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Fallo multiorgánico de un equipo sin alma (0-2)

Cádiz - Oviedo

El conjunto amarillo sufre su primera derrota en casa arrastrado por los nulos recursos con el balón y la absoluta falta de reacción después de recibir dos goles por despistes defensivos Lesión de Garrido y Eddy es expulsado

Fallo multiorgánico de un equipo sin alma (0-2)
Jesús Jaques Nuche Cádiz

25 de septiembre 2016 - 11:24

Minuto 74. Nico Hidalgo recoge un balón rechazado por el portero dentro del área pequeña y en lugar de rematar a las primeras de cambio, con todo a su favor, intenta un regate imposible ante Juan Carlos, que le birla la pelota y evita un gol que parece cantado. La acción, pese a estar invalidada por fuera de juego, es un simple botón de muestra del amplio catálogo de inoperancia ofrecido por el Cádiz en un partido para olvidar contra el Real Oviedo, como hace apenas año y medio. El equipo amarillo se dio de bruces con la dura realidad de la Segunda División A y sufrió su primera derrota en casa, la tercera del campeonato liguero. Una derrota que se ganó a pulso fruto de su nulidad en ataque, de su bloqueo mental y futbolístico, que contrastó con la eficacia de un cuadro ovetense que resolvió con dos tantos en los 21 minutos iniciales.

La habitual solidez de los gaditanos se trasladó de bando y fueron los visitantes, que llegaban con el agua al cuello, los que funcionaron con una férrea disciplina para desactivar a un Cádiz tan previsible que quedó anulado con muy poco que hizo un rival ordenado. Ni como equipo ni con individualidades apareció un conjunto local acomplejado frente a un Oviedo que le tiene tomada la medida al estadio Ramón de Carranza. Ganó aquel decisivo duelo de la fase de ascenso y ayer salió del pozo con el mínimo de eficacia que se le debe exigir a todo equipo, la que no mostró un Cádiz sin rumbo, con corazón pero sin cabeza, con una defensa blandengue, un centro del campo sin contenido y un ataque alocado, con jugadores que corrieron como pollos con cabeza sin saber qué hacer, incapaces de ganar una segunda jugada.

Lo peor del varapalo no fue la pérdida de los tres puntos. No fue el qué, sino el cómo. Acostumbrado a plantar cara a la contra, se encontró con la posesión del balón, con la iniciativa que le concedió el adversario. Y en ese escenario no supo qué hacer. Se ahogo en su propia nadería, en su incapacidad de generar juego y en su falta de acierto en las pocas ocasiones que fabricó. Todo salió al revés. La lentitud, desesperante por momentos, sustituto a la supuesta velocidad de un Cádiz sin señales de reacción después de facilitar los dos goles. Cortesía de la casa. Para colmo, Garrido jugó media hora lesionado y todo apunta a que se perderá al menos el choque contra el Rayo en Vallecas. Eddy Silvestre, del que se espera mucho más, fue expulsado y en principio será sancionado.

Álvaro Cervera se dejó de experimentos en la media y colocó a Garrido en el once inicial, aunque la principal novedad fue la presencia de Abel Gómez en tres cuartos después de varias jornadas de ausencia. El entrenador mantuvo el bloque del partido contra el Numancia con sólo tres movimientos en el once, al contrario que Fernando Hierro, que presentó siete variaciones respecto al duelo anterior.

El Cádiz apretó en un prometedor comienzo una presión asfixiante que hizo sufrir a un Oviedo al que le costó hacerse con el balón. Abel Gómez conectó un par de pases cerca del área ante un rival que no le quedó otra que protegerse en su guarida. Lo que pareció un buen presagio se convirtió en un espejismo de escasos minutos. Poco, muy poco duró, la aparente consistencia de un cuadro amarillo que se desarmó con una rapidez preocupante ante un Oviedo que asistió atónito a las enormes carencias de un recién ascendido al que le va a costar sudores mantener la categoría con su escasez de recursos sobre el césped y su pobre imagen.

Las buenas sensaciones del principio se vinieron abajo en un abrir y cerrar de ojos con dos golpes del conjunto carbayón que pusieron el partido muy cuesta arriba. El remate fuera de Garrido tras un saque de esquina, en el minuto 11, fue el oasis de una larga travesía en el desierto porque enseguida llegaron dos goles del Oviedo. En el 15 no perdonó el cuadro asturiano en su primera llegada seria. Toché, solo en el segundo palo, definió a placer después de cabecear Héctor Verdés ante la pasividad de Ortuño tras un lanzamiento de córner. Un gol que recordó al fatídico de la fase de ascenso. Los locales llevaban el peso pero lo que cuenta en el fútbol es el acierto, como el que tuvo Linares en el 21 cuando fusiló sin piedad tras el pase de la muerte de Toché que se comieron Aridane y Servando. La zaga quedó en evidencia una vez más. Los centrales se mostraron inseguros durante el partido y Nando hizo sufrir a los laterales.

Los anfitriones no sólo no reaccionaron sino que además desaprovecharon las pocas oportunidades que fueron capaces de generar. Abel Gómez, a menos con el paso del tiempo, estrelló contra la barrera un libre directo desde el semicírculo del área (minuto 24). Salvi, en el 34, mandó una volea a las manos de Juan Carlos. Poco más, por decir nada, hizo un Cádiz al que poco el duró el fuelle en una mala primera parte que fue un ejemplo del quiero y no puedo en el que se enredó un equipo lento, sin ritmo, sin ideas, sin hechuras suficientes para sacar partido a su dominio frente a un adversario cómodo atrás a verlas venir. Si el único recurso es colgar balones a Ortuño para que se pelee con los centrales, mal asunto.

Mucho debía cambiar el panorama en la segunda parte para que el Cádiz tuviera opciones de darle la vuelta a la tortilla. Cervera dio entrada a Nico Hidalgo y Aitor por Abel Gómez y Salvi para buscar velocidad por las bandas y también en ataque porque Álvaro García se ubicó como segundo delantero por detrás de Ortuño.

Brian no afinó el punto de mira en una falta al borde del área que envió fuera en el minuto 50. El Cádiz estaba obligado a ir a por todas pero, sobre todo, a acertar de cara a puerta. No hubo manera. Un centro del propio Brian al corazón del área (en el 54) no encontró aliado en boca de gol. Y sin gol lo demás sobra.

Cervera tiró Güiza para la última media hora y Álvaro García pasó al lateral izquierdo, su tercera posición en el partido. Era el tercer cambio y justo después se lesionó Garrido, con una aparente microrrotura muscular en la parte trasera del muslo de una pierna. El vasco, medio cojo, continuó sobre el césped, aunque se colocó de delantero y Eddy Silvestre quedó como único centrocampista.

El Cádiz no paró de intentarlo pero sin llegada. De poco sirvieron los cambios. Si alguno pudo marcar fue el Oviedo en el 62, cuando Toché cabeceó alto con todo a favor. Fue la única llegada de verdad de los asturianos, cómodos atrás a la espera de que el reloj hiciera el resto.

Güiza se contagió de la precipitación colectiva aunque en el 73 intentó acortar distancias con un derechazo desde la frontal que se escapó por encima del larguero.

La ceguera del Cádiz hacía imposible la remontada y las expulsiones, al final, de Jon Erice y Eddy Silvestre no variaron el panorama. Derrota justa que debe servir de aviso.

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