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Cádiz/Nadie lo esperaba. Quizás él tampoco. Pero la vida cambia en un parpadeo para pasar del todo a la nada y de la nada al todo. Dani Romera llegó a hacerse un hueco en el Cádiz CF en el arranque de la temporada con goles y velocidad. Aprovechó la primera cita copera para marcar ante el Tenerife -el único partido que ha disputado de principio a fin- y sin tregua sacó petróleo de los apenas diez minutos que jugó en Albacete, donde firmó el tanto de descuento en la prolongación con una obra de arte en forma de taconazo que salvó un punto.
El olfato goleador condujo al entrenador a entregarle por fin la titularidad en la Liga. Fue en el partido en casa contra el Alcorcón, cuando se dañó un hombro en la primera acción y se tuvo que ir poco después del pitido inicial.
Aquella lesión, inoportuna como todas, no sólo frenó su progresión. Se recuperó un mes más tarde pero dejó de tener minutos. Ni siquiera encontraba un hueco en las convocatorias. Ni para el partido de vuelta de la Copa contra el Espanyol tuvo sitio en una lista en la que él fue el único no habitual que se quedó fuera.
Parecía que el delantero no entraba en los planes de Álvaro Cervera. El equipo había cogido la velocidad de crucero y no había lugar a cambios. Hasta el día que todo cambió. Las numerosas lesiones que azotaron a la plantilla con vistas al duelo frente al Rayo Majadahonda redujeron el margen de elección del técnico, que tiró del almeriense.
Dani Romera comenzó el partido en el banquillo y ya en la segunda parte, con el Cádiz en pleno atasco, Cervera se jugó la carta de Carrillo –el murciano suele disponer de minutos- y sobre todo la del 9, que reaparecía dos meses y medio después de aquel choque contra el Alcorcón. El ariete no dejó escapar la oportunidad y fue él quien rescató al equipo de la pájara -los visitantes tenían controlada la situación- para poner nombre y apellidos al golazo que se tradujo en el séptimo triunfo consecutivo de un Cádiz que se agarró a un secundario de lujo para seguir una semana más on fire.
Dani Romera volvió y siguió donde lo había dejado antes de caer lesionado, en modo goleador. Como Fray Luis de León cuando, después de ser censurado y apartado por la Inquisición de su cátedra de la Universidad de Salamanca, regresó años después y lo primero que dijo fue “como decíamos ayer...”.
Romera exprime los minutos al máximo. Lleva tres goles -dos en la Liga y uno en la Copa- en los 155 minutos que ha estado sobre el césped -ha participado en cinco partidos, sólo dos como titular-. Es el jugador de la plantilla con mejor promedio. Marca cada 52 minutos.
Manu Vallejo, máximo goleador del Cádiz con siete dianas, hace una cada 219 minutos. Dejan Lekic, que atesora cuatro, acierta cada 198 minutos. Álex Fernández, con tres tantos, marca cada 453 minutos.
Otros delanteros como Carrillo y Mario Barco acumulan más tiempo en el terreno de juego que Dani Romera pero aún no han perforado la portería contraria. El murciano, 383 minutos. El navarro, 360.
Dani Romera, con el gol decisivo y la velocidad que imprimió en la recta definitiva del último encuentro, llama con fuerza a la puerta del equipo. Un bendito dolor de cabeza más para el entrenador.
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