área para colar el esférico a media altura junto a un poste.

Sin tiempo para asimilar el varapalo, el árbitro expulsó en el 37 con roja directa a Jairo por propinar un manotazo en la cara a Joan Sastre. Con 0-1 y un hombre menos tuvo que afrontar el resto del partido un Cádiz desquiciado que no fue capaz de tirar a puerta en toda la primera parte.

No aprovechó la única ocasión que tuvo antes del descanso, cuando dispuso de una falta en la frontal del área, ideal para un lanzador con un mínimo de puntería en esa faceta. La tiró extrañamente Rober Correa y el balón acabó muy alto en la grada.

El intermedio irrumpió como la mejor noticia para un equipo amarillo descosido, sin recursos ofensivos, inseguro en la retaguardia y además en inferioridad numérica.

No le quedaba otra que apelar a la heroica en la reanudación al conjunto de Cervera. La primera medida del técnico fue dejar en la caseta a Rober Correa y meter más madera con la presencia de Aketxe sobre el tapete, con Salvi ubicado en el lateral derecho, el vasco por delante, Manu Vallejo en la izquierda y Lekic en punta.

Los de casa dieron un paso al frente obligados por la situación y al menos el balón llegó al área contraria. En el 48, un derechazo lejano de Álex Fernández se escapó por poco. No fue a puerta, pero se convirtió en una declaración de intenciones.

Sí golpeó el cuero en la dirección adecuada Estupiñán -en el 54- pero apareció Cifuentes para evitar el 0-2. El Mallorca salió poco de la cueva pero cuando lo hizo fue con peligro.

Los amarillos siguieron a lo suyo aunque sin conexión entre ellos. La precipitación fue un elemento pegajoso que atenazó con más corazón que cabeza. La mayoría de los pases se iban al limbo, las arrancadas en solitario de Salvi, la guerra de Manu contra todos...

No salía nada y la reacción quedó a expensas de las acciones a balón parado, encomendadas a la calidad de Aketxe con la zurda. Pero ni por esas. El tiempo corría en contra y Cervera se la jugó con la apuesta por Alberto Perea en lugar de Brian con más de 20 minutos por delante. Los locales encararon la recta final con Salvi y Aketxe de laterales -derecho e izquierdo- y el máximo riesgo en ataque.

Tuvo el balón el Cádiz pero las ocasiones brillaron por su ausencia. La estampida definitiva tampoco dio frutos, tampoco con Dani Romera -por Lekic- en el último cuarto de hora, cuando el colegiado perdonó la roja a Salva Sevilla. Arcediano Monescillo se mostró magnánimo con los visitantes y tuvo mano de hierro con los anfitriones.

Cuando todo parecía perdido, llegó el gol del empate en el primer remate a puerta de los amarillos. Tenía que surgir a balón parado. No había otra forma. Aketxe sacó de esquina, Reina se comió la pelota y Garrido llegó con todo para introducir la pelota en la portería con el cogote. Un gol con el alma

El 1-1, en el minuto 85, dejaba un punto en casa pero el Cádiz acabó el encuentro con nueve jugadores por la expulsión de Marcos Mauro tras una durísima entrada a un rival en el centro del campo cuando intentaba frenar una contra.

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