Catalonia is cadista
Unos 1.000 seguidores amarillos, la mayoría residentes en esa comunidad, dan colorido a la grada
Una pena para la amplia colonia gaditana en Cataluña no haber vivido un éxito del Cádiz, de su Cádiz, en la que pudo haber sido una mañana mágica que se tornó trágica. A los gaditanos en el exilio al menos les queda el consuelo de haber ejercido de perfectos anfitriones. Animaron de lo lindo, cumplieron de sobra con su cometido, celebraban el pase a la segunda ronda hasta que el gol de otro gaditano -natural de Los Barrios-, Pirulo, dejaba helado a la parroquia cadista. Fueron varios los aficionados que saltaron al terreno de juego para celebrar el gol de Juan Villar, muchos menos que los seguidores de L'Hospitalet que se echaron sobre el césped tras el definitivo tanto del cuadro local. Dos invasiones en una fiesta del fútbol que destacó por la buena convivencia entre las dos aficiones.
Las camisetas amarillas dominaban el paisaje de la grada de Preferencia, lugar reservado para la mayoría de los aficionados del Cádiz que no dejaron solo a su equipo en una cita de envergadura para la historia del club en su empeño de volver de una vez a la categoría de plata. Gaditanos y cadistas de Barcelona, del resto de Cataluña y de otras zonas cercanas de la geografía española como la Comunidad Valenciana y Aragón, además de los que llegaron en autobús procedentes de la capital gaditana después de una paliza de viaje de 16 horas -quedaba otro maratón en el regreso-, se agruparon en el Feixa Llarga con el objetivo común de arropar al equipo. Todos unidos por la misma causa. La colonia gaditana en Cataluña no se olvida de sus orígenes, del equipo de su corazón y allí estaba para apretar los dientes, sufrir y estar junto a los suyos.
En total, unos 1.000 seguidores del Cádiz. Entre ellos cadistas de Sabadell, la sección Oreja, Brigadas, los Yellow Warriors y hasta alguna pancarta en catalán de ánimo: per sempre Cádiz.
Los exteriores del estadio se habían teñido de amarillo un par de horas antes del comienzo del encuentro. Dos centenares de hinchas esperaban la llegada del autobús con la expedición cadista, que arribaba a las instalaciones municipales de Hospitalet de Llobregat 90 minutos antes del partido y era recibido con los habituales cánticos de aliento. El clásico 'sí se puede' brotaba con fuerza de las gargantas de los ilusionados seguidores. Uno de ellos, natural de Alcalá de los Gazules, lleva 48 años en tierras catalanas, en concreto en San Vicente, y por nada el mundo se quería perder el partido. "Siempre que el Cádiz viene por aquí voy a verlo, lo llevo haciendo muchos años y hoy -por ayer- con más razón todavía por todo lo que se juega. Es bonito vivir esto y que nos juntemos la gente de Cádiz que vivimos aquí".
Los aficionados que se habían pegado la paliza en autobús desde Cádiz habían llegado cansados pero con las pilas cargadas, dispuestos a darlo todo desde la grada para animar al equipo. Entre ellos estaba el padre de Kike Márquez, que no dudó en cruzar toda la geografía española para estar cerca de su hijo. Aunque el sanluqueño se quedaba fuera de la convocatoria, lo importante era dar ánimos al conjunto amarillo.
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