El Cádiz roza el ridículo en San Mamés y queda al borde del K.O. (2-0)
Los amarillos firman un pésimo partido ante un Bilbao Athletic infinitamente superior. El doblete de Santamaría obliga a una gesta en Carranza para lograr el ascenso
El Cádiz de las mil caras mostró su rostro más desagradable en San Mamés. El equipo que a lo largo de la temporada hemos visto unos días con y otros sin carácter, en ocasiones peleón y otras indolente, a veces letal y otras tantas sin puntería... se dejó en casa todas sus virtudes y expuso en Bilbao un sinfín de defectos que le dejan al borde del K.O. en la final por el ascenso frente a un Bilbao Athletic infinitamente superior. El tímido arreón final no basta para tapar las vergüenzas de un equipo que tendrá que dar un giro de 180 grados en Carranza para lograr el ascenso.
La desafortunada lesión de Josete en el calentamiento no trastocó los planes de Claudio. Con Arregi como central derecho y Servando perfilado a la izquierda, el conjunto amarillo mostró buenas intenciones de inicio y suya fue la primera ocasión de peligro, gracias a una contra de Juan Villar (5') que sin embargo no pudo finalizar con un buen remate. El Cádiz, que intentaba tener el balón todo lo posible en su poder, comenzó bien pero no tardó en ceder terreno ante el empuje del filial bilbaíno, que en el 12 protagonizó su primer acercamiento serio a la meta de Aulestia con un remate de Santamaría en una jugada invalidada por fuera de juego. Los laterales del conjunto vasco ponían en aprietos a la zaga de los amarillos, cada vez más atrás y encomendados a la contra.
La superioridad, cada vez más evidente, del Bilbao Athletic encontró su recompensa en el minuto 19, en una jugada de pizarra que contó además con la colaboración involutaria de Oinatz Aulestia. El meta sólo pudo rechazar el disparo de Lekue y dejó el balón en pies de Santamaría, que no desaprovechó la oportunidad de adelantar a los suyos en el marcador. El Cádiz, lejos de reaccionar al tanto de los locales, mostró preocupantes síntomas de descomposición. Los de Claudio eran incapaces de contener el fútbol vertical de los vascos y el partido iba tomando tintes de tragedia para los amarillos.
En el 24, nuevo mazazo para los gaditanos. Seguín se marchó como quiso de Óscar Rubio y Arregi, sirvió y Santamaría tuvo hasta dos oportunidades de remate para hacer el 2-0 ante la pasividad de la zaga. Un resultado, por desgracia, justo a la vista de lo ocurrido sobre el terreno de juego de San Mamés. Claudio no esperó siquiera al descanso para buscar soluciones y en el 29 retiró a Kike Márquez para dar entrada a Migue García. Un cambio que no varió el panorama de un partido con claro color rojiblanco.
Con el Cádiz contra las cuerdas, el Bilbao Athletic ni siquiera quiso hacer sangre y se limitó a controlar el partido, moviendo el balón con criterio y confiando en su velocidad y desborde por banda. El 2-0 con el que se llegó al descanso se quedaba hasta corto viendo la diferencia entre ambos conjuntos y dejaba al menos una puerta abierta a la esperanza a la vuelta de vestuarios. Difícil, visto lo visto.
Los cadistas desplazados a Bilbao confiaban al menos en una reacción amarilla tras el descanso, pero la reanudación del encuentro les devolvió a su triste realidad. Los de Claudio se mostraban inoperantes y el Bilbao Athletic amenazaba con peligro la meta de Aulestia en cada acercamiento. En el 49 Santamaría perdonó el tercero de los suyos y el hat-trick en su cuenta particular tras un gran centro de Lekue y un par de minutos después fue Salinas el que no acertó en el remate ante Aulestia. En el 53, noticia, los amarillos probaron fortuna con un disparo a puerta -el primero en muchos minutos- de Juan Villar desde la frontal que se marchó fuera sin excesivo peligro. La respuesta de los de Ziganda vino con un lanzamiento de falta muy cerrado de Seguín que se marchó fuera por poco. El 3-0 parecía más cercano que un posible tanto de los visitantes.
El Cádiz dio tímidas muestras de despertar con una jugada de Fran Machado dentro del área que acabó en córner. En el saque de esquina los amarillos reclamaron mano de un defensa bilbaíno, pero el árbitro no quiso saber nada. Todo quedó en nada: el filial, que parecía el equipo veterano, tenía el partido en su mano. Los hombres rojiblancos se comían a los niños vestidos de amarillo en cada lance del juego.
Los de Claudio apelaron al espíritu de Alicante y en los últimos diez minutos, por primera vez en el partido, miraron a la cara al filial rojiblanco e intentaron acortar distancias pensando en la vuelta. En el 82, Migue García tuvo la más clara del partido para los cadistas pero su remate se encontró con las manos de Remiro, hasta entonces inédito en el partido. Esta vez, sin embargo, el gol de la esperanza no llegó y el Cádiz tendrá que buscar el milagro en Carranza si no quiere probar una vez más el amargo sabor del fracaso.
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