Gran decepción cuando más duele

La afición da una excelente respuesta y demuestra estar por encima del equipo Muchos asientos vacíos en un encuentro en el que se anunció que estaban todas las entradas vendidas

1. Una aficionada se queja de lo que sucede sobre el terreno de juego. 2. Ayer servía todo en el Carranza para protegerse del fuerte calor que acompañó durante el encuentro. 3. Demasiados asientos vacíos en un partido en el que se había anunciado la venta de todas las entradas. 4. Aitor García muestra un gesto de desesperación con la cara pegada a la hierba. 5. Las protestas de los aficionados fueron una constante en todas las gradas. 6. Casi nadie se salvó de la alta temperatura. 7. El alcalde, junto a Teresa Rodríguez.
F.j. Díaz Cádiz

26 de septiembre 2016 - 05:02

Otra vez el Oviedo. Otra vez un palo no tan doloroso como el del día del play-off pero sí duro. Una derrota cuando mejor fue la respuesta de la afición. Un pésimo resultado y una mala imagen que provocó que, a falta de 15 minutos para el final, muchos seguidores abandonaran su asiento. Ayer no había lugar a los milagros porque desde el minuto 20 el cadismo vio que no había más cera que la que ardía bajo un sol de justicia.

Un partido para el que el club anunciaba que se habían vendido todas las entradas y, sin embargo, en las gradas alta de Preferencia y Fondo Sur se quedaron muchos asientos vacíos. No es nuevo. Los 16.142 espectadores que acudieron -según datos de la entidad- tuvieron que guardar silencio muy pronto, primero con Toché y poco después con Linares. Dos goles como dos palos bajo un calor que, en ese momento, elevaba a lo máximo la duda de cambiar la butaca por la arena de la cercana playa. Ayer se vieron espectadores con su botella de agua para derramarla por la cabeza.

Carranza es un escenario que visitan muchos entrenadores dispuesto a saber del día a día del equipo local. Ayer, como sucede otras muchas veces, estuvieron dispersos por la Tribuna aunque en el palco se dejaron ver Manolo Jiménez y Oli, entre otros. Jiménez, con pasado sevillista; y Oli, con el corazón dividido por el equipo de su tierra y en el que se retiró y se estrenó como entrenador.

Cuando el colegiado decretó el descanso los pitos fueron claros por parte de un público disconforme con lo que veía por encima del marcador adverso. La imagen era muy pobre en un equipo sin argumentos suficientes para soñar con la remontada. Más bien se trataba de una pesadilla, como la de la fase de ascenso de la 2014-15, y de una mañana para olvidar. Y como el cadismo no olvida, cargó otra vez contra un ex, Erice, aquel jugador del descenso a Segunda División B de la campaña 2009-10 que entonces no dio la talla ni la cara cuando más hizo falta. Dejó Carranza abroncado hace seis años y su regreso ha sido una continuidad de aquello. Lo expulsó el árbitro y el cadismo.

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