Cervera: "No te puedes hacer eterno en ningún sitio, no es bueno"
El entrenador del Cádiz deja entrever en sus palabras que el final de su intensa etapa está cerca
"Será triste el día que pase, pero tendrá que pasar", apunta desde un profundo sentimiento
Cádiz/–Lleva usted 2.037 días como entrenador del Cádiz…
–Es una locura bonita y agradable. No sabía cuántos días eran pero es algo muy bonito. Impensable para cualquier entrenador español estar tanto tiempo en un mismo equipo. No es normal pero aquí se ha dado así y por ello estoy contento.
–¿Qué sentimiento le transmite este equipo?
–De cariño, pertenencia, futuro, pasado también... Todos los sentimientos que puedan existir, no sólo en un entrenador, son buenos para una persona. Todos esos me lo transmite el Cádiz CF.
–Entenderá que cueste pensar en un Cádiz sin Cervera y viceversa…
–A mí sí me cuesta pensar en la vida después de entrenar al Cádiz. Sé que algún día tendrá que pasar. Y al Cádiz le sucederá igual, seguirá su camino cuando yo no esté. Seré parte del recuerdo y el Cádiz será para mí también una vivencia inolvidable.
–Si dependiera sólo de usted, ¿hasta cuándo sería entrenador de este equipo?
–Creo que todo tiene un principio y un final, y lo que hay que saber es llevarlo. Más allá de ser entrenador o no, hay que saber el día de mañana que estuviste en un sitio, en una ciudad y en un club en el que te trataron de maravilla y que guardas un recuerdo enorme. No te puedes hacer eterno en ningún sitio porque eso no es bueno para el club ni para mí ni para nadie.
–¿Se va a salvar el Cádiz?
–Vamos a hacer lo posible porque se salve, pero sabemos que va a ser complicado.
–¿Siente mayor responsabilidad en el objetivo de la permanencia sabiendo la enorme fe que tiene la gente en usted?
–Es una responsabilidad grande. Soy bastante responsable y le doy muchas vueltas a la cabeza, y sé que hay gente detrás que confía. También es verdad que durante este tiempo hemos dado razones para que se confíe en nosotros, en el cuerpo técnico y en los jugadores. Siento responsabilidad y presión, aunque es mi obligación dar hasta lo último que tenga por salvar a este equipo para que continúe cada día mejor.
–Nunca le ha fallado al Cádiz y entrenadores rivales dicen que habría que hacerle un monumento delante del estadio…
–Es verdad que nosotros nos damos cuenta cuando salimos fuera que tenemos mucho reconocimiento en esa parcela. La gente que no nos conoce en el día a día y que nos conoce a través de los medios, de los resultados, le da mucho mérito a lo que se ha hecho en este equipo y en este club durante todo este tiempo. Yo a esas personas siempre se lo agradezco en público, como estoy haciendo ahora, y se lo agradezco en privado cuando los veo o les envío un mensaje porque el reconocimiento de tu gremio vale mucho, aunque aprecias todo el que te llega.
–¿Carranza o Mirandilla?
–Yo le llamaré Carranza siempre. Creo que es un tema político en el que yo no entro para nada. Pero le llamaré Carranza porque así lo conocí y me costará dirigirme a este estadio de otra manera. Si algún día tengo que volver, pues tendré que decir Mirandilla. Pero yo con los míos cuando vamos al campo digo vamos a Carranza.
–¿Es tan exigente como vemos con su trabajo de entrenador?
–Sí, soy exigente, pero me voy calmando con la edad y con el tiempo, y eso no sé si es bueno o es malo. Hay gente que dice que la calma te da pausa y te da sosiego. Y hay gente que me conoce que me dice que cuando perdemos un partido y me ve enfadado se preocupa. Soy muy exigente y muy consecuente con las cosas, y le doy muchas vueltas a todo.
–¿Qué es lo que más le gusta de un jugador, al margen de su rendimiento?
–La tranquilidad. Que apenas yo note que está nervioso.
–¿Y lo que menos?
–Que lo note mucho.
–¿Puede ser un entrenador amigo de los futbolistas?
–Eso es un dilema que llevo conmigo toda la vida porque yo intento ser amigo de los futbolistas; quiero que el día de mañana, cuando a alguien le pregunten por mí, diga que yo era un buen tío, no que era un buen entrenador porque buenos entrenadores se los van a encontrar toda la vida y eso a mí me da igual. Me gustaría que dijesen que se encontraron a un buen tío que les ayudó. Yo lo intento, pero reconozco que es difícil porque mi relación con los que juegan normalmente es buena. Y mi relación con los que no juegan es la que realmente ellos quieren tener conmigo. Lo acepto. Yo intento que los jugadores vean en mí no sólo a un entrenador, sino a una persona cercana que les pueda ayudar en lo que sea.
–Vamos a los números. Viendo esta Liga con la Real Sociedad, el Rayo, el Sevilla o el Betis por arriba, ¿cambia la cifra de puntos necesaria para salvarse?
–Puede cambiarla. Es pronto para saberlo pero puede cambiarla. Puede ser que sea otra. Tengo gente alrededor que me va diciendo cómo va lo de los puntos y aún es pronto para fijar esa cifra.
–Ya se han dejado puntos en el camino que, en algunos casos, le han molestado una enormidad…
–Sí. Perder el partido contra el Osasuna faltando diez minutos, cuando íbamos ganando, es la misma puñalada que nosotros le dimos al Huesca el año pasado o que le dimos a algunos equipos la temporada pasada. Yo sabía que nos iba a hacer daño y aún se recuerda porque esos puntos son los que nos harían estar en una situación más o menos normal.
–Otra vez han tumbado al Athletic y no les pudo el Barça. ¿Ve un guión similar con estos rivales respecto a la temporada pasada?
–No. La temporada pasada no tiene nada que ver con esta. Ya sólo el hecho del público la hace totalmente diferente. Es verdad que nosotros con estos equipos tenemos más claro a lo que tenemos que jugar y como sacarles puntos, y somos más simples. Esa simpleza nos hace mejores. Con otros equipos a veces tenemos que hacer más cosas y cuando tiendes a hacer más cosas yo soy el primero que, quizás, me equivoque. Cuando nos equivocamos no somos buenos.
–Se acerca la Navidad, ¿qué pide para su equipo a los Reyes Magos?
–Un poco de calma y si hay que hacer algo, que acertemos en lo que hagamos.
–¿Le concederá el presidente algún deseo?
–Yo creo que el presidente escucha y él más o menos está en sintonía con la dirección deportiva y con el cuerpo técnico. Luego lo que se pueda o no hacer muchas veces no depende de lo que queramos.
–¿Cómo es Manuel Vizcaíno?
–Doctor Jekyll y míster Hyde.
–Si le digo que tengo la sensación que el entrenador y el presidente representan una lucha de carácter y temperamento de uno y otro, ¿qué me dice?
–Sí, es complicado. Tenemos una relación normal, llevadera. Cuando nos llevamos bien, todo bien. Comemos juntos, voy a su casa, estamos en sintonía... Hay cosas en las que no estamos de acuerdo y las manejamos sin estar de acuerdo y con distintos criterios. Pero luego hay cosas en las que él seguramente piensa que yo no me tengo que meter y yo que él no se debe meter, y ahí chocamos fuertemente.
–¿Le molesta que le cuelguen el sambenito de maniático con aquellos jugadores que participan menos y que la gente piensa que deben jugar más?
–No me molesta porque no lo soy. La gente puede decir lo que quiera porque está en su derecho y para eso está el fútbol. El que quiera ver un poco más allá cuando de repente aparece un jugador del filial que nadie espera y juega de titular, pues bien. Hay pocas manías. Lo que hay es trabajo y visión de fútbol, no hay otra cosa.
–Lleva clavado en la espalda el cartel de entrenador defensivo. ¿Tampoco le molesta?
–No. Siempre lo dije. Soy defensivo porque creo que el Cádiz la manera que tiene de salvarse no es defendiendo, sino siendo bueno defensivamente. Si pudiésemos defender con la pelota como hacen otros equipos lo haríamos, pero nosotros eso no podemos. Tengo claro que si algún día, que creo que no va a pasar, tuviese que entrenar a un equipo lleno de jugadores de control, pase..., le pondría mi sello pero sería un equipo que atacaría más que defendería. Pero estoy en el Cádiz y ascendí defendiendo de Segunda B a Segunda, y ascendí defendiendo de Segunda a Primera, y creo que nos mantendremos defendiendo. ¿Que podemos atacar? Sí, siempre que no sea en perjuicio del equipo.
–¿Podemos hablar de errores en los refuerzos del verano?
–Sí. Creo que cuando terminó la pasada temporada todos nos sentamos y vimos dos o tres cosas que eran claves para este año, y en algunas hemos fallado.
–¿Hasta dónde afectan las cuestiones nocturnas de los jugadores?
–Se ha hecho un mundo de todo esto. Nosotros tenemos una forma de manejarnos no de ahora, sino de hace cinco años. Aquí todo es negociable, todo lo hablamos. Los permisos, las salidas... todo. Pero lo que no se habla no se puede hacer en contra del club. Es decir, por poner un ejemplo famoso de las salidas: Nosotros jugamos un partido en Cádiz y cada uno se va a su casa y luego sale por ahí y los pillan, te puede sentar mejor o peor si has perdido pero están en su casa. Pero en una concentración salir de un hotel sin decir nada, que no sean uno o dos, sino unos cuantos, escaparse de una concentración sin decir nada... A mí en ese momento me pareció mal. Que lo podía haber pasado de largo, pues sí. Pero puede ser que si lo dejas pasar de largo vuelva a pasar, y ya no quería vivir esas cosas. Yo lo manejé de la manera que yo creía que debía manejarlo. No digo que fuera la mejor ni la peor ni que estaba acertado o equivocado. En ese momento me sentí defraudado, aunque sabía que con el paso del tiempo con esos jugadores iba a tener la relación que he tenido y que iba a seguir teniendo. En ese momento pensaba que era la decisión que tenía que tomar. No es bueno para el Cádiz ni para ningún equipo que los jugadores después de un partido se vayan unos por un lado y otros por otro después de perder y fuera de casa. Considero que eso no es bueno. Como aquí no ha pasado nunca, tomé una decisión.
–Veinte canteranos han debutado bajo su mando. No le tiembla el pulso al sentar a un profesional para que juegue una promesa.
–Nunca. Ha pasado así y seguirá siendo así. Por eso la cuestión de ser maniático; eso, en la vida. Lo único que hago es entrenar todos los días y pasa mucha gente por mis manos, gente nueva, del filial. Tengo una virtud, y es que veo a un jugador enseguida. No sé si va a ser un crack o no. Si vale en todo, no sólo futbolísticamente, yo no tengo ningún problema en esperar su momento si él lo espera también.
–Un día me dijo el desaparecido Ramón Blanco, cuando le entrenó en el San Fernando, que usted era un ejemplo en el vestuario y que sería un gran entrenador…
–Tengo un gran recuerdo de él. A veces pienso en él. Me hubiese gustado que hubiese vivido la etapa mía en Cádiz. Aparte de que fue un entrenador al que le guardo cariño, también se lo guardo como persona. Es una pena que él no haya podido vivir esto porque seguramente que lo tendría muy cercano y me hubiera echado una mano. Siempre intenté, ya de mayor, dar ejemplo en el vestuario porque el vestuario es muy importante para un equipo.
–¿Qué le ha dado Cádiz y el Cádiz a Álvaro Cervera?
–Me lo ha dado todo. Tengo ya una edad y en esta edad tardía me lo ha dado todo, una visión del fútbol y de la vida diferente a la que yo tenía. Me ha aportado muchísimo. A veces lo pienso y si hubiese ido a otro club, habría pasado por la vida sin conocer algo diferente como es Cádiz.
–Se sentirá medio gaditano...
–Me sabe mal decirlo porque me podrán decir esto o aquello, pero yo me siento así y todo lo que hago lleva una visión de futuro sin apartarme de aquí.
-Partiendo de la base de que todo tiene un final, ¿cree que su etapa se acaba?
–Sí. Pero lo manejo bien. Cosas del fútbol. Se acabará mi etapa en el Cádiz pero no mi etapa en Cádiz, y buscaré estar siempre ligado a esta ciudad, a este equipo, a este club. Será triste el día que pase, pero son cosas que pasarán. Siempre que estoy aquí se recuerda a Ramón Blanco, Espárrago... Siempre están en boca de todos y sé que mi nombre estará en boca de mucha gente aquí. Es otra forma de vivirlo.
–Antes de ese final, ¿qué le queda por hacer en el Cádiz?
–Mi gran reto, como me gustaría que acabara todo, es con el Cádiz consolidado en Primera División. Cuando hablamos de crecer y de hacer un club mejor, todo pasa por estar en Primera División. Todo lo demás es secundario. Todo es todo; los jugadores, el campo... Se tiene que consolidar en Primera, que es una cosa difícil. Y a mí me gustaría irme con este equipo en Primera División.
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